¿LA PAZ ES IRREVERSIBLE?

Contertulios de las FARC y sus promotores ideológicos aprovecharon el espectáculo de la liberación del general Alzate para seguirle mintiendo al país

¿La Paz es irreversible?

Contertulios de las FARC y sus promotores ideológicos aprovecharon el espectáculo de la liberación del general Alzate para seguirle mintiendo al país.

Juan Fernando Casas
Juan Fernando Casas

Por Juan Fernando Casas

Diciembre 14 de 2014

Ligereza o no, imprudencia o confianza por parte del general Rubén Darío Alzate para haber accedido a una zona con alta presencia de los terroristas de las FARC, no es el tema central del vergonzoso espectáculo en virtud del cual, se ha pretendido generar confianza en un “proceso de paz” que a todas luces ha sido agonizante y engañoso frente a la opinión pública nacional.

Contertulios y promotores ideológicos de las FARC, así como oportunistas políticos de ocasión, han insinuado con inmensa irresponsabilidad que la liberación del general Alzate hace que el proceso de paz sea irreversible. Uno de estos ilustres mercenarios de las militancias de turno fue el senador Roy Barreras, quien como es habitual en su lenguaje cínico y desproporcionado, una vez más ha salido a justificar el accionar terrorista de las FARC, esta vez, promoviendo la tesis infame que el secuestro y posterior liberación del general Alzate genera inmensa confianza en el proceso.

A su turno, el propio presidente de la República ha insinuado que una eventual ligereza del general Alzate habría puesto en peligro el proceso de paz. A estas voces se suman las de autoridades como el Fiscal General de la Nación, que insistió de manera sistemática que lo que ocurrió con el alto oficial fue una “retención indebida” y no un secuestro. Esto para significar que hemos llegado a tal punto de gravedad, que la semántica de la guerra jurídica y política contra las Fuerzas Militares y de Policía, incluye, con la perversidad propia de los regímenes comunistas más despreciables, la invención de delitos o infracciones que no están consagrados dentro de nuestro ordenamiento legal y constitucional.

Es inadmisible desde cualquier punto de vista que se legitime un proceso de paz a costa de la dignidad de un general de la República, pero sobre todo, que se le mienta al país de una forma tan abyecta y descarada. El secuestro del general Alzate, independientemente de la falta de precaución que haya rodeado este hecho que no deja de ser criminal, es una evidencia más de cómo las FARC están fortalecidas y arrodillan al gobierno cada que les viene en gana. Esta aseveración tiene probado sustento en el entendido que los terroristas lograron un importante objetivo, forzar la salida de un oficial de nuestro ejército y cobrar su aparente imprudencia como botín político.

El bandido Pastor Alape y el general Alzate (Foto FARC-EP)
El bandido Pastor Alape y el general Alzate (Foto FARC-EP)

 No faltarán las preguntas de los medios de comunicación con talante alarmista y especulativo al preguntar a los analistas quién perdió o quién ganó con este episodio, si el gobierno o las FARC. Es concluyente dados los hechos notorios, que frente a esa pregunta existe una respuesta categórica: el gobierno es el gran perdedor hoy y siempre desde que se sentó a dialogar con terroristas sin imponerles ningún tipo de condiciones y por supuesto, los grandes perdedores hemos sido los colombianos de bien que aceptamos como único monopolio de la fuerza a nuestro Ejército Nacional.

Es ahí donde está el debate, como también está en las múltiples explicaciones que el presidente Santos debe darle al país. Por ejemplo, el libre tránsito de terroristas como Pastor Alape, quien transita sin remordimiento alguno por territorio nacional y extranjero.

Lo propio ha ocurrido con el terrorista Romaña, Timichenko y gran parte del secretariado de las FARC, quienes han salido a hurtadillas de Colombia, van y vienen, entran y salen como cualquier ciudadano decente, como si estuviesen en la más absoluta de las legalidades, con el agravante que se han desplazado en helicópteros del propio Ejército Nacional, lo que se constituye en una humillación reiterada a nuestras Fuerzas Militares.

Jamás habíamos estado tan lejos de la paz, como jamás habíamos sido tan escandalosamente engañados por un gobierno claudicante con la seguridad y los valores democráticos, así como por un grupo narcoterrorista que no ha manifestado cosa distinta a su sed de sangre, guerra y poder.

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