AGOSTO 07 DE 2015: UN ENSAYO GENERAL

Digámoslo sin ambages: actualmente ningún partido político en Colombia denuncia al comunismo, al socialismo: el Partido Socialista Colombiano, alias ‘partido liberal’, culminó su vetusta renuncia al liberalismo afiliándose a la internacional socialista, y, por tal motivo, dudamos que intente hacerse el harakiri

Agosto 07 de 2015: un ensayo general*

Digámoslo sin ambages: actualmente ningún partido político en Colombia denuncia al comunismo, al socialismo: el Partido Socialista Colombiano, alias ‘partido liberal’, culminó su vetusta renuncia al liberalismo afiliándose a la internacional socialista, y, por tal motivo, dudamos que intente hacerse el harakiri

Carlos Romero Sánchez

Por Carlos Romero Sánchez
11 de agosto de 2015

El 7 de agosto de 2015 desde diversas ciudades de Colombia y desde diversas ciudades del planeta la gran mayoría de la ciudadanía colombiana marchó valientemente para notificar al presidente Juan Manuel Santos Calderón, alias ‘Santiago’, que está en total desacuerdo con su proceso de colaboración con el PCC-FARC en La Habana, Cuba.

En Bogotá, una riada de personas de manera libre y asociada fue citada en el monumento A los Héroes Caídos localizado frente a las instalaciones del Ministerio de Defensa, sobre la avenida 26. Convocada previamente por las redes sociales la manifestación pacífica tuvo como triunfante destino la Plaza de Bolívar.

Iniciado el recorrido a cada paso la columna humana seguía nutriéndose del ciudadano del común que llamado por los sonoros y constantes gritos de Paz sin impunidad, No más Santos, No más FARC, Santos farcsante no dudó en corear las sucesivas proclamas.

Marcha en Bogotá (Foto Francisco Ojeda)

Numerosos participantes ondearon la bandera tricolor, otros vistieron la camiseta amarilla, distintivo inequívoco de la selección colombiana de fútbol. Otro profuso grupo armonizaba con pitos y cornetas a quienes portaban pancartas consonantes con las arengas proferidas. Al paso por los edificios de apartamentos que flanquean la serpenteante arteria vial, desde sus ventanas los propietarios e inquilinos agitaron la bandera colombiana y alentaron a la multitud a seguir adelante dando así su beneplácito al protestante multicolor. Escenas similares se multiplicaron en distintas capitales del país.

Con dirección decidida la columna humana se aproximaba a la intersección con la carrera séptima cuando, de repente, divisó otra oleada de personas que, con manos y banderas tricolores en alto, esperaban ansiosos a la muchedumbre gemela. Los dos pilares se fusionaron en uno solo y robustecidos en tamaño, voces y pancartas caminaron serena y resueltamente al lugar previsto para coronar su victoria.

Por cada cuadra recorrida de la histórica carrera séptima, los manifestantes fueron recibidos con sonrisas, aplausos y voces acopladas de transeúntes, de vendedores ambulantes y de dependientes de locales comerciales que asombrados por la algarabía inopinada apoyaban con admiración la justeza de la protesta.

A la altura de la carrera séptima con avenida Gonzalo Jiménez de Quesada la enorme ciudadanía giró hacia la derecha para tomar la carrera octava, entonces la cercanía de la estatua de Bolívar impelía a cantar più forte los vivas a las FF.AA, los abajos a Juanpa y a las FARC, uno de los brazos de la totalitaria izquierda mundial. Y al fin la marcha llegó al destino seleccionado. Las consignas seguían pronunciándose y las banderas seguían ondeándose.

Marcha en Bogotá. (Foto Ricardo Angoso)

En la marcha pudo observarse personajes como el columnista y pintor Carlos Salas Silva y el actor Danilo Santos, entro otros. Sin duda, la marcha fue un éxito.
Empero, se escucharon opiniones que extrañaron consignas y pancartas que denunciaran al comunismo, al socialismo, al marxismo, calamidad que mortifica a nuestra sociedad desde mediados de los años veinte del siglo pasado hasta nuestros días. Tienen razón. Indubitablemente la marcha del siete de agosto de 2015 fue un hermoso ensayo general que nos advierte acerca de la ruta que tenemos que marcar y persistir: evidenciar al comunismo y a los partidos y a las ligas internacionales con los cuales el movimiento izquierdista se apoya para encauzar al continente americano al despeñadero liberticida.

Digámoslo sin ambages: actualmente ningún partido político en Colombia denuncia al comunismo, al socialismo: el Partido Socialista Colombiano, alias ‘partido liberal’, culminó su vetusta renuncia al liberalismo afiliándose a la internacional socialista, y, por tal motivo, dudamos que intente hacerse el harakiri; el desgalichado Partido Conservador ni por equivocación alude a la agresión comunista que padecemos y Álvaro Uribe Vélez y su incoherente centro “democrático” tampoco desenmascaran a los socialistas pues empantanados con eso de la “amenaza terrorista” niegan que las FARC tengan ideología, postulando que en sus comienzos tuvieron “principios ideológicos” pero éstos –por favor, no se rían- fueron abandonados por la utilización reciente del terrorismo y por la inmersión en el narcotráfico. Se han cuidado de nombrar al comunismo, al socialismo y al partido al cual esa banda armada terrorista le debe obediencia. El centro “democrático” sólo controvierte al terrorismo, para ellos el comunismo no existe. Desde luego, para mostrar cual es el mal que nos invade desde tiempos pretéritos debe tenerse en claro que el enemigo es el socialismo. Claridad faltante en Álvaro Uribe Vélez.

Aplaudimos y felicitamos a los organizadores de la marcha del siete de agosto. Tomemos atenta nota para calcar su impecable éxito y así en las próximas manifestaciones expresemos abiertamente nuestro rotundo rechazo al comunismo, al socialismo, al nacionalsocialismo, al Foro de Sao Paulo, al PCC-FARC, al ELN y, en consecuencia, presentemos contundentemente nuestro categórico apoyo a las FF.AA, a la democracia liberal, al capitalismo y a los valores del cristianismo.

Que ese ensayo general sea el impulso para señalar la agresión comunista que desde las trincheras del marxismo cultural destruye silenciosamente nuestra sociedad liberal y cristiana, marxismo cultural que dispara sin obstáculos bajo la mirada silente y cómplice de la “oposición”.

*Este artículo se desapareció de nuestras publicaciones. Lo publicamos de nuevo

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