LA TRAICIÓN DE SANTOS Y SU DIPLOMACIA DE MUJERZUELAS

Con paciencia, Juan Manuel fue urdiendo los hilos que lo llevarían al poder que siempre le fue esquivo y que buscó mediante sus alianzas con narcos, guerrilleros y paramilitares

DIPLOMACIA DE MUJERZUELAS

La traición de Santos

Una piara pequeña de traidores pisoteó las esperanzas de la inmensa mayoría de colombianos que, asqueados con esta farsa previamente montada por Santos, nos quedamos hoy con un sinsabor que producen las puñaladas traperas que solamente los matarifes de pueblo y los envenenadores cicateros saben propinar

Por Ricardo Puentes Melo

Agosto 10 de 2010

Los más de nueve millones de colombianos que votamos en contra de las FARC y sus alianzas con el narcotráfico, fuimos engañados por Juan Manuel Santos, el camarada que se declaró de “la Tercera Vía” una vez resultó ganador en la contienda electoral.

Eduardo Santos Montejo, siempre despreció a su familia

Cuenta el libro “El Tío”, que desde chiquito, cuando su tío-abuelo era un expresidente tan distante y seco como elitista, el padre de Juan Manuel –don Enrique- inculcó en sus hijos la necesidad de mantener la tradición de poder en la familia. Aunque Eduardo Santos (el tío-abuelo) siempre despreció a sus sobrinos Enrique y Hernando por razones que después comentaremos, y tuvo predilección por el pelirrojo Daniel Samper Pizano (hijo de un antiguo colaborador suyo) quien se vio abocado por sus padres a lamerle las botas al viejo Eduardo, en búsqueda de un pellizco del poder enorme que el expresidente ejercía sobre el país por intermedio de su periódico, El Tiempo, el patriarca sabía la clase de personas que eran sus sobrinos… por algo eran de su misma sangre.

Mientras Hernando Santos retozaba por ahí, don Enrique –padre de Juan Manuel y Enrique, entre otros- siempre tuvo la obsesión de que uno de sus hijos debería ser presidente de Colombia. A costa de lo que fuera, incluso usando la traición.

Una vez fallecido Eduardo Santos, su sobrino Hernando –ayudado por otros personajes públicos que luego comentaremos- se apropió de la mayoría accionaria del influyente periódico que, eso lo saben todos, puso y quitó presidentes hasta Andrés Pastrana. El Tiempo nos impuso siempre sus candidatos y su grado de poder se vio plenamente cuando decidió que Ernesto Samper se atornillaría en el solio presidencial, así hubiese sido elegido con dinero de los narcos. Igual lo hizo con Pastrana a pesar de que le entregó el país a la guerrilla.

El país hacía lo que los Santos ordenaban. Y todavía sucede.

Sabiendo esto, Álvaro Uribe –y es mi percepción- se alió con los Santos nombrando a Francisco Santos como su fórmula vicepresidencial y Juan Manuel como su ministro de Defensa.

Con paciencia, Juan Manuel fue urdiendo los hilos que lo llevarían al poder que siempre le fue esquivo y que buscó mediante sus alianzas con narcos, guerrilleros y paramilitares para derrocar a Ernesto Samper. Como suelen hacer los Santos, mientras unos apoyan, los otros se oponen… de cualquier manera siempre salen ganando.

Uribe siempre supo la clase de personas que son la mayoría de los Santos. Ellos encarnaban todo lo que Álvaro Uribe siempre despreció: traición, promiscuidad sexual, homosexualidad, drogadicción, clasismo, ‘coctelerísmo’, tráfico de influencias, mezquindad y arribismo. Pero, al igual que sucedió con el nombramiento de Fabio Valencia Cossio, la situación de postración moral del país hacía necesario darles a ciertos corruptos parte del pastel burocrático.

Santos, como todos los que maquinan en la oscuridad, estuvo detrás del hundimiento del referendo reeleccionista. De eso no tengo duda alguna. Es más, su primera visita endógena fue para los magistrados que, de hoy en adelante, podrán estar tranquilos porque la narcojusticia continuará corrompiendo las cortes para bien de los magistrados y para desastre del país.

Hugo Chávez y Juan Manuel Santos, los camaradas caradura

Juan Manuel Santos, a solamente dos días de su gobierno, ha echado al traste los ocho años de trabajo de Uribe en el tema de seguridad y soberanía: Retiró el proyecto de reforma a la justicia que había radicado Uribe en el Congreso y que acababa con la tiranía de jueces, fiscales y magistrados que hoy tienen apabullados a los colombianos de bien y en estado de protección e impunidad a los narcoguerrilleros; prometió a las altas Cortes que podrían seguir haciendo lo que se les diera la gana con nuestros militares, es decir, vengando las acciones de las FF.MM en contra de la guerrilla y los narcos; ratificó a su protegido, el general Suárez Bustamante (La Machaca), con quien conspiró junto al guerrillero Franco para atacar a oficiales del ejército que eran incómodos para los narcos y la guerrilla; le dio la razón a Hugo Chávez llamando mentiroso a Álvaro Uribe, quien reveló al mundo que Chávez acogía a las FARC en su país, que financiaba a la guerrilla y que permitía que Venezuela fuera corredor de droga hacia los Estados Unidos y Europa. Eso, sin contar que nombró en su gabinete a personajes envueltos en escandalosas relaciones con capos de la droga y guerrilleros.

Los grandes medios y algunos sectores de industriales, hoy a los pies de los Santos, están de plácemes. Todos se agruparon como buitres para llamar mentiroso belicista a Álvaro Uribe, y santo inocente a Hugo Chávez. Según Chávez y Santos, en Venezuela no hay ni hubo guerrilleros protegidos por el tirano bolivariano.  Hasta el adicto Benedetti, hasta hace poco uribista, le puso nalga a Chávez.

Los colombianos nos sumimos de nuevo bajo la tiranía de la guerrilla. Una piara pequeña de traidores pisoteó las esperanzas de la inmensa mayoría de colombianos que, asqueados con esta farsa previamente montada por Santos, nos quedamos hoy con un sinsabor que producen las puñaladas traperas que solamente los matarifes de pueblo y los envenenadores cicateros saben propinar mientras que la víctima cree firmemente que su verdugo no es tal, sino su salvador.

Pero los Santos son especialistas ancestrales en eso. La malaleche no se quita en cocteles ni en Harvard.

Agosto 10 de 2010

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