ESPAÑA DEMANDA UN CAMBIO ANTE LOS NUEVOS DESAFÍOS

Falta una mayor iniciativa por parte de los poderes públicos en ayudar a los emprendedores y a los nuevos empresarios. Ni siquiera existe la tan cacareada ventanilla única, de la que tanto alardean nuestros ignorantes políticos, y montar una empresa en España es todavía una tarea mucho más ardua que en Chile, Puerto Rico y Uruguay

España demanda un cambio ante los nuevos desafíos

Falta una mayor iniciativa por parte de los poderes públicos en ayudar a los emprendedores y a los nuevos empresarios. Ni siquiera existe la tan cacareada ventanilla única, de la que tanto alardean nuestros ignorantes políticos, y montar una empresa en España es todavía una tarea mucho más ardua que en Chile, Puerto Rico y Uruguay

Ricardo Angoso
Ricardo Angoso

Por Ricardo Angoso

Julio 29 de 2105

España vive un momento único en su historia. El modelo político imperante hasta ahora, que había sobrevivido desde la Transición política, está en crisis y naufraga en medio de una corrupción sin precedentes -ni siquiera la dictadura  franquista perpetró un saqueo semejante- y una dirigencia absolutamente desconectada de la realidad y del pueblo al que teóricamente debería servir. Se pasó del desinteresado servicio público, que es la verdadera razón de los elegidos democráticamente por los ciudadanos, a un vil, vulgar y espurio negocio; la clase política se vendió al becerro de oro y la sociedad comenzó a darles la espalda, tentada por la demagogia populista y salvadora.

1.las necesarias reformas políticas. Ese es el primer dilema de España, el cambio político y la introducción de nuevos paradigmas de comportamiento en nuestra sociedad. La época del crecimiento económico, con sus secuelas de fácil enriquecimiento y la tan temida burbuja inmobiliaria, que nos engulló y todavía nos engulle a todos, trajo el dinero fácil, la compra de favores políticos y una cascada de escándalos que todavía no ha concluido.

Ese cambio político, que ya se anuncia por parte de todos los actores, incluso de los dos grandes partidos, el Partido Popular (PP) y el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), es ya un imperativo, una demanda de la calle inexcusable y que implicará grandes reformas en todos los órdenes, pero especialmente en los mecanismos de control de los ciudadanos sobre los poderes públicos.

El actual gobierno, que es absolutamente arbitrario, autoritario e incompetente, no podrá liderar ese proceso, es incapaz de generar un cambio de esa naturaleza quien es el mejor ejemplo de un comportamiento corrupto y absolutamente contrario a los intereses del país. Han cometido las peores depredaciones en medio de la crisis política, social y económica de un régimen -no merece otro nombre- agónico y conducido por una manga de embusteros y mentirosos sin vergüenza alguna.

Crearon todo un sistema de compromisos y complicidades  en torno al aprovechamiento del Estados y sus infinitos beneficios. La maquinaría pública, la del Estado que debía ser transparente y limpia, fue puesta al servicio de una elite irrefrenable en el saqueo, el latrocinio y el despiadado pillaje de los fondos públicos. Mientras se producía este auténtico desfallecimiento, caracterizado por una casta que no respetó ni respeta los más elementales valores nacionales, el país se sumió en una crisis sin precedentes. Desgraciadamente, en España no hay patriotas, ni patriotismo, se habla mucho de España en vano y se cometen todo tipo de abyectos delitos en su nombre, todo ello rodeado del manto de la impunidad, la mentira sin sonrojo y la burda retórica carente de contenidos reales. Se engaña desde el poder para perpetuarse, precisamente, en el poder.

La crisis en España viene desde hace bastante tiempo
La crisis en España viene desde hace bastante tiempo

2.Una nueva cultura económica para ser más competitivos y productivos. Nuestro segundo gran desafío, o dilema ante el que nos encontramos, es la necesidad de una gran reforma económica, en definitiva, parecernos más a Noruega y Singapur que a Grecia e Italia. Trabajamos muchas horas pero mal y no somos nada competitivos. Hace falta una nueva cultura económica que implicará una mayor racionalidad, unos horarios más europeos y, sobre todo, una apuesta decidida y sería por una educación de calidad. Nuestros estándares educativos están hoy por detrás de algunos países de América Latina y muy pocas de nuestras universidades están entre las cien mejores del mundo. 

Pero también tenemos que ser capaces de apostarle a la innovación tecnológica y al desarrollo científico; resulta alarmante que ninguna de las grandes empresas tecnológicas del mundo sean europeas y que en este terreno tanto Asia como Estados Unidos lideran este estratégico campo. Luego está la cultura española con respecto al empleo; la mayoría de los jóvenes quieren ser funcionarios y vivir del cuento de por vida y son muy pocos los que quieren ser emprendedores y abrir nuevas empresas.

Falta una mayor iniciativa, un mayor esfuerzo por parte de los poderes públicos en ayudar a los emprendedores y a

Dónde está la ventanilla única?
Dónde está la ventanilla única?

los nuevos empresarios. Ni siquiera existe la tan cacareada ventanilla única, de la que tanto alardean nuestros ignorantes políticos, y montar una empresa en España, tal como reflejan numerosos indicadores internacionales, es todavía una tarea mucho más ardua que en Chile, Puerto Rico y Uruguay, por citar tres de los países con que muchos españoles no osarían nunca compararse. Nos creemos europeos, pero no lo somos en muchos aspectos, se nos vendió esa quimera y resultó ser una ilusión. Tenemos que comenzar a pensar en grande, a construir un nuevo país bajo nuevos parámetros basados en la productividad y en la competitividad.

3.Una nueva arquitectura territorial. La Constitución de 1978 fue un gran paso para la consecución de la democracia en España y para vertebrar y articular al país tras cuarenta años de dictadura. Pensar que ese texto constitucional son las Tablas de la Ley de Moisés es un craso error. Esa Carta magna nos sirvió para rediseñar el país, descentralizar la nación y abrir un proceso de transferencia de numerosas competencias desde el Estado central a las comunidades autónomas (regiones), a las provincias y, finalmente, a los entes locales.

Sin embargo, y cuando han pasado cuatro décadas desde que los españoles votaran afirmativamente por ese texto ya agotado, es hora de hacer la necesaria crítica y plantear un nuevo modelo de Estado que sirva de “encaje” a las comunidades históricas que siguen cuestionando su permanencia en España, como es el caso de Cataluña y el País Vasco.

Lo que no puede hacer el presidente de Gobierno, Mariano Rajoy, es mirar para otro lado cuando surge el desafío secesionista de Cataluña, sino que debe de viajar allá para explicar las cosas, como hizo David Cameron al viajar a Escocia, consiguiendo convencer a los escoceses de la ventajas de seguir en el Reino Unido y no lanzarse a la aventura independentista. Tiene que haber otro camino intermedio entre la independencia pregonada por los apóstoles de la supremacía étnica catalana y los españolistas de nuevo cuño.

Luego hay otros problemas. Existen en casi todos los municipios de España hasta cinco niveles de la administración -europea, central, autonómica, provincial y local- y eso no es óbice para que nuestra burocracia sea, sin lugar a dudas, una de las peores del continente. Menos administraciones y más gestión, menos burócratas y más eficiencia. Hacer una gestión relacionada con lo público en España es llorar, un mero trámite se demora días e incluso años, como ocurre en nuestro decrépito sistema judicial. Nos hace falta, en definitiva, una verdadera revolución, un cambio en profundidad.

@ricardoangoso

rangoso@iniciativaradical.org

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