!BASTA YA! NO MÁS MENTIRAS DE LA IZQUIERDA COLOMBIANA

El marxismo ha sido la ideología antidemocrática, sanguinaria y genocida por antonomasia y que impone la mentira como pretendida fuente científica de información

¡Basta ya de mentiras! Izquierda colombiana: no más marxismo

Carlos Romero Sánchez
Carlos Romero Sánchez

Por Carlos Romero Sánchez

5 de agosto de 2013

El pasado 24 de julio de 2013 el director general del Centro Nacional de Memoria Histórica, CNMH, el historiador Gonzalo Sánchez, presentó a los colombianos el informe ¡Basta ya! Colombia: memorias de guerras y dignidad. El informe de 434 páginas, como escribe Martha Nubia Bello, coordinadora del informe, pretende dar cuenta de “más de 50 años de conflicto armado en el país”. Con esa afirmación el Informe parte de una falsa idea: en Colombia existe un “conflicto armado”. Para tal esfuerzo explicativo el CNMH tomó desde el año 1958 a 2012 para hacer “memoria”. Es decir, desde la instauración de Frente Nacional hasta nuestros días.

La fecha de inicio no es ingenua en modo alguno pues el Informe sigue la caracterización negativa y mentirosa que hace la propaganda izquierdista sobre la democracia colombiana y el Frente Nacional. Entonces, para que la propaganda haya tenido una pretendida aureola académica y así mantenerse hasta el día de hoy sin que haya sido sometida a crítica -salvo en excepcionales casos como el libro de Alonso Moncada, el de Eduardo Mackenzie y los del coronel (r) Luis Alberto Villamarín- necesita de un sustento teórico que ha sido demostrado falso pero que campea por Colombia como el más impoluto mirlo dorado: el marxismo.

Sobre la democracia colombiana nos dice el Informe que la “guerra también puede ser interpretada como un asunto de precariedad y debilidad de la democracia”. Y esa “precariedad” tiene sus “expresiones históricas en las características autoritarias que han marcado el régimen político colombiano, en los pactos excluyentes orientados a garantizar la permanencia y alternancia en el poder de los partidos tradicionales y de las élites, cerrando las posibilidades para que fuerzas disidentes, alternativas y opositoras participen de los mecanismos y escenarios donde se ejerce el poder político y se toman las decisiones que conciernen al conjunto de la sociedad. El cierre de oportunidades legales ha sido uno de los argumentos aducidos como justificación de la opción armada”. (p. 22).

Acerca del Frente Nacional el Informe nos dice que inició con “los rezagos de la violencia de los años cincuenta; los intentos del Ejército Nacional por recuperar militarmente el territorio; la limitada capacidad del Frente Nacional para insertar grupos organizados al margen del bipartidismo; y la dificultad para desvertebrar las relaciones que los gamonales y poderes locales habían mantenido con los grupos armados cercanos a sus partidos”. Ante tal panorama “los grupos organizados al margen de los partidos y algunas de sus facciones disidentes tendieron a percibir el Frente Nacional como un régimen político excluyente. El cierre de oportunidades legales que este parecía exhibir se convirtió, para mucho, en justificación suficiente para optar por la lucha armada”. (p. 117).

En resumidas cuentas en Colombia no existe democracia y si acaso existe algún atisbo de ella, esta es precaria, débil, excluyente y por tal razón esos grupos “disidentes”, “alternativos” y “opositores” –el Informe no nos dice cuáles son esos grupos- no tuvieron más salida que la “opción armada”. Ya comienza a vislumbrarse la explicación marxista en esos párrafos aparentemente neutros: unas fuerza opositoras –la clase explotada- que luchan contra la exclusión de un régimen autoritario, la clase explotadora, que no tuvieron otra salida que la lucha armada ¿Fue el Frente Nacional un régimen excluyente que le quedó grande insertar otros “grupos organizados al margen del bipartidismo”?

Martha Nubia Bello, coordinadora del infoirme, y el director del Centro Nacional de Memoria Histórica Gonzalo Sánchez
Martha Nubia Bello, coordinadora del infoirme, y el director del Centro Nacional de Memoria Histórica, Gonzalo Sánchez

El Frente Nacional inició el 7 de agosto de 1958 con la presidencia del liberal Alberto Lleras Camargo y terminó el 7 de agosto de 1974 bajo la presidencia del conservador Misael Pastrana Borrero. Al año siguiente de iniciarse el Frente Nacional triunfa la revolución cubana e irrumpe en enero de ese año, en el panorama nacional, un grupúsculo llamado Movimiento Obrero Estudiantil 7 de enero, (MOE 7 de enero, luego tomará el nombre Movimiento Obrero Estudiantil y Campesino, MOEC). Su figura principal era Antonio María Larrota González. El MOEC abogaba por un frente único para “luchar por la auténtica revolución social en Colombia” y tal proceso debía ser dirigido por un “equipo de revolucionarios”. Aunque en principio no se declararon marxistas, conceptos como revolución social y “equipos de revolucionarios” tienen fuertes ecos de la vanguardia revolucionaria preconizada por Lenin en su folleto ¿Qué hacer? en el que ordenaba que la revolución debía ser dirigida por un grupo selecto de revolucionarios. Los atentados terroristas y el encuadre de jefes bandoleros como Adán de Jesús Aguirre, alias ‘Aguililla”, y de Telmo Avilio Fernández, alias ‘capitán Tijeras’, en la zona rural de Puente Tierra, Valle del Cauca, hicieron parte de la actividad “democrática” de Larrota. Entre las pretensiones del MOEC estuvo la de tener contacto “con toda clase de organización y movimientos revolucionarios localizados en cualquier parte del país y del mundo, a fin de conocer sus respectivas estructuras, los resultados prácticos de su lucha y campañas” para aplicar sus enseñanzas en suelo colombiano.

El horizonte político que el MOEC promovía para Colombia era el régimen comunista de Fidel Castro. Varios de sus dirigentes como

Comité Ejecutivo Central del MOIR, en el funeral de uno de sus miembros
Comité Ejecutivo Central del MOIR, en el funeral de uno de sus miembros

Armando Valenzuela Ruiz y el mismo Larrota –que también viajó en 1958 a varios países socialistas de la cortina de hierro y tenía una gran admiración por la revolución comunista China de Mao- viajaron a la Cuba castrista para recibir entrenamiento en terrorismo marxista. Sus disensiones internas y la poca aceptación del Movimiento hicieron que en octubre de 1965 saliera a la luz un manifiesto donde dejaran en claro su involución política: Hagamos del MOEC un auténtico partido marxista leninista. Redactado por Francisco Mosquera, desde su título nos dice que tipo de partido deseaban: totalitario y antidemocrático.

Abogaban por la conformación de una “auténtica” vanguardia leninista para aplicar los principios marxistas-leninistas y así lograr la toma del poder mediante la “insurrección armada”. Además, hicieron alabanza del jefe de banda armada Roberto González Prieto, alias ‘Pedro Brincos’, y del secuestrador Federico Arango Fonnegra. A los pocos años un grupo del MOEC cambia de nombre por el de Movimiento Obrero Independiente y Revolucionario, MOIR declarándose marxistas-leninistas “pensamiento” Mao. Todo esto sucedió bajo el Frente Nacional.

En 1961 irrumpe en el panorama nacional la Alianza Nacional Popular, ANAPO encabezada por el general (r) Gustavo Rojas Pinilla. De corte populista, pretendían hacer una revolución cristiana. Sus vociferaciones contra el Frente Nacional y sus constantes ataques de que siempre eran víctimas de un fraude electoral fueron acercándolos al PCC y terminar haciendo alianzas políticas con ellos. Junto con los comunistas, camuflados bajo el MRL, protagonizaron innumerables violencias callejeras y zambras en Concejos, Asambleas y en la Cámara de Representantes. A estas violencias el ex dictador las llamaba la dialéctica de las pistolas y de los cuchillos. En los años 70 también el MOIR haría alianzas con la ANAPO y estará junto con el PCC en la Unión Nacional de Oposición, UNO.

La repugnancia por la democracia liberal de los anapistas –como también del MOIR, del PCC y del MRL- siempre la dejaron traslucir. En una correría por el departamento del Cauca, Rojas Pinilla amenazó al entonces presidente Guillermo León Valencia de colgarlo de un árbol. También instaba en la plaza pública a tomar el fusil. La involución política fue haciéndose más patente hasta presentar como modelo político para Colombia el régimen comunista de los hermanos Castro. María Eugenia Rojas, hija del ex dixtador, hablaba de hacer el socialismo a la colombiana. Según el cronista Pedro Claver Téllez, la ANAPO logró atraer al jefe bandolero Efraín González quién consideraba a Rojas Pinilla el mejor presidente que había tenido Colombia.

Otra fuerza que hizo su aparición bajo el Frente Nacional fue el Movimiento Revolucionario Liberal, MRL. Aunque en un principio

Alfonso López Michelsen y Fidel Castro, una amistad que llenó de sangre a Colombia
Fidel Castro y Alfonso López Michelsen, una amistad que llenó de sangre a Colombia

apoyaron al Frente Nacional, el PCC vio en el MRL un instrumento precioso para hacer su trabajo de infiltración. Las cabezas más representativas del MRL fueron Alfonso López Michelsen y Álvaro Uribe Rueda quienes disfrutaron de curules en la Asamblea de Cundinamarca y en el Senado. Al comienzo de la presidencia de Guillermo León Valencia la tarea de pacificar el país de las bandas armadas comunistas que azotaban el campo fue tarea principal del gobierno. Varios jefes de bandas armadas se les encontraron carnets del MRL. Fue el caso del comunista Arcadio Ruiz Restrepo, alias ‘capitán ceniza’, quien estuvo bajo las órdenes del PCC y le rendía cuentas a otro bandolero marxista, Teófilo Rojas Varón, alias ‘Chispas’. Los comunistas lograron instalar varios de sus cuadros en el MRL. Entre ellos el abogado Hernando Garavito Muñoz, al mandamás que imponía el terror marxista en el Sumapaz, Juan de la Cruz Varela y José Cardona Hoyos entre otros. Todos ellos llegaron a las diversas corporaciones públicas para utilizarlas como propaganda contra el Ejército y contra las instituciones democráticas.

Varios compañeros de viaje del PCC también estuvieron en el MRL. Entre ellos estuvo Gerardo Molina Ramírez quien durante el primer lustro de los años 60 se desempeñó como rector de la Universidad Libre y transformó la Facultad de derecho en tribuna revolucionaria gracias a las labores de sus incansables lugartenientes Diego Montaña Cuellar, Nelson Robles, Luis Carlos Pérez, Álvaro Pérez Vives y Francisco Mujica. Durante el sepelio de Diego Luis Córdoba el entonces rector de la Libre salió en defensa de los más sangrientos jefes de bandas armadas marxistas endilgándole al presidente Valencia una supuesta “cacería humana”. Como vemos, la defensa de asesinos comunistas es de vieja data.

Otro grupo extremista que hizo aparición bajo el Frente Nacional fue El Frente Unido de Acción Revolucionaria, FUAR. Éste fue la fusión de seis grupos de izquierda: Movimiento Nacional Popular Gaitanista, Movimiento Nacionalista Revolucionario, Movimiento Popular Revolucionario de Antioquia, Movimiento Nacional Popular de la Costa Atlántica, Movimiento Revolucionario Democrático, y el sector independiente del Movimiento Revolucionario Liberal. El primer documento del FUAR fue suscrito por Luis Emiro Valencia, Jorge Villa, Hesper Pérez, Alfonso Romero Buj, Víctor Bohórquez, Gloria Gaitán de Valencia, Jaime Jaramillo, Solón Blanco, Jaime A. Perdomo y Marina Goenaga.

Ese movimiento creyó oportuno crear frentes guerrilleros en el Vichada y en Medellín del Ariari. Su más célebre jefe bandolero fue el médico Tulio Bayer. En un cruce verbal entre López y Bayer, el médico bandolero dijo del hijo de López Pumarejo: “El doctor [Alfonso] López [Michelsen] parte de la falsa premisa de la imbecilidad colectiva para presentarse como revolucionario al mismo tiempo que hace parte de la oligarquía contra la cual va nuestra revolución”. Es claro que el fin del FUAR era la revolución. En un ejemplar de Batalla del Pueblo, órgano de propaganda del FUAR, en primera página tituló en muy buen leninista: “Contra la violencia reaccionaria, violencia revolucionaria”. El MOIR y el PCC también competían en sus respectivos órganos quien era más leninista en aplicar la violencia revolucionaria.

No sólo fueron esos grupos los que nacieron bajo el Frente Nacional. Estuvo el Movimiento de Izquierda Liberal, MIL. Sus cabezas visibles fueron Fernando Mazuera Villegas, Jorge Uribe Márquez e Iván López Botero. Otra personalidad que formó su movimiento político fue el General Alberto Ruiz Novoa. Tras su salida de ministerio de Guerra en enero de 1965, el ya retirado General convocó un Movimiento Democrático Nacional.

Tanto la ANAPO, el MOEC, el FUAR, el MRL, el MIL, el MOIR y otros tantos más actuaron libremente bajo el Frente Nacional. Las plazas públicas no se les cerraron y varios de sus dirigentes estuvieron en las diversas instituciones democráticas del país. No fueron “excluidos” ni tenían “limitados” sus derechos, salvo el PCC. Para movimientos como el FUAR, el PCC, el MOEC y el MOIR, ellos acudieron a la “opción armada” no porque fueran perseguidos o excluidos, sino porque su ideología –ya porque fueran marxistas o tuvieran fines revolucionarios con un marxismo difuso- les imponía la utilización de esa “forma de lucha”. El abandono de esa “forma de lucha” o la no utilización de ella porque no existen las “condiciones objetivas” para la toma del poder por las armas no hace que se transformen automáticamente en partidos democráticos. Siguen siendo totalitarios y antidemocráticos pues su objetivo es imponer una sociedad carcelaria, por las buenas o por las malas, bajo las directrices de Marx, Lenin y Mao.

Iván Cepeda y Jorge Robledo. La izquierda marxista persigue los mismos fines criminales
Iván Cepeda y Jorge Robledo. La izquierda marxista persigue los mismos fines criminales

Otra mentira que se ha instalado desde la “intelectualidad izquierdista” es hacernos creer que la izquierda ha representado la defensa de la democracia y la libertad. Tal equívoco proviene de la interpretación marxista. Para esta teoría totalitaria hay un sector de la sociedad que representa al pueblo y otro que representa a la reacción que impide la sociedad sin clases y sin odios. Esa arbitraria división ha hecho que esos partidos marxistas se digan demócratas pues “luchan” por el “pueblo trabajador”. No obstante, si vemos los resultados que esos partidos marxistas han producido al tomar el poder en China, en Rusia, en Cuba y cuanto lugar se han apoderado nos quedamos atónitos. En los países en que el marxismo reinó se impusieron las más abyectas dictaduras, se aplicaron los más bárbaros genocidios y la abolición absoluta de las libertades individuales y políticas fue impuesta en el mismo momento en que los comunistas tomaron el poder. No hubo tal “liberación”: existió la opresión más asfixiante y humillante. Nuestros partidos marxistas no han sido los defensores de la democracia y la libertad: han sido los luchadores por el totalitarismo marxista. Tener como guías a Mao, a Castro, a Lenin, a Stalin, es decir, a los más grandes dictadores y genocidas que haya dado la humanidad no es prueba de vocación democrática: es prueba de vocación antidemocrática. Sin lugar a dudas y es conveniente repetirlo: el marxismo ha sido la ideología antidemocrática, sanguinaria y genocida por antonomasia y que impone la mentira como pretendida fuente científica de información. De esa fuente de información se nutre el Informe del CNMH. Es preocupante que nadie haya alzado la voz para condenar que nuestra democracia esté en juego en un país donde el totalitarismo marxista aún gobierna, Cuba. Pues es ese el modelito que nos quieren imponer en Colombia la izquierda colombiana o uno de “nueva democracia” como vociferaba Mao.

Tengamos en cuenta una verdad que nos advirtió Arthur Koestler en su autobiografía: Aprovecharse plenamente de las libertades constitucionales que garantiza la sociedad burguesa con el fin de destruirla constituye un principio elemental de la dialéctica marxista”.

Ya sea que lo hagan con armas o sin armas

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