INDÍGENAS CRISTIANOS SON PERSEGUIDOS EN COLOMBIA

El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), bajo la influencia de líderes de la guerrilla, se alió con jerarcas del catolicismo y empezaron a perseguir a los indígenas cristianos protestantes y evangélicos

¿Por qué son perseguidos los indígenas cristianos en Colombia?

Ana Silvia Secué, representante de la organización OPIC. Convertida al cristianismo evangélico, perseguida por las FARC
Ana Silvia Secué, representante de la organización OPIC. Convertida al cristianismo evangélico, perseguida por las FARC

El Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), bajo la influencia de líderes de la guerrilla, se alió con jerarcas del catolicismo y empezaron a perseguir a los indígenas cristianos protestantes y evangélicos

Por Francisca Ortega

12 de noviembre de 2014

La llamada la guardia indígena ataca violentamente a otros indígenas por ser cristianos.

Juan y María* son una pareja de indígenas de la comunidad Nasa, procedentes del Cauca, cuya familia ha vivido en carne propia los embates de sus coterráneos que se oponen a la expansión del evangelio en regiones indígenas, argumentando su “autonomía” sobre sus territorios. A principios de 2012, la casa donde Juan predicaba y María enseñaba y daba alimentos a los niños de la vereda donde vivían fue invadida por miembros de la guardia indígena que los atacaron con palos, los golpearon a ellos y a sus dos hijos, y los expulsaron del territorio, obligándolos a desplazarse.

Estos hechos y los constantes ataques a los que han sido sometidos a partir de entonces, entre los que se cuentan la frecuente vigilancia sobre su residencia actual, la prohibición de retornar a su antiguo lugar de residencia y la alianza con grupos armados ilegales que intervienen en el conflicto armado de Colombia, para que sean ellos los encargados de darles muerte, son solo algunos acontecimientos que han tenido que afrontar en el último año.

Las autoridades indígenas que se oponen a la presencia de los cristianos en los territorios han aprovechado la influencia que algunos grupos armados, como las FARC, tienen en la zona para buscar, a través de alianzas, intimidar a los creyentes. Como resultado de estos convenios la persecución contra los cristianos en los departamentos de Cauca, Chocó, Guajira, Córdoba, y en la Sierra Nevada de Santa Marta, se han incrementado en los últimos años provocando desplazamientos y temor entre la población de las comunidades que habitan en estas regiones.

De acuerdo con información obtenida por Puertas Abiertas, organización que apoya a la Iglesia perseguida en el mundo, el origen de esas alianzas de los indígenas colombianos con miembros de los grupos armados datan desde los años 70s cuando el movimiento insurgente M-19 empezó a “visitar” a quienes estaban en cargos de autoridad, para exigirles que buscaran su “independencia” de quienes “los habían colonizado y robado aquello que les pertenecía”.

La guerrilla buscó, a través de ese trabajo de intoxicación ideológica, dominar a la población indígena, convenciéndola de que ellos eran sus redentores y que todo aquello que representara al “Imperio de Occidente” debía ser rechazado. Esto también incluía rechazar violentamente a quien pensara y actuara distinto. Ese fue el origen de la persecución del Evangelio en las zonas indígenas y del rechazo antidemocrático de toda predicación que tuviera que ver con la Biblia.

Periodismo Sin Fronteras con Alexander Mestizo (Nasa), Diana Perafán (Yanacona) María Helena Gueti, indígena Nasa, perseguidos por el CRIC, las FARC y estafados por el Colectivo Alvear Restrepo (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Periodismo Sin Fronteras con Alexander Mestizo (Nasa), Diana Perafán (Yanacona) María Helena Gueti, indígena Nasa, perseguidos por el CRIC, las FARC y estafados por el Colectivo Alvear Restrepo (Foto Periodismo Sin Fronteras)

Esta persecución tiene un antecedente remoto. En 1918, el misionero estadounidense Otto Ángelo empezó a introducir las historias bíblicas en los territorios indígenas del Cauca. Siete años más tarde se erigió la primera iglesia cristiana evangélica, bajo el patrocinio de ese misionero y de la congregación de la Alianza Cristiana Misionera. Cuando los misioneros empezaron a explicar que los rituales indígenas eran contrarios a lo que Dios dice en Su Palabra comenzó la persecución contra los misioneros y fueron quemadas las primeras iglesias que funcionaban en las casas de los indígenas.

Fueron estos misioneros los primeros en intentar una educación basada en los principios bíblicos; sin embargo, las autoridades indígenas, bajo la influencia de las ideas marxistas de los líderes guerrilleros, no aceptaron que los niños indígenas recibieran clases de geografía y religión. Esto hizo que los misioneros tuvieran que salir de esos territorios y regresar a su tierra natal. Eso generó éxodos de población. A causa de la accidentada topografía colombiana, cubierta de montañas y caudalosos ríos, muchos niños y ancianos murieron de hambre y de enfermedades durante esas huidas.

En los años 1970’s se conforma el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), bajo la influencia de líderes de la guerrilla. Estos se aliaron a jerarcas del catolicismo y empezaron a perseguir a los indígenas cristianos protestantes y evangélicos. Para eso utilizaron el grupo indígena insurgente Quintín Lame y contaron con apoyo de las autoridades indígenas agrupadas en los cabildos.

Esa persecución obligó a los indígenas que se habían convertido al cristianismo a refugiarse en las montañas del Cauca y del Tolima. Los que llegaron allí comenzaron a impartir clases de matemáticas, ciencias, sociales, lenguaje y de Biblia a escondidas: debajo de los árboles y en casas de familia que funcionaban como iglesias. Sin embargo, los jefes del CRIC empezaron a irrumpir en las casas y a llevarse a los niños para que fueran entrenados militarmente en los grupos subversivos.

Ante esa situación los indígenas cristianos intentaron desarrollar programas educativos basados en las enseñanzas bíblicas, sin resentimientos y sin violencia. Y así lo han venido haciendo desde entonces.

Para conseguir estos propósitos, a finales de la década pasada surgió la organización indígena OPIC (Organización Pluricultural Indígena de Colombia) en el Cauca que comenzó a gestionar ante el Gobierno su personería jurídica. Ello le permitiría presentar y desarrollar proyectos comunitarios en áreas específicas como educación, salud, vivienda y territorio. Cuando la OPIC obtuvo el reconocimiento del Gobierno, también adquirió la posibilidad de recibir dineros para gestionar sus proyectos.

Los cabecillas de las guerrillas colombianas que durante décadas han aprovechado el relieve montañoso del Cauca para ocultarse y desde allí perpetrar sus acciones, advirtieron a las autoridades indígenas que si permitían que los cristianos se organizaran y recibieran dinero del Estado, ellos, los cabildos, perderían autoridad. Con ese argumento los convencieron de que acabaran con los planes de los cristianos y sus organizaciones.

Aprovechando el cambio de Constitución en 1991 convencieron a los líderes indígenas de que debían reclamar la autonomía de sus territorios. Si bien la ley les otorgó la autonomía, aún no existe una reglamentación de esa ley. Existe por eso desorientación y desconocimiento de la aplicación de la norma en relación con otras que también están consignadas en la ley. Explotando ese vacío jurídico han cometido atropellos contra los indígenas que piensan diferente.

Con conocimiento o no, amparados bajo este argumento de la autonomía, las autoridades indígenas han ocasionado o validado el enjuiciamiento de dos indígenas bajo falsas acusaciones. Ellos fueron condenados a 20 y 15 años de prisión en cárceles de máxima seguridad, uno en Popayán (2011) y otro en Huila (2013) por querer un sistema educativo diferente para sus hijos y niños de su comunidad. Además, hay cerca de 230 familias (más de 1.500 personas) desplazadas en  los departamentos de Huila, Cauca, Córdoba y Cesar, sin sus mínimos vitales cubiertos. En 2012, fueron destruidas 40 casas en Magdalena y Cauca. Actualmente cerca de 70 maestros trabajan sin recibir salario. Las escuelas funcionan sin aulas y los cristianos reciben constantes amenazas, maltratos físicos y verbales y exclusiones en el sistema de salud y educación.

Aunque los líderes más representativos de los más de 3.000 indígenas que se encuentran en esta horrible situación han acudido a las autoridades colombianas para denunciar los atropellos a los que han sido sometidos, la respuesta que reciben, en la mayoría de los casos, es que se trata de “conflictos internos” que deben resolverse “entre las comunidades”. En otras palabras, las autoridades colombianas validan así la  opresión de los indígenas cristianos y se niegan a intervenir aunque la ley y la Constitución protegen (¿teóricamente?) la libertad de cultos en todo el territorio nacional. El artículo 19 de la Constitución colombiana agrega:  “Toda persona tiene derecho a profesar libremente su religión y a difundirla en forma individual y colectiva. Todas  las confesiones religiosas e iglesias son igualmente libres ante la ley.”

Alexander Mestizo, y Diana Perafán
Alexander Mestizo, María Helena Gueti y Diana Perafán

En Colombia hay cerca de seis millones de personas víctimas de desplazamiento interno, y los cristianos de las comunidades indígenas son solo una pequeña muestra que refleja la intensidad del conflicto armado que se vive desde hace más de 60 años. Juan y María son solo dos nombres en medio de la estadística.

Algunos de los hechos más tristes que han enfrentado los cristianos en las diferentes tribus nativas de Colombia durante el último año son:

Nasa (Cauca y Huila). Esta comunidad indígena ha sido la más afectada en los últimos tres años. Un ejemplo de esto es que el 18 de agosto de 2014, después de que miembros de la Guardia Indígena llegaron a amenazar a quienes estaban reunidos en la iglesia, es dijeron que debían abandonar el lugar e intentaron golpear al predicador. Cinco días más tarde, en la vereda de Llano Buco en Huila, las autoridades indígenas destruyeron la vivienda donde se reunían los cristianos y repartieron las tierras que estaban ocupando dos familias, obligándolas a huir del lugar. Esto hizo que una de las madres se enfermara y fuera hospitalizada. El 13 de septiembre de 2014, la esposa de uno de los dos indígenas encarcelados fue amenazada con ser desplazada, junto a sus cuatro hijos pequeños. Entre ellos hay una bebé de 6 meses de edad. Hay otras 22 familias (90 personas) que han sufrido amenazas similares.

Embera Katíos (Córdoba). En marzo de 2014, 23 familias desplazadas de esta comunidad estaban reunidas en un local vacío que usaban para sus ceremonias religiosas. Después del servicio, habitantes del barrio destruyeron el techo de la iglesia y  obligaron a los indígenas cristianos a buscar otro lugar donde reunirse.

 Wounaan (Chocó) A finales de 2013, un pastor indígena de esta comunidad fue amenazado de muerte por las autoridades indígenas.  En un comunicado le anunciaron que debía abandonar el lugar y no seguir predicando el evangelio.

*Nombres cambiados para proteger la identidad.

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