MEMORIA HISTÓRICA DE LAS FARC

Las FARC no solo han servido de brazo armado del Partido Comunista Colombiano, sino de instrumento del Comunismo Internacional dirigido por la Unión Soviética para el proyecto que a lo largo de muchas décadas promovió para desestabilizar a Colombia y tomársela por la vía revolucionaria

Vargas Quemba y Mackenzie

Memoria histórica de las Farc

Las FARC no solo han servido de brazo armado del Partido Comunista Colombiano, sino de instrumento del Comunismo Internacional dirigido por la Unión Soviética para el proyecto que a lo largo de muchas décadas promovió para desestabilizar a Colombia y tomársela por la vía revolucionaria

Jesús Vallejo Mejía
Jesús Vallejo Mejía

Por Jesús Vallejo Mejía
Julio 21 de 2016

Hay dos libros indispensables para entender lo que representan las Farc y el gravísimo peligro que corre hoy Colombia de caer bajo sus garras: “Las Farc o el fracaso de un terrorismo”, de Eduardo Mackenzie, y “Memoria histórica de las Farc-Su verdadero origen”, de Fernando Vargas Quemba y Elkin Gallego.

La información que suministran sobre la naturaleza de esta organización narcoterrorista de extrema izquierda es tan contundente como inquietante.

De ahí que no se los encuentre en las librerías. Las Farc y sus adláteres recogen los ejemplares que logran salir al mercado y tanto editoriales como librerías se muestran reticentes a publicarlos y difundirlos, por temor a las represalias de los subversivos.

Algo similar ha sucedido con el libro de Omar Bula Escobar, “El Plan Maestro”, que desvela los entresijos de la conspiración internacional que aspira a capturar a Colombia para integrarla a un eje verdaderamente diabólico destinado a desestabilizar la región.

Son libros de circulación prácticamente cerrada, a los que no se tiene fácil acceso. El de Mackenzie, por fortuna, se encuentra en internet y se lo puede descargar pulsando el siguiente enlace:

http://unoamerica.org/unoTest/upload/apps/LAS%20FARC%20EL%20FRACASO%20DE%20UN%20TERRORISMO%20-%20COMPLETO.pdf

Dicen Vargas Quemba y Gallego en la presentación de su libro:

“Las Farc son un mito historiográfico, una mentira en sus orígenes y fines, y una verdad terrorista. El marxismo, con la propaganda y la academia, ha elevado a los más deplorables criminales en falsos redentores, que por medio del terror llevan a la esclavitud a los hombres”.

Hace poco, a raíz de la firma que con bombos y platillos se hizo de unos borradores en La Habana, dizque para formalizar el cese al fuego y lo que muchos despistados aclamaron como el fin de la guerra, repitió el tristemente célebre “Timochenko” en su discurso el mito fundacional de las Farc, presentando a sus creadores como un grupo de humildes campesinos que solo pedían tierra para trabajar, a cuyas legítimas demandas el gobierno de Guillermo León Valencia respondió con una implacable persecución.(Vid. http://www.elheraldo.co/nacional/este-es-el-discurso-completo-de-timochenko-en-la-firma-del-acuerdo-del-fin-del-conflicto).

FARC con sus apoyadores
FARC con sus apoyadores

Tanto Vargas Quemba y Gallego como Mackenzie demuestran que esta es una impostura. La violencia comunista en Colombia es de vieja data. Ya en la guerra de los mil días hubo quienes trataron de impulsarla para transformar a fondo las estructuras económico-sociales del país. Y unas décadas después los comunistas aparecen en todos los grandes conflictos sociales atizando el fuego revolucionario, como aconteció con la huelga de las bananeras en 1928. Su hazaña más destructiva fue el “putsch” del 9 de abril de 1948, en el que, después de asesinar a Gaitán, pretendieron no solo abortar la Conferencia Panamericana, sino derrocar al presidente Ospina Pérez y tomarse el poder por la vía revolucionaria.

Es una historia meticulosamente documentada en estos libros, así como en el que hace años publicó José María Nieto Rojas bajo el título de “La batalla contra el comunismo en Colombia”.(Vid. http://www.latinamericanstudies.org/bogotazo/Colombia-Comunismo.pdf).

Como la izquierda goza de mucho favor entre los académicos, a alguno se le ocurrió hace poco afirmar en un periódico local que la oligarquía asesinó a Gaitán para impedir que el populismo llegara al gobierno, sin detenerse a considerar la abrumadora evidencia que apunta hacia los comunistas como responsables de esa atroz fechoría.

Las Farc son herederas de las guerrillas comunistas que se formaron en distintos lugares del país después del 9 de abril para enfrentarse a los gobiernos conservadores y se negaron a disolverse cuando vino el Frente Nacional. Es una historia que relata en detalle el general Valencia Tovar en su libro de memorias.

No solo han servido de brazo armado del Partido Comunista Colombiano, sino de instrumento del Comunismo Internacional dirigido por la Unión Soviética para el proyecto que a lo largo de muchas décadas promovió para desestabilizar a Colombia y tomársela por la vía revolucionaria. Caído el comunismo en Europa oriental, siguieron bajo la dirección de Cuba y participaron en la creación del Socialismo del Siglo XXI.

Sus dirigentes no han abjurado de la ideología marxista-leninista, ni de su talante revolucionario, ni de la lucha de clases, ni de la apología de la violencia, ni de su propósito de instaurar en Colombia un régimen comunista, ni de la combinación de las formas de lucha que les aconseja aprovechar todos los espacios que se les abran para avanzar en su proyecto totalitario y liberticida.

Los "diálogos de paz" entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC y su brazo político
Los “diálogos de paz” entre el gobierno de Belisario Betancur y las FARC y su brazo político

Si desmovilizan unos frentes y entregan unas armas, es por consideraciones estratégicas, pero siempre y cuando obtengan ventajas compensatorias y preserven su capacidad ofensiva para hacerla valer cuando las oportunidades les sean propicias. El control que aspiran a ejercer sobre el sector rural les dará pie para avanzar en la implantación de su modelo agrario, tal como lo deja ver una filmación que circula por las redes sociales. Y es sintomático que el proceso de diálogo coincida con un desmesurado crecimiento de las áreas sembradas de coca y la consiguiente producción de cocaína tanto para el consumo interno como para el mercado mundial.

Cuando el sector rural quede en sus manos, el urbano no tardará en caer bajo su control.

Y una vez se vote el plebiscito en favor del Acuerdo Final, con los famosos “blindajes” jurídicos a que aspiran, se podrán dar el lujo de incumplir sus compromisos, pues en parte alguna se les ha exigido prenda que garantice que no aprovecharán las ventajas obtenidas para poner en marcha la etapa final de su plan estratégico, es decir, la insurrección popular en las ciudades.

A la gente le da mucha pereza leer documentos intrincados, tales como el acuerdo de justicia o el de garantías de seguridad para los integrantes de las Farc, pero si se quiere depositar un voto responsable por el sí o el no en el plebiscito, habrá que entrar en ellos. Advierto que son espeluznantes y que sobre todo el segundo prevé la instauración de lo que alguien en estos días se atrevió a señalar como una Gestapo al servicio de las Farc.

El ánimo claudicante que ha exhibido la dirigencia colombiana a lo largo de este proceso los estimulará para dar golpes cada vez más audaces. Han logrado de Santos la oferta de que no extraditará a sus dirigentes, ni se los someterá a penas privativas de la libertad, ni dará lugar a que los persiga la Justicia Penal Internacional, ni se los sancionará por su vinculación con el narcotráfico, pese al compromiso internacional que Colombia ha asumido al respecto en virtud de los Convenios de Viena, dado que ha puesto al Consejo de Seguridad de la ONU al servicio de los intereses de las Farc.

¿Qué los detendrá si Santos se sale con la suya en la votación del plebiscito?

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