LA MARIHUANA GUBERNAMENTAL

A estas alturas nadie discute la evidencia científica que muestra la relación entre el uso de la marihuana y la aparición de desórdenes siquiátricos graves

Santos y la marihuana

Marihuana gubernamental

A estas alturas nadie discute la evidencia científica que muestra la relación entre el uso de la marihuana y la aparición de desórdenes siquiátricos graves

Rafael Nieto Loaiza
Rafael Nieto Loaiza

Por Rafael Nieto Loaiza

Enero 24 de 2016

Son tantas y tan importantes las noticias que se producen en esta patria adolorida, que algunos hechos sustantivos pasan sin ninguna reflexión. Uno de ellos es el decreto gubernamental que legaliza el uso medicinal de la marihuana, expedido también en medio de las vacaciones. El decreto va en la misma dirección del proyecto de Ley 27 de 2014 que fue aprobado en el Senado de la República a principios de diciembre pasado, con 46 votos a favor, 6 en contra y 50 parlamentarios que ni siquiera votaron, y que debe ser estudiado por la Cámara de Representantes en la próxima legislatura.

Para algunos, el decreto se trata de un “avance” como otros del 2015: legalización de la eutanasia, aval de la Constitucional para que las parejas homosexuales adopten, y una iniciativa del fiscal, hasta ahora solo mediática, para que se pueda abortar sin límites. Desde que se entronizara el “derecho al libre desarrollo de la personalidad”, parece haber una puja entre congresistas, magistrados y opinadores para ver quién parece más “progresista”.

Pero vuelvo al decreto de la “marihuana medicinal”. Habría que resaltar la ausencia de controversia. Salvo un muy buen foro en la Academia Nacional de Medicina, casi nada se ha discutido sobre el asunto. Y amerita un gran debate porque:

Algunos de los temas del decreto no son susceptibles de tratamiento administrativo y exigen ser regulados por la ley; los estudios sobre los efectos medicinales de la marihuana muestran que la marihuana misma no los tiene. Por el contrario, es muy dañina. Solo son útiles algunos de sus componentes.

Adictos en Bogotá (Foto El Espectador)
Adictos en Bogotá (Foto El Espectador)

Explico: solo son rescatables los efectos medicinales de algunos componentes de la marihuana, no toda ella. Por tanto, hay que evitar dar la impresión de que la marihuana es benigna y que fumarse un porro, un “cacho”, no hace daño; en efecto, el consumo de marihuana es perjudicial para la salud humana, en especial para el cerebro.

A estas alturas nadie discute la evidencia científica que muestra la relación entre el uso de la marihuana y la aparición de desórdenes siquiátricos graves. El uso regular de marihuana se asocia a mayores riesgos de depresión, ansiedad y esquizofrenia y es también inductor de efectos sicóticos como ataques de pánico, alucinaciones y delirios; está probado que la marihuana es mucho más nociva para los niños y jóvenes y entre más joven se inicia en el consumo, más peligrosa es; contrario a lo que se cree, la marihuana no es solo una puerta de entrada a drogas más fuertes, sino también muy adictiva. Alrededor del 9 % de los usuarios se vuelven adictos y si el consumo se inició en edad temprana, el porcentaje es del 17 %.

Alrededor del 37% de los drogadictos consume diariamente marihuana; para rematar, la marihuana que se consume hoy es muchísimo más potente que la de hace 30 años porque ha aumentado el nivel de THC, la sustancia de la planta que produce la mayor parte de sus efectos sicológicos. Así que los peligros y riesgos médicos y de adicción son mucho mayores hoy; entre las decisiones de la Corte Constitucional y el decreto gubernamental, sumados al discurso presidencial del “fracaso de la guerra contra las drogas” y la suspensión de la aspersión de narcocultivos pactada en La Habana, más las noticias de legalización en algunos estados de los Estados Unidos, se está dando el mensaje de que la marihuana es inocua; y el decreto va a facilitar aun más el acceso y el consumo.

El aumento en el consumo será, sin duda, alto. En Colorado, donde se legalizó, el consumo de marihuana, es 56 % mayor que la media nacional de los Estados Unidos; en Colombia seguramente será peor porque hay grupos armados violentos vinculados a la producción y tráfico de drogas e interesados en que crezca el mercado interno. Si el presente en materia de drogadicción es malo, el futuro es negro.

Como mínimo, el decreto ha debido venir acompañado con una campaña de pedagogía pública que lo explique y que muestre los peligros de la marihuana y desincentive su consumo. ¡Sí, el consumo de marihuana es, también, un asunto de salud pública!.

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