NI OLVIDAR EL 9-11 NI LOS 50 AÑOS DE TERRORISMO EN COLOMBIA

En Estados Unidos, al menos hasta el gobierno de Bush Jr., a los terroristas se les persiguió sin cuartel. En Colombia se les sacó de las cárceles, se les está prometiendo impunidad, curules en el congreso, un salario que supera la media del obrero en 5 veces

Estatua de la Libertad. (Foto Periodismo Sin Fronteras)

Ni olvidar el 9-11 ni los 50 años de terrorismo en Colombia

En Estados Unidos, al menos hasta el gobierno de Bush Jr., a los terroristas se les persiguió sin cuartel. En Colombia se les sacó de las cárceles, se les está prometiendo impunidad, curules en el congreso, y un salario que supera la media del obrero en 5 veces

Ricardo Puentes Melo
Ricardo Puentes Melo

Por Ricardo Puentes Melo

Septiembre 11 de 2016

No hay dudas. New York es una ciudad con magia donde cada rincón y cada esquina brindan al visitante un espectáculo sin igual de riqueza visual, aroma de metrópolis, aventura intelectual y la sensación de que los sueños son alcanzables sin importar nada más que esforzarse por ellos.

Manhattan es el cenit de las sacudidas emocionales, y el maremoto de agitaciones que producen en el corazón el Central Park, el Empire State, el Rockefeller Center o el monumento a las víctimas del 9-11, solo son entendibles para quienes hayan estado allí respirando el mismo aire que respiraron las oleadas de inmigrantes que huyeron del viejo Mundo para encontrar acá, en América, las posibilidades que les eran negadas en sus terruños. Hay que navegar alrededor de la Estatua de la Libertad para sentir esa fantástica esperanza.

Recuerdo, como entre sueños, el martes 11 de septiembre. Yo estaba trabajando en un guión para entregar ese mismo día en Colombiana de Televisión y, como siempre, mantenía el televisor encendido pero en silencio. Alrededor de las 10 de la mañana dirigí la vista hacia la pantalla del aparato y vi una de las torres gemelas en llamas. Sin saber si esto era una película o quién sabe qué, vi cuando el segundo avión se estrelló contra la segunda torre. Los subtítulos de FOX no podían ser una broma. New York estaba bajo un ataque terrorista. El peor de toda su historia. El más cruel porque lo habían causado criminales a quienes Estados Unidos había abierto sus puertas con generosidad y benevolencia. Así pagaron los enviados de Alá.

Monumento a las víctimas del ataque terrorista del 9-11 (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Monumento a las víctimas del ataque terrorista del 9-11 (Foto Periodismo Sin Fronteras)

El horripilante espectáculo de las personas lanzándose desde las alturas, prefiriendo morir aplastadas contra el piso a hacerlo calcinadas por el fuego, aún me sobrecoge de espanto. Solo en ese momento, cuando las personas se lanzaban al vacío, entendí la magnitud de lo que estaba sucediendo, sentí el mismo dolor que percibía luego de los atentados terroristas de Pablo Escobar y sus esbirros comunistas del M19 y FARC, cuando en Bogotá estallaban bombas por doquier asesinando hombres, mujeres y niños que no eran más que desechos humanos para el terrorismo de los bellacos, que es el mismo que está sentado hoy al lado y lado de la mesa en La Habana, y que han entregado a Colombia en manos de la barbarie.

A diferencia de Colombia, Estados Unidos decidió perseguir a los terroristas, cazarlos en sus madrigueras y juzgarlos o darlos de baja donde

Monumento a las víctimas del terrorismo del 9-11 (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Monumento a las víctimas del terrorismo del 9-11 (Foto Periodismo Sin Fronteras)

estuvieran. A diferencia de Colombia, Estados Unidos no se dejó presionar por los organismos “internacionales” de “derechos Humanos”, que no son más que organizaciones del bolsillo del terrorismo internacional que confabula y se apoya mutuamente alrededor del mundo para exigir impunidad a los asesinos y obligar a las víctimas a pedir perdón a sus victimarios.

En donde antes quedaban las Torres Gemelas hoy se levanta un bello y sobrecogedor monumento en honor a las 2.997 víctimas que cayeron ese día. A diferencia, en Colombia, por ejemplo, en Bojayá, donde los carniceros de las FARC encerraron en una iglesia a más de 120 personas, la mayoría de ellos mujeres y niños, y les lanzaron cilindros bomba y ráfagas de fusil. Los que no murieron a balazos fueron calcinados lentamente, sin posibilidad de salir, mientras los asesinos de las FARC reían a carcajadas contemplando su salvaje holocausto.

En Estados Unidos, al menos hasta el gobierno de Bush Jr., a los terroristas se les persiguió sin cuartel. En Colombia se les sacó de las cárceles, se les está prometiendo impunidad, curules en el congreso, un salario que supera la media del obrero en 5 veces, becas, tierras, medios de comunicación y zonas del país para que ellos las controlen sin límites.

En Estados Unidos ya probaron ocho años los resultados de una sutil complacencia gubernamental con el terrorismo, con el atenuante de unas cortes de justicia independientes y fuertes. En Colombia, el poder omnímodo del comunismo se ha apoderado de cada rincón de juzgados, fiscalías y órganos de control para hacer, como dice hoy Juan Manuel Santos, “lo que se les dé la gana”.

En las Torres Gemelas murieron casi 3.000 inocentes que son continuamente recordados y honradas su memorias individualmente; en Colombia han sido asesinados, solamente por el terrorismo marxista, un promedio de 10.000 ciudadanos al año, durante 50 años, y estas víctimas han sido tratadas como basura, sus familiares despreciados y su memoria refundida y apagada por las juergas de los victimarios que bailan sobre sus cadáveres celebrando los goles de la Selección Colombia.

En Estados Unidos se honra a las víctimas. En Colombia se premia a los terroristas y se humilla a sus víctimas. Así estamos

@ricardopuentesm

ricardopuentes@periodismosinfronteras.com

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