ESPAÑA: ANTE UN NUEVO CICLO POLÍTICO

Nadie le demandaba a Rajoy que hubiera sido un revolucionario en el sentido literal de la palabra, pero sí que hubiera tenido el coraje cívico para liderar un proceso de regeneración moral de la sociedad española

España ante un nuevo ciclo político

Nadie le demandaba a Rajoy que hubiera sido un revolucionario en el sentido literal de la palabra, pero sí que hubiera tenido el coraje cívico para liderar un proceso de regeneración moral de la sociedad española

Ricardo Angoso
Ricardo Angoso

Por Ricardo Angoso

Marzo 24 de 2015

Se acabó el bipartidismo en España. Ya no son encuestas, sino los resultados de dos importantes elecciones -las europeas y las andaluzas- las que avalan esta tesis. La emergencia de dos nuevas fuerzas políticas en la escena, una a  la derecha y otra a la izquierda, Ciudadanos y Podemos, respectivamente, dejará, con toda seguridad, la gobernabilidad del país y de numerosas instituciones locales y regionales en manos de complejas coaliciones y de amplios consensos, tal como ocurre en otras partes de Europa sin que haya grandes cataclismos ni desórdenes graves.

La gravísima situación económica, junto con una corrupción desbocada, infame y sin que tenga precedentes en nuestra historia reciente, ha provocado un notable descontento en la ciudadanía y un estado de malestar que se está manifestando en las urnas. El gobierno de Mariano Rajoy, además, ha generado con sus recortes sociales y su política de austeridad impuesta por la “troika” y la Unión Europea (UE), una fuerte contestación a unas medidas que no son bien entendidas por la sociedad y que golpean a los más débiles. Luego mientras se aplicaban esas políticas, salían a relucir numerosos escándalos que afectaban a la cúpula del partido gobernante, el Partido Popular (PP), e incluso a algunos miembros del ejecutivo.

Exigían sacrificios, austeridad y comprensión ante la tragedia social y económica, al tiempo que muchos en las filas de esa formación política se enriquecían y participaban del saqueo -no tiene otro nombre- de las arcas de las instituciones. Pero la corrupción no solo se extendió por las filas populares, sino que, como la metástasis de un cáncer terminal, acabó por afectar a numerosos cargos socialistas e incluso nacionalistas. Un tahúr sin vergüenza y henchido de soberbia, Jordi Pujol, manejó a Cataluña como un cortijo y puso el proyecto nacional al que supuestamente servía al servicio del enriquecimiento ilícito de su familia. Al día de hoy, Pujol todavía no ha dado una respuesta creíble acerca de su millonario patrimonio y el de sus hijos, sino que un tono desafiante y poco respetuoso hacia las instituciones se niega a dar cuenta de sus sucios negocios y manejos en sus tres largas décadas de latrocinio organizado desde el poder.

Mariano Rajoy
Mariano Rajoy

Gobiernos de coalición, parlamento atomizado. Pese a que el sistema electoral en España castiga a las pequeñas formaciones y premia a las grandes, algo que siempre ha beneficiado a los socialistas y populares, que llevan años gobernando el país y repartiéndose cargos, ahora las cosas van a ser muy distintas. Si extrapolamos los resultados de las últimas elecciones celebradas en el país y tenemos en cuenta los últimos sondeos y encuestas publicadas, que señalan tendencias electorales, es más que seguro que en el próximo parlamento habrá casi una veintena de fuerzas políticas presentes en el próximo legislativo.

Sin embargo, a pesar de la complejidad que puede mostrar el nuevo parlamento, parece que el juego será a cuatro: dos grandes fuerzas de izquierdas que se disputan el primer puesto para poder presidir el gobierno (PSOE y Podemos) y dos grandes a la derecha con el mismo objetivo (PP y Ciudadanos). Luego habrá otras fuerzas de carácter menor, como el nacionalismo vasco (PNV y Bildu) y el catalán (CiU, ERC, CUP e ICV), que tendrán un papel relativo pero que podrán ser determinantes a la hora de formar un gobierno de coalición.

En ese escenario atomizado y profundamente fragmentado, los socialistas lo tienen, si consiguen el primer puesto en votos y escaños parlamentarios, mucho más fácil que la derecha que representa el PP. ¿Y por qué? Muy fácil: el próximo parlamento, a tenor de lo que ha ocurrido en las últimas elecciones y apuntan todos los estudios de opinión, tendrá mayoría de izquierdas y los socialistas tendrán a su mano obtener una fuerza parlamentaria que les permita formar gobierno.

Luego, en parte por su ceguera política, los populares no tienen con nadie con quien pactar. Los nacionalismos periféricos, desde el catalán al gallego pasando por el navarro, el canario y el vasco, les detestan por su forma de entender la España de las autonomías y por su sempiterna negativa a reformar la Constitución de 1978, que se mire por donde se mire hace años que hace aguas y necesita una reforma urgente. Las constituciones modernas no son las tablas de la Ley de Moisés ni conceptos inamovibles ni eternos.

Pero hay otro fenómeno que cada día que pasa les resta posibilidades a los populares. La emergencia de Ciudadanos, que responde a planteamientos de centro liberal, está erosionado peligrosamente la base electoral del PP y como se ha visto en las elecciones andaluzas, en las que los populares perdieron catorce puntos porcentuales y casi una veintena de diputados, es la principal amenaza que ahora padece esta fuerza política que seguramente pasará a la oposición en los próximos comicios generales.

Torpeza innata de Mariano Rajoy. Luego está la innata torpeza del máximo líder popular y presidente de

Mariano Rajoy y Juan Manuel Santos
Mariano Rajoy y Juan Manuel Santos

Gobierno. En lugar de haber liderado una necesaria catarsis en las filas populares, habiendo echado a los mercaderes del templo y a los corruptos, se atrincheró en el búnker del Palacio de la Moncloa y se negó a liderar una cruzada moral en contra la corrupción, el despilfarro reinante y el saqueo del Estado al que me he referido antes. No tuvo reflejos políticos siquiera para poner orden en su partido, para limpiar el interior de sus filas, y dejar fuera de juego a aquellos que hicieron de lo público un vulgar ejercicio para exhibir su desenfrenada cleptomanía. Y de aquellos barros, de ese dejar pasar, dejar hacer, vienen estos lodos.

Nadie le demandaba a Rajoy que hubiera sido un revolucionario en el sentido literal de la palabra, pero sí que hubiera tenido el coraje cívico para liderar un proceso de regeneración moral de la sociedad española y haber puesto en marcha las reformas que el sistema  nacido en la Transición política demandaba en estos momentos. Tuvo la mayoría parlamentaria para hacerlo, el apoyo de una sociedad que en esos momentos lo pedía a gritos, pero no tuvo el valor de hacerlo y otras fuerzas, como el caso de Podemos, se pusieron al frente de ese movimiento social y ahora estamos pagando las consecuencias de esa cobardía.  Es por todo ello, en definitiva por los errores de unos y el oportunismo de otros, por lo que el bipartidismo está llegando a su fin en España. Deseemos que sea para bien. Continuará.

@ricardoangoso

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