“CHISPAS” Y LOS MITOS DE LA IZQUIERDA COLOMBIANA

La izquierda colombiana no ha sometido a crítica su pasado. Mitos como la “agresión” a Marquetalia siguen teniendo aceptación. La crítica al marxismo es casi nula. Cada fuerza izquierdista tuvo su propio genocida y dictador. Los del PCC enfeudados a Moscú tienen en su haber a Lenin y Stalin; luego vinieron los maoístas. El MOIR se embarcó en la tarea de defender a Mao y redorar el nombre de Stalin

‘Chispas’ y los mitos de la izquierda colombiana

Teófilo Rojas Varón, alias "Chispas"
Teófilo Rojas Varón, alias “Chispas”

Por Carlos Romero Sánchez

27 de enero de 2013

Es indudable que los alias de los más célebres jefes de bandas armadas como ‘Desquite’, ‘Sangrenegra’, ‘Tarzán’, ‘Chispas’ y ‘Pedro Brincos’ han quedado en la memoria de muchos colombianos por las terribles masacres que cometieron. Durante años, algunos historiadores aseguraron que la desaforada sed de sangre de esa gente se debía a que fueron “abandonados políticamente”. Una segunda interpretación ha surgido en estos días. Esta aparece en un artículo en El Espectador sobre Teófilo Rojas Varón, alias ‘Chispas’ (1). El autor señala que el caso de Chispas es “el prototipo del campesino analfabeta, perseguido y sin posibilidades de redención que sucumbió finalmente como víctima directa del conflicto desatado por el sectarismo político y religioso que sumió al país en un abismo que costó la vida en dos décadas de horror a cerca de 200.000 compatriotas”.

Tales interpretaciones, la primera como la segunda, son tendenciosas. Esos jefes criminales no fueron abandonados políticamente y tampoco fueron “víctimas del sectarismo político y religioso”. La violencia entre conservadores y liberales –estos últimos aliados con los comunistas- fue una lucha cruenta. Pero la violencia partidista terminó y con la amnistía del presidente de facto, General Gustavo Rojas Pinilla, las guerrillas de los Llanos orientales depusieron las armas. Sin embargo, no todos aceptaron la amnistía. Reductos de bandas armadas comunistas dirigidas por el PCC –llamados propagandísticamente como autodefensas- no depusieron las armas. Los comunistas tenían otros planes: la toma del poder y la conformación de su propio aparato de terror.

Entre liberales y comunistas aun existían lazos. No obstante, los liberales del sur Tolima que estuvieron con los comunistas poco a poco se fueron retirando de esa alianza. Las diferencias ideológicas y la forma violenta conque los comunistas trataban de imponer su disciplina fueron los detonantes de la división. Fue lo que sucedió en El Davis. El PCC deseaba manipular las guerrillas liberales pero éstos no se dejaron y varios jefes guerrilleros liberales pusieron fin a la colaboración con el PCC: los Loayza y ‘Tirofijo’ se pelearon y éste último, junto con ‘Charronegro’, Ciro Trujillo, Oscar Reyes y los Guaraca, decidió unirse al PCC.

Los comunistas no se contentaron con ese grupo de bandidos para aterrorizar a los campesinos y abrir nuevas zonas “liberadas” bajo su bota. El trabajo político de atraer a su seno a los más redomados criminales necesitaba mucha paciencia.

Cuando ‘Chispas’ fue dado de baja el 22 de enero de 1963 le fue encontrada una gran cantidad de material bélico. No sólo eso: en sus ropas guardaba las fotografías del jefe bandolero Efraín González –que en sus últimos años colaboró con la ANAPO- y la del jefe totalitario Ernesto Che Guevara. La enemistad de ‘Chispas’ con Efraín González era de vieja data. No obstante, el hecho de portar una foto de una de las figuras de la dictadura castrista muestra que ‘Chispas’ estaba dando, o ya tenía un vuelco, hacia ideas marxistas. Otra muestra de su transformación fue la respuesta que le envió a la reina de belleza, Olga Lucía Botero, tras una carta que ella le había enviado en septiembre de 1962 pidiéndole que pusiera fin a sus crímenes. La respuesta de ‘Chispas’ fue inequívoca: “Nuestra lucha”, dijo, es de “pobres contra millonarios” de “oprimidos contra opresores” pues es una “lucha social”. Además, culpaba a la “oligarquía” y a las Fuerzas Armadas de todo los “atropellos”. Y finalizó arengando: “Viva la revolución social. Nuestra lucha, bella soberana, es a favor de los explotados”.

La noción violenta de lucha de clases –la eliminación de un segmento de la sociedad para llegar a la mítica sociedad sin clases y sin odios- afloró en su escrito. No obstante, ¿fue ‘Chispas’ quien redactó esa respuesta? Si ‘Chispas’ era un analfabeto, ¿quien redactó esas líneas tan precisas? ¿Quién estuvo detrás de la instrucción marxista de ‘Chispas’? ¿Esa ideologización del bandido fue signo de abandono político? ¿No es todo lo contrario? Destaca en la respuesta la palabra “nosotros”. ‘Chispas’, o su amanuense, contestó en la primera persona del plural. ‘Chispas’ no estaba solo. Probablemente el giro de ‘Chispas’ hacia el marxismo fue el resultado del trabajo de la banda de Jacobo Prías Alape, alias ‘Charronegro’, miembro del comité central del PCC.

Poco a poco ‘Chispas’ fue escalando posiciones dentro del comunismo colombiano. Hasta le entregaron una gran zona bajo su mando. El 23 de noviembre de 1961 el diario El Siglo publicó un resumen del artículo de Jules Dubois sobre las “repúblicas independientes”. Llama la atención, por el caso ‘Chispas’, una de ellas: la “confederación” de San Juan de la China. Esa “confederación” estaba bajo dominio comunista y el mandamás de aquel territorio era nada menos que Teófilo Rojas Varón, quien tenía, además, seis bandas armadas bajo su mando. ¿Abandonado políticamente ‘Chispas’? ¿Víctima del sectarismo político y religioso? Johnny Delgado admite en su libro que ‘Chispas’ estuvo con el MRL y tuvo contactos con el MOEC.

A ‘Chispas’ le fueron atribuidos más de 592 crímenes. Villanueva Martínez en su libro sobre los bandoleros habla de 1.500. La mayoría de sus víctimas fueron humildes campesinos. ‘Chispas’ no fue en absoluto una “víctima”, como pretende Johnny Delgado. Él fue un victimario. Tampoco fue abandonado políticamente: una fuerza de izquierda de ideología marxista lo captó, lo sedujo, lo educó, junto con otros jefes de bandas armadas, como ‘Desquite’, miembro del PCC, para conformar un aparato armado y conducir a Colombia hacia la órbita moscovita.

La muerte de ‘Chispas’ no fue un asesinato del gobierno de Guillermo León Valencia. A finales de los años 50 y a inicios de los 60 las bandas armadas azotaban con sus machetes y balas a las poblaciones campesinas. Los departamentos más afectados fueron los de Caldas, Quindío, Cauca, Valle de Cauca y Tolima. Esas bandas y sus jefes no estaban ya bajo las órdenes de liberales o conservadores. En la prensa de aquellos años, y por informes internacionales, se ventilaba con preocupación cómo diversas fuerzas marxistas como el PCC, el MRL, el MOEC, el FUAR intentaban cooptar a esos criminales. Aunque el MOEC y FUAR tuvieron reductos armados, el PCC ganó la partida y gracias a los dineros soviéticos y al entrenamiento que Fidel Castro prodigaba en su isla-gulag rápidamente se fue conformando el aparato armado comunista que luego bautizará con la sigla, FARC.

En esos años, la gran mayoría de las bandas armadas tenían ya una orientación marxista e imponían el terror en los campos: las masacres, los secuestros y la quema de pueblitos se sucedían y el clamor para dar fin a esa cadena sangrienta surgió en amplios sectores de la ciudadanía. Así nació el Plan Lazo. Este plan tenía dos componentes íntimamente unidos: la parte cívica y la parte militar. Allí se trazó, para recuperar las zonas afectadas por la violencia marxista, la recuperación del campo por la mano del Ejército y de las entidades gubernamentales. El Plan Lazo incluyó la Operación Soberanía y el Plan cívico-militar Operación Marquetalia: la lucha contra las bandas armadas y la recuperación para Colombia de las llamadas “repúblicas independientes”. Dentro de la Operación Soberanía fueron cayendo ‘Desquite’, ‘Sangrenegra’, ‘Tarzán’, ‘Puente Roto’, ‘Capitán Ceniza’ ‘Despiste, ‘Bala Perdida’, ‘Venganza’, El Mosco’, ‘Tista’, ‘Avenegra, ‘Almanegra’, ‘Arturo’, entre otros. Muchos cuadrilleros que desertaron de las filas de sus jefes ayudaron a dar con sus paraderos.

Tras dar de baja a Luis Noé Lombana Osorio, alias ‘Tarzán,’ el 16 de mayo de 1964, a los pocos días inició del plan cívico-militar Operación Marquetalia. Descrito por los militares en la prensa escrita y por la radio mucho antes del comienzo de esa operación, el Plan cívico-militar incluyó: servicios médicos, odontológicos, alimentos, medicamentos, construcción de puestos de salud y de policías entre otros.

Ministerios, entidades estatales y privadas, y la ciudadanía, participaron en esa inmensa labor y, además, dieron completo respaldo al Ejército. Este se iba a enfrentar con redomados asesinos como Pedro Antonio Marín, alias ‘Tirofijo’. El Plan cívico-militar no fue un plan de “exterminio” ordenado por Álvaro Gómez desde el Congreso, ni por la “ultra” derecha y la prensa “burguesa”, como repite la vulgata marxista. Fue un plan delineado cuidadosamente donde primó la acción cívica sobre la militar. Desde luego, hubo enfrentamientos. Valerosos soldados dieron sus vidas en cobardes emboscadas planeadas por ‘Tirofijo’. El Coronel Hernando Currea Cubides fue víctima de un atentado cuando desde una loma un francotirador de ‘Tirofijo’ le disparó. Un soldado que acompañaba al Coronel Currea recibió la bala y cayó muerto.

Sin lugar a dudas, hay una tercera fuerza política que no se ha tenido en cuenta a la hora de hacer un balance de la violencia que viene azotando a Colombia desde hace más de cincuenta años: el comunismo. La violencia bipartidista cesó. Eso es un hecho. Empero, la violencia comunista –en los campos, en las ciudades y en los sindicatos- con la ayuda permanente de una potencia extranjera -la URSS vía Cuba- tomó el relevo con muchísimos más bríos y ríos de sangre.

La izquierda colombiana no ha sometido a crítica su pasado. Mitos como la “agresión” a Marquetalia siguen teniendo aceptación. La crítica al marxismo es casi nula. Cada fuerza izquierdista tuvo su propio genocida y dictador. Los del PCC enfeudados a Moscú tienen en su haber a Lenin y Stalin; luego vinieron los maoístas. El MOIR se embarcó en la tarea de defender a Mao y redorar el nombre de Stalin. Más allá de los métodos, las fuerzas izquierdistas vieron en Cuba, en la URSS y en la China el modelo a imponer en Colombia: el totalitarismo marxista. Esa pulsión totalitaria aún sigue vigente. Cada uno con su socialismo y su barbarie. El que ahora levanta cabeza es el llamado socialismo del siglo XXI, que enmascara esa vieja ideología de la matanza masiva de individuos y de pueblos.

(1). Johnny Delgado. http://www.elespectador.com/noticias/judicial/articulo-397562-el-caso-chispas

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