EL ÉXITO DE LA UNIDAD NACIONAL

Si Santos cree que el Acuerdo ha dejado de serle útil, puede dinamitarlo. Pero no hay razones aun para pensar que eso pueda suceder. Uribe tampoco transitará ese camino. No le conviene pelear con el Presidente. Al menos por ahora

EL ÉXITO DE LA UNIDAD NACIONAL

Rafael Nieto Loaiza

Por Rafael Nieto Loaiza

El Acuerdo de Unidad Nacional es pieza sin la cual es imposible entender el gobierno del presidente Santos y los éxitos alcanzados hasta hoy. El Acuerdo proporciona gobernabilidad, asegura la agenda legislativa, permite limar asperezas entre los partidos que están en el pacto, y libera al Presidente de tener que lidiar con las aspiraciones burocráticas de cada parlamentario.

Durante la campaña electoral, caído en desgracia Rafael Pardo, las preferencias de los congresistas liberales estuvieron con Mockus. Su tesis era que con la victoria de Santos los de la U y los conservadores tendrían ventaja y que, en cambio, con Antanas estarían todos en el suelo. Como al final lo que a los congresistas les preocupa son sus propias curules, los liberales creían que con Mockus, si bien no tendrían burocracia, tampoco la tendrían sus contendores. Las condiciones de la competencia, pensaban, serían más iguales.

Pero el milagro se les hizo con el discurso de aceptación de la victoria, donde Santos abrió las puertas a partidos distintos a aquellos que lo apoyaron en la contienda electoral. Después de doce años de desierto, ansiosos como estaban por oxígeno, no dudaron ni un segundo en aceptar la invitación. Que Santos fuera la reencarnación del diablo uribista ya no tuvo ninguna importancia.

El control del Congreso estaba asegurado con la U y el Conservatismo, que juntos hacen mayoría en ambas cámaras, y reforzado con Cambio Radical. Pero es la entrada del Liberalismo lo que cambia de manera sustantiva las reglas de juego. Con los cuatro partidos en la coalición, Santos no depende de ninguno. Con tres de ellos le basta y le sobra. Si la U tiene dudas sobre la ley de víctimas, la impulsa con los demás. Si al Liberalismo no le gustan la de sostenibilidad y la regla fiscal, los otros le aseguran su paso tranquilo en el Congreso. Esa ventaja supone que ningún partido, y ningún congresista, está en capacidad de detener o torpedear la agenda legislativa del Gobierno. En consecuencia, ninguno puede chantajear al Ejecutivo. La debilidad de Uribe, que debió negociar permanentemente con los parlamentarios de la U, Cambio Radical y el Conservatismo, ha quedado superada.

Santos y aliados en la Unidad Nacional

El Acuerdo es la razón del éxito de Santos en el Congreso. No fue sólo la típica luna de miel del primer año de gobierno. De hecho, si el Acuerdo se mantiene la agenda legislativa del Presidente seguirá fluyendo sin dificultades en las legislaturas que están por venir. Por cierto, ello ocurrirá sea quien sea el Ministro del Interior. No resto méritos a Vargas Lleras, que los tiene en este año. Sólo resalto que es el mecanismo, más que el Ministro, lo que proporciona  la certeza de que los proyectos de ley de origen gubernamental salgan adelante.

El Acuerdo, sin ninguna duda, se mantendrá por lo menos hasta octubre de este año. No habrá parlamentario que se salga antes de las elecciones regionales. De esa foto no se mueve un solo mico. Ni tontos que fueran.

Las posibilidades futura de ruptura no dependen, en realidad, ni de los partidos ni de los parlamentarios. No tienen fuerza suficiente para atreverse. El control lo tienen el presidente Santos y el ex presidente Uribe. Si Santos cree que el Acuerdo ha dejado de serle útil, puede dinamitarlo. Pero no hay razones aun para pensar que eso pueda suceder. Uribe tampoco transitará ese camino. No le conviene pelear con el Presidente. Al menos por ahora.

Junio 26 de 2011

 

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