MAPIRIPÁN, ENTRE EL FRAUDE, LA VERDAD Y EL TERRORISMO OENEGERO

Cuando los homicidas ya estaban muy lejos, la Cruz Roja llegó y sembró el pánico en la población. Alertó a los habitantes de Mapiripán asegurando falsamente que hacia el poblado se dirigía un contingente de paramilitares dispuestos a arrasar el lugar

Mapiripán, entre el fraude y la verdad y el terrorismo oenegero

En julio de 2009, las ONG de izquierda organizan un evento como homenaje a las supuestas 49 víctimas. Entonces, cerca de 30 de ellas llegan de noche a Mapiripán, colocan rápidamente una estatua con una mano que simboliza la Internacional Socialista, con dos placas

Ricardo Puentes Melo

Por Ricardo Puentes Melo

Enero 22 de 2012

Varias cosas nos quedaron claras en nuestra visita a Mapiripán, apoyada decididamente por la Federación Verdad Colombia. La primera, que en esa fecha terrible no fueron 49 los muertos que aseguraron la prensa, la Cruz Roja y el Colectivo de abogados Alvear Restrepo, diciendo que habían sido degollados, destripados y arrojados al río. Fueron seis los muertos,

La tragedia sucedió entre el 15 y el 17 de julio de 1997, cuando un grupo de hombres armados se dirigen hacia Puerto Alvira, al parecer con la intención de matar allá a varias personas relacionadas con la guerrilla. Sin embargo, se detienen en Mapiripán y allí asesinan salvajemente a seis personas que, dicen, tenían nexos con la subversión.

El primer día matan a tres personas en el casco urbano de Mapiripán, y a los dos días a otros tres que estaban en un sitio llamado La Cooperativa, ubicado a tres horas de Mapiripán. Durante esos días, el juez del pueblo, Leonardo Iván Cortés Novoa, utiliza el teléfono del Hotel Monserrat debido a que los hombres armados habían ordenado cerrar la oficina de Telecom. El juez llama al comandante del batallón de San José del Guaviare, pero no obtiene la ayuda inmediata requerida. Lo extraño es que el juez, en sus llamadas, dice que fue testigo de que los “paras” habían secuestrado, torturado, desmembrado y asesinado a 26 personas. Nosotros hablamos con personas que escucharon las conversaciones del juez y ellas nos dijeron que se les hizo extraña esta mentira del juez, pero que seguramente –eso dijeron- la había dicho para obtener urgencia en la ayuda.

El asunto es que los hombres armados, luego de asesinar a las últimas tres personas, se van del pueblo.

Tal y como lo asegura don Arvey Ríos, propietario del Hotel Monserrat, aunque esas muertes fueron impresionantes

La Cruz Roja jugó un cuestionable papel en el “desplazamiento” de los mapiripenses

debido a la brutalidad con que se hicieron, las cosas no fueron como para salir corriendo de la región, como la mayoría de las familias lo hicieron.

Cuando los homicidas ya estaban muy lejos,  la Cruz Roja llegó y sembró el pánico en la población. Alertó a los habitantes de Mapiripán asegurando falsamente que hacia el poblado se dirigía un contingente de paramilitares dispuestos a arrasar el lugar. Los mapiripenses, al borde de la angustia, dejaron todo y salieron corriendo hacia los DC3 que la Cruz Roja ya tenía listos en el aeropuerto para las despavoridas familias que ni alcanzaron a apagar sus hornos ni cerrar las puertas de sus casas. Era tal el caos y el terror sembrado por la Cruz Roja, que la mayoría se fue del lugar. Excepto cuatro o cinco familias que les decían a sus vecinos que no exageraran ni creyeran en esos anuncios de la Cruz Roja.

A Mapiripán también empezaron a llegar los medios de comunicación que, ni cortos ni perezosos, empezaron a inflar las cifras de muertos a 40, 50, 60 y más muertos.

Entonces, los desplazados por la Cruz Roja son llevados a Villavicencio, donde el Colectivo de abogados Alvear Restrepo continúa con el trabajo, con el fraude final que todos conocemos.

Hollman Morris e Iván Cepeda. Morris, cercano a las FARC, fue determinante en la campaña de desinformación sobre la masacre de Mapiripán

Varias ONG conocidas también intervienen. Les dicen a los desplazados de la Cruz Roja, que el Estado va a pagarles unas millonadas si se auto proclaman como “desplazados” y testifican sobre la muertes (falsas, como ya vimos) de sus familiares en esos días de julio de 1997. Obviamente muchos quieren ser desplazados gracias a los enormes beneficios que recibirían del gobierno. Así que deciden no trabajar más y se quedan en Villavicencio fingiendo ser desplazados. El Colectivo de Abogados Alvear Restrepo les ayuda en el tema, se reparten certificaciones de desplazamiento.

Fueron muchos los que fingieron ser desplazados y víctimas de la masacre.

Poco después de los asesinatos, Teddy Turbaun, presidente de la Cruz Roja, sale a la prensa y asegura que ya hay plenamente identificados 14 cadáveres, con nombres y apellidos, y que se están buscando otros desaparecidos. Le dice a la opinión pública que la gente está enloquecida saliendo de Mapiripán, pero no menciona que esa institución fue la encargada de sembrar el pánico e instar a las personas a salir de su pueblo. Hasta la fecha de hoy, no hemos podido saber cómo hizo el presidente de la Cruz Roja para mentir diciendo que tenían ya 14 cadáveres identificados, ni sabemos qué hizo con esa famosa lista, tan falsa como sus declaraciones.

Alfonso Gómez Méndez, recién elegido Fiscal General de la Nación, aseguró por esos días que él empezó una investigación pero que el ejército no permitió la entrada de los fiscales. Aseveración también falsa.

Gómez Méndez culpó personalmente al general Harold Bedoya de entorpecer la justicia, y juró que Plinio Apuleyo Mendoza estaba envuelto en una especie de conspiración para hacer panfletos amenazantes contra él. Dice también que sufrió amenazas de militares y llegó a asegurar que los panfletos los hacían en el Batallón París.

Eduardo Carreño, abogado del Colectivo Alvear Restrepo, también hace coro de las acusaciones de Gómez Méndez, y

Eduardo Carreño, presidente del tenebroso Colectivo de abogados Alvear Restrepo

dice claramente que los altos mandos militares son cómplices de la masacre; repite la fábula del juez jurando que 26 personas fueron muertas terroríficamente, y que en total fueron 49 personas las asesinadas “de una forma inenarrable”. En una entrevista concedida a Hollman Morris, Carreño asegura que este es el caso más aberrante y grave de terror en Colombia, por la cantidad de muertes y las formas de ajusticiamiento. Dice también que el Ejército Nacional es quien desaloja a la fuerza a los habitantes de Mapiripán. Otra falsedad.

A los cuatro años, la gran prensa regresa a Mapiripán a entrevistar a los habitantes que se quedaron. Ellos se reafirman en lo que dicen: que solamente fueron seis los muertos y que la Cruz Roja se excedió al sacar a la gente de allí. También cuentan que la guerrilla se metió al pueblo con chalecos del DANE, recogiendo información de todos. Pero esa “gran prensa” nunca publica nada de esto.

Detalle de la placa del monumento oenegero

En julio de 2009, las ONG de izquierda organizan un evento como homenaje a las supuestas 49 víctimas. Entonces, cerca de 30 de ellas llegan de noche a Mapiripán, colocan rápidamente una estatua con una mano que simboliza la Internacional Socialista, con dos placas. En una de ellas está un insulto al país; aseguran que la “masacre de Mapiripán” fue un “batalla contra el pueblo, planificada por el Estado colombiano con la estrategia guerra sucia del paramilitarismo”. En la otra placa, la que debería tener los nombres de los 49 muertos, no hay nada; la dejan en blanco. Luego de colocar el esperpento, los oenegeros se van del lugar tal y como llegaron: en la oscuridad, subrepticiamente, como después de una emboscada.

Los mapiripenses están muy molestos con esta efigie que hace apología a los millones de muertos del comunismo; nunca se les consultó sobre esta mole, y aseguran que los están etiquetando como si Mapiripán fuera un pueblo comunista, cosa que ni por asomo.

Hoy, luego de todo este fraude cuyo resultado fue una multimillonaria estafa al Estado, Mapiripán agoniza.

Sus calles están destruidas, no hay empleo ni energía eléctrica. La planta del lugar se apaga a las 11 de la noche y vuelve a encenderse a las 8 y media de la mañana. Los verdaderos afectados son quienes permanecieron en el pueblo, no los avivatos que fingieron ser desplazados y víctimas. A pesar de estar a orillas del Guaviare, con un enorme potencial de pesca, la libra de pescado es casi tan costosa como en Bogotá. Hay restricciones de la guerrilla para poder pescar libremente.

Efigie que las ONG de izquierda colocaron en Mapiripán, como homenaje a la Internacional Socialista, y en recuerdo de la estafa al Estado

No hay cultivos ni industria. Todos esperan que los palmicultores inviertan en la región, o que la petrolera encuentre el buscado oro negro en el municipio; y ruegan a Dios para que la guerrilla no hostigue a los ingenieros.

Hay cierta agricultura, pero no hay vías para comercializar con Villavicencio u otras ciudades.

Las diversas comunidades indígenas de la región van a Mapiripán a vender los mercados que les da Acción Social, para luego embriagarse hasta desfallecer en las numerosas tabernas y billares que abundan. Los indígenas no quieren trabajar porque todo se los suple el Estado, es decir, nosotros.

De cuando en vez la guerrilla acciona contra la base del ejército que está cerca del casco urbano, pero no se han atrevido

Así se movilizan los soldados en Mapiripán, en un ridículo platón halado por una moto. La policía no les presta apoyo

a más hasta el momento. Menos mal, porque en la base no tienen ni una bicicleta para movilizarse. La policía no les colabora a los soldados, y estos, cuando necesitan desplazarse a grandes distancias, lo hacen en un pequeño y ridículo platoncito halado por una motocicleta.

Preocupante también fue la llegada de funcionarios de Derechos Humanos de la Fiscalía dos días después de nuestro arribo. Eran cuatro hombres fuertemente armados que buscaban afanosamente a “El Pato”, un supuesto muerto por quien el Colectivo de abogados Alvear Restrepo cobró una fuerte suma haciéndolo pasar como masacrado. Uno de los funcionarios de la Fiscalía nos dijo que cerca de 40 familias de desplazados por el Estado podrían llegar en cualquier momento a Mapiripán procedentes de El Melón; nos dijo también que la guerrilla ha amenazado a los mapiripenses con atacar al pueblo en venganza por las muertes de 1997, y que los acusa de ser auxiliadores de los paramilitares. Y ese mismo cuento lo repitió a varios pobladores.

Esos rumores parecen ser un patrón de conducta de quienes están interesados en hacer terrorismo, asustando a los mapiripenses.

¿Y, si no son rumores…? ¿Será, tal vez, una amenaza..?

 Vea aquí algunas de las entrevistas realizadas en Mapiripán:

Parte 1

Parte 2

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