LA COMPRAVENTA DE LA PAZ

Todo indica que la paz es tan rentable que ha cobrado fuerza una tesis: NADIE ES SANTISTA GRATIS

La compraventa de la paz

Todo indica que la paz es tan rentable que ha cobrado fuerza una tesis: NADIE ES SANTISTA GRATIS.

Juan Fernando Casas
Juan Fernando Casas

Por Juan Fernando Casas

Abril 13 de 2015

Lo de Santos parece rayar en el absoluto desespero. Sus desaciertos y ofensas sistemáticas contra quienes controvierten con sus políticas de paz se hacen cada vez más frecuentes. Comencemos por señalar que tal desespero es directamente proporcional a su impopularidad y a su falta de sindéresis y coherencia para manejar los asuntos del Estado, particularmente, aquellos que tienen que ver con la supuesta “paz”, anteponiendo así su ego y auto idolatría a su “talante” como mandatario.

Uno de los primeros síntomas desalentadores que hacen creer que la tal “paz” no es otra cosa que una mentira con apariencia de verdad, en cortas palabras, un sofisma barato que le está saliendo muy caro al país y al presupuesto de la nación por los innumerables contratos que se ordenan desde Palacio, tienen que ver con la cascada de prebendas que se conceden como ofertas comerciales a quienes le hagan un guiño a la paz santista. Esta realidad se evidencia a diario y las redes sociales no son la excepción. Hace poco circulaba una frase que no podía describir mejor los apoyos al gobierno: NADIE ES SANTISTA GRATIS.

No es de extrañar esta afirmación si se tiene en cuenta que Santos y la paz que promueve a la medida de sus intereses, necesita, inexorablemente, la gasolina de la maquinaria del Estado o mejor aún, como lo definió el filósofo de la economía gubernamental, hoy presidente de ECOPETROL, de la famosa mermelada. Ya lo hemos visto con los contratos a diestra y siniestra, desde las marchas pagadas hasta los millonarios desembolsos a sus amigos personales como Tony Blair. Este derroche abusivo y desconsiderado con los colombianos y sus impuestos no tiene antecedente en la historia del país; la inmoralidad del Gobierno en estos asuntos no tiene límite ni vergüenza.

Juan Manuel Santos con los generales Mora y Naranjo
Juan Manuel Santos con los generales Mora y Naranjo

Tampoco tienen límite ni vergüenza los insultos que “Lord Santos” profiere contra sus críticos. Los irrespetuosos comentarios contra el expresidente Álvaro Uribe y el Procurador General Alejandro Ordoñez ya hacen parte de su desesperado libreto oficial. No cabe duda que Santos ha perdido la cordura, quizás porque se está dando cuenta que la plata se le puede acabar y que los narcoasesinos y genocidas de las Farc no le van a caminar sino al socialismo, lo que implica impunidad, reconocimiento de derechos políticos y autonomía territorial a menra de soberanía revolucionaria.

Santos sabe que los colombianos no le caminamos a tal despropósito, por ello, en el arte de recular es un especialista consumado y ha dicho recientemente que si le “toca correrse se corre”, refiriéndose a levantarse eventualmente de la mesa de negociación de La Habana. Sus tibias amenazas no pasaron de un titular en Colombia al tiempo que en la Cumbre de las Américas sostuvo ante la opinión pública internacional que nunca habían avanzado tanto en la consecución de la paz. ¿A cuál de los múltiples Santos habrá que creerle?

Ciertamente a ninguno, porque la bipolaridad intencionada del presidente de Colombia es tan perversa como calculada.

Cálculos despiadados como utilizar la visita del Santo Pontífice para promover su “Nobel de Paz”. Politizar al Vaticano e inmiscuirlo en este asunto vulgar resulta desequilibrado, máxime, si se trata de alguien que no profesa con devoción el catolicismo ni la sana doctrina de la Iglesia. En eso ya cayó demasiado bajo señor presidente.

Volviendo a la Cumbre de las Américas, también han manifestado que el presidente Obama se comprometió de fondo a realizar todos los esfuerzos para ayudar a la paz de Colombia. Importante sería precisarle al presidente de Estados Unidos que el mejor aporte que su gobierno puede hacerle a nuestro país es pedir en extradición a toda esa cáfila de malvivinetes, asesinos y narcotraficantes de las Farc, de tal manera que se reduzca a su mínima expresión la proporción de impunidad.

O acaso, ¿existe tratamiento diferencial ante la justicia norteamericana entre Salvatore Mancuso e Iván Márquez o Timochenko? EEUU jamás se ha prestado para proteger al terrorismo, no creo que en esta ocasión vaya a romper su tradición histórica.

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