SANTOS FUE POR LANA Y SALIÓ TRASQUILADO

Más que trasquilado, Santos debió de salir chamuscado de la reunión con Trump y por eso corrió a nombrar a Camilo Reyes como embajador en los Estados Unidos, a fin de que haga el oficio de bombero, como lo realizó con Samper cuando nadie era capaz de dar la cara por Colombia

Fue por lana y salió trasquilado: quedó viendo un chispero

Más que trasquilado, Santos debió de salir chamuscado de la reunión con Trump y por eso corrió a nombrar a Camilo Reyes como embajador en los Estados Unidos, a fin de que haga el oficio de bombero, como lo realizó con Samper cuando nadie era capaz de dar la cara por Colombia

Jesús Vallejo Mejía

Por Jesús Vallejo Mejía
Mayo 26 de 2017

No encuentro manera distinta de resumir en pocas líneas el resultado del encuentro Trump-Santos que tuvo lugar la semana pasada en Washington.

Las palabras del anfitrión y su pedido al Congreso norteamericano de reducir y condicionar la ayuda financiera a nuestro país lo dicen todo: Santos quedó con los crespos hechos.

El texto de lo que le dijo públicamente Trump puede leerse aquí: https://oiganoticias.com/2017/05/24/trump-no-apoyo-proceso-de-paz-santos-mentiroso/

Cuando su invitado esperaba un vigoroso y alentador apoyo al acuerdo que convino con las Farc dizque para edificar en Colombia una paz estable y duradera, Trump se limitó a felicitarlo tibiamente por el Premio Nobel que de modo dudoso le fue otorgado por los noruegos, no sin antes centrar su discurso en dos temas que de seguro le llegaron a Santos hasta los “tétanos”.

Trump no creyó en lo que dijo Santos

Le habló primero de los crímenes derivados de la droga, que a su juicio exhiben una tendencia de veras alarmante, que cobra caracteres de una epidemia que está envenenando las vidas de muchos americanos y a la que hay que ponerle coto.

Se dolió del récord que alcanzaron los cultivos de coca y la producción de cocaína el año pasado, urgiendo a Santos para remediar ese asunto de la manera más rápida posible.

Basta con leerlo entre líneas: Trump está suficientemente informado de que ese récord es fruto de las negociaciones con las Farc.

Es poco probable que haya leído el indigesto mamotreto del NAF, pero sus asistentes muy seguramente le han contado que ahí no se estipula un modo rápido, algo así como un “fast-track”, para reducir los cultivos de coca ni la producción y el tráfico de cocaína destinada a envenenar al pueblo norteamericana. Se trata, más bien, de un modo lento y, más precisamente, de un engañabobos, tal como lo presenta el inefable general Naranjo, a quien se le ocurrió sostener en República Dominicana sin sonrojarse que, a raíz del acuerdo final, las Farc decidieron romper con el narcotráfico. Entre paréntesis, señalo que esto no debe de haberles gustado a sus capos, quienes a pie juntillas siempre han negado ser narcotraficantes.

Es posible que a Trump también le hayan comentado que el NAF, al estipular sibilinamente que el narcotráfico en que han incurrido las Farc guarda conexidad con el delito político de rebelión, viola flagrantemente la Convención de Viena sobre la materia y hace de Colombia un país que desconoce sin reato sus compromisos internacionales.

El segundo tema del discurso de Trump toca con la situación de Venezuela, que según sus palabras “está en un estado lamentable como lo vemos todos a través de los medios”. Añadió que “es un problema horrible”, para concluir que “desde el punto de vista humanitario es diferente a todo lo que hemos visto en mucho tiempo”.

Santos no logró convencer

Al redactar su discurso, Trump debió recordar lo que pocos días antes escribió Mary Anastasia O’Grady en Wall Street Journal en el sentido de que, con Santos, Colombia está más cerca de Venezuela y de Cuba que de Estados Unidos.

Con extrema delicadeza, bastante inusual en él, parece que Trump le dijo a Santos: defínase, está con ellos o con nosotros.

Es bien sabido que el régimen de Maduro está en la mira de los Estados Unidos y sus aliados, por cuanto representa un gravísimo peligro para la seguridad mundial.

Los indicios sobre el particular son abrumadores. El libro de Omar Bula, “El Plan Maestro”, lo denunció hace algún tiempo. Y lo que ahí se dice quedó corroborado por Víctor Amram en el reportaje con Jaime Bayly (1)

No es improbable que también los asistentes de Trump le hayan advertido que con el NAF Colombia quedó bajo la tutela de Cuba y Venezuela. Su implementación, más temprano que tarde, nos hará girar dentro de la órbita de esos regímenes criminales, tal como nos lo advirtió hoy Pedro Pedrosa en “La Hora de la Verdad”.

Más que trasquilado, Santos debió de salir chamuscado de la reunión con Trump y por eso corrió a nombrar a Camilo Reyes como embajador en los Estados Unidos, a fin de que haga el oficio de bombero, como lo realizó con Samper cuando nadie era capaz de dar la cara por Colombia ante el escenario internacional. Menuda tarea le espera al más experimentado de nuestros diplomáticos.

Se atribuye a Churchill una reflexión que seguramente viene de mucho tiempo atrás:”Se puede engañar a una persona todo el tiempo; se puede engañar a muchos por mucho tiempo; pero no se puede engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Santos ha edificado su política sobe las bases del disimulo, la mentira, el fraude, la trapacería y otras malignidades. Está próximo a cosechar los frutos podridos de su perversidad.

 

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(1) Vea la entrevista de Bayly acá  https://youtu.be/oWQ2N6Xi-tw

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