LA MEMORIA ACTIVA DEL COMUNISMO EN EL MUNDO DE HOY

Nada garantiza que Putin tenga éxito en sus propósitos. Sin embargo, el pedido de ayuda a los expertos chinos en esa materia (Internet) reactiva el recuerdo de la solidaridad y de la complicidad en materia ideológica en los tiempos del comunismo

Putin y Xi Jinping

La memoria activa del comunismo en el mundo de hoy

Nada garantiza que Putin tenga éxito en sus propósitos. Sin embargo, el pedido de ayuda a los expertos chinos en esa materia (Internet) reactiva el recuerdo de la solidaridad y de la complicidad en materia ideológica en los tiempos del comunismo

Pierre Rigoulot
Pierre Rigoulot

Por Pierre Rigoulot

Revue Est et Ouest, París

Traducido del francés por E. Mackenzie

http://est-et-ouest.fr/chronique/2016/160504.html

5 de mayo de 2016

El pedido ruso de ayuda técnica a China para controlar Internet  trae a la memoria la solidaridad y la complicidad ideológica de ellos en la época del comunismo.

En el editorial del número más reciente de la revista Historie et Liberté me preguntaba sobre lo que quedaba del comunismo y respondí: su memoria, especialmente su memoria, lo que no es raro pues ésta fue amasada, estructurada y organizada desde hace años por los comunistas, sin que muchos de sus adversarios le hayan respondido y antepuesto otra memoria. “La guerra de las memorias”, para citar el tema reciente de Communisme, la revista de nuestro amigo Stéphane Courtois, ha existido, y el resultado actual de esta guerra es que los comunistas dicen haber jugado un papel brillante, aunque hayan tenido que prescindir de la realidad. Pensemos en las luchas anti-coloniales concebidas por ellos como trampolín para sus objetivos revolucionarios; pensemos en su participación en la Resistencia francesa, en el momento en que comenzaron a hacerla y en la importancia que le atribuyeron enseguida; pensamos en la defensa de la condición obrera, sacrificada en el altar de la lucha de “clase contra clase”.

Stéphane Courtois
Stéphane Courtois

Las voces que los comunistas atraen hoy son pocas, las organizaciones que controlan pesan menos que antes, los intelectuales que los elogian son escasos y sin embargo lo que ellos afirman o niegan todavía es tomado en serio pues la memoria de lo que ellos fueron, inventado por ellos mismos y difundido por todas partes, les da una legitimidad y respetabilidad que no les ofrece hoy lo que ellos son.

Yo habría podido tener en cuenta también la capacidad de los años comunistas para forjar un nuevo mundo, tan durable que esos años se hacen sentir incluso ahora cuando el PC ya no está en el poder, como en Rusia, o que gobierna en una sociedad que se ha vuelto hacia el enriquecimiento individual, como en China.

La alianza anti-occidental que forman a menudo en los asuntos de este mundo la China y Rusia (a pesar de sus profundas divergencias) sorprende a todo observador político. Vemos en cada una de esas ex grandes potencias comunistas la misma determinación para luchar contra el modelo democrático liberal, la misma voluntad para erigir un poder que haga caso omiso de las libertades civiles y de los derechos humanos para controlar estrechamente la sociedad civil, si no es para negarla intentando imponerle una ideología oficial.

Esto último parece estar muy lejos del comunismo que triunfaba hace unas décadas. La religión ortodoxa en Rusia, el

Konstantin Malofeev
Konstantin Malofeev

nacionalismo en China, pueden ser movilizados en lugar de la antigua mitología. Pero reaparece la misma voluntad de dominar y controlar los pensamientos individuales y es difícil no ver un eco lejano de la época en que el poder iba aún más lejos que un control ideológico e imponía a todos una ideología única y obligatoria.

Es la misma voluntad y son los mismos métodos. Hemos leído con interés en el Financial Times del 27 de abril, el artículo de Max Seddon, corresponsal en Moscú del diario británico, sobre la reciente reunión entre el joven millonario ruso Constantin Malofeev y sus homólogos chinos sobre el control de Internet. Los rusos quieren tener acceso a una serie de datos técnicos en manos de los chinos, datos necesarios para evitar la invasión de Occidente y de sus valores a través de la red.

Malofeev dice que quiere eliminar todo lo que pueda poner en tela de juicio la identidad ortodoxa de Rusia. Su proyecto declarado de eliminar toda imagen “pornográfica”, su pretensión de garantizarle al presidente Putin buenos resultados en las elecciones, mediante la eliminación de todo eco del mundo occidental, y su apoyo a los separatistas en Donetsk, sugiere claramente en qué sentido deben ir las restricciones y la censura. Nada garantiza que Putin tenga éxito en sus propósitos. Sin embargo, el pedido de ayuda a los expertos chinos en esa materia reactiva el recuerdo de la solidaridad y de la complicidad en materia ideológica en los tiempos del comunismo, cuyos ecos son lo suficientemente fuertes como para hacerse escuchar hoy.

 

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