NO HABRÁ MÁS OPORTUNIDAD QUE AHORA

El mundo entero tiene que saber que Juan Manuel Santos y sus amigos de las FARC no son más que delincuentes internacionales, propagadores del narcotráfico y enemigos de las democracia

De los candidatos de derecha, Alejandro Ordóñez es hasta ahora el mejor ranqueado en las encuestas

No habrá más oportunidad que ahora

El mundo entero tiene que saber que Juan Manuel Santos y sus amigos de las FARC no son más que delincuentes internacionales, propagadores del narcotráfico y enemigos de las democracias

Ricardo Puentes Melo

Por Ricardo Puentes Melo
Abril 10 de 2017

Fabulosa la marcha del 1 de abril en Colombia. Millones salieron a las calles y, a pesar de que los grandes medios invisibilizaron la multitudinaria protesta contra Santos y sus acuerdos con las FARC, fue imposible para este corrupto gobierno esconder la vergüenza del desprecio y la furia que siente el pueblo hacia él y sus aliados del hampa.

Fabulosa la marcha, sí. Pero insuficiente.

Se desaprovechó la oportunidad de exigir la renuncia de Santos tras la victoria apabullante del No en el plebiscito, el pasado 2 de octubre, y el pueblo se fue agotando esperando una señal, un gesto de los líderes de la oposición para volcarse a las calles exigiendo la dimisión del traidor que entregó Colombia en manos de los narcotraficantes marxistas. Sucedió todo lo contrario: quienes debieron haber canalizado el descontento popular se fueron a tomar tintico con Santos a Palacio, aceptaron hacer unos arreglos menores al acuerdo que el pueblo había rechazado en su totalidad, y se sentaron impávidos a ver cómo Santos hacía lo que se le daba la gana con la soberana voluntad popular.

Los líderes del NO entregaron la victoria en el plebiscito. No aprovecharon el momento

El pueblo fue traicionado por quienes decidieron comandar la representación del NO. Tal vez con excepción de Alejandro Ordóñez, quien aseguró que debía rechazarse la totalidad del acuerdo Farc-Santos, el resto cayó ante los engaños del ya probadamente mentiroso presidente. Pero ni siquiera la voz de Ordóñez tuvo eco en ese comité de dirigentes del NO, ya que su delegado en esas tomadas de tinto con Santos fue un antiguo verdugo de los buenos militares, cercano a Horacio Duque (detenido como terrorista de las FARC), viceministro del primer gobierno de Santos y barrista empedernido de la Internacional Socialista; un personaje que hoy acusa de “ultraderecha” y “mano negra” a quienes no estamos de acuerdo con reformillas de medias tintas al acuerdo habanero derogado en el plebiscito.

Se perdió, pues, esa oportunidad extraordinaria, pero estamos en un momento único e irrepetible. Ese 1 de abril de 2017 los opositores a los gobiernos del Foro de Sao Paulo marcharon en Caracas, Asunción, Buenos Aires, y protestaron en Ecuador. La región entera exige un cambio de dirección que aleje a los países de la sombra de Cuba.

Ya Obama, amigo colaboracionista de los Castro y sus dictaduras latinoamericanas, no está. Fue derrotado por Donald Trump, que es abiertamente anticomunista, enemigo declarado de las tiranías socialistas del continente, del terrorismo mundial y de los narcotraficantes que financian la izquierda en el continente.

Santos, Castro y Timochenko son aliados y responsables del aumento del narcotráfico

Otro factor que beneficia la democracia en Colombia, es que Nicolás Maduro ya está desenmascarado como aliado del terrorismo; su situación es insostenible en Venezuela y su caída es inminente si Trump le diera una mano a la oposición. El derrocamiento de Maduro significaría la pérdida de un importante aliado para Santos y, al mismo tiempo, expondría a éste como lo que es: Un dictador cómplice de narcotraficantes marxistas, un monigote de las FARC y los Castro, un violador de la Constitución colombiana, un traidor a la patria.

Todas las condiciones están dadas, aseguran los conocedores, para que Juan Manuel Santos sea depuesto.

Pero es necesaria una verdadera oposición que asuma el liderazgo para exigir la anulación total de los acuerdos logrados por los bandidos en la mesa de negociación de Cuba. Es necesario salir de nuevo a las calles, pronto. Y también es necesario acompañar la protesta con acciones decididas, denuncias penales contra Santos y su gabinete por traición a los principios constitucionales. Denuncias contra los altos mandos militares, denuncias internacionales en los congresos del mundo libre. Conferencias en universidades de Colombia, Estados Unidos y Europa.

Se hace necesario que los periodistas no arrodillados ante el poder y el soborno de Santos sigamos escribiendo sin tregua, que las redes sociales rebosen con las denuncias, que los medios independientes regionales, incluso en la provincia, repitan una y otra vez la verdad: Que Santos y las FARC propinaron un golpe de Estado a la democracia colombiana, que son espurios e ilegítimos.

Hay que ganar espacios, hay que dejar la vieja maña de responder con flores a quien nos ataca con fusiles rusos. Hay que apartarse como si fueran la peste, de aquellos de la izquierda que militan en partidos de derecha fingiendo ser demócratas cuando no son más que cuadros designados para implosionar las esperanzas del pueblo mediante el engaño, la manipulación y la traición.

Hay que ponerle acelerador a este momento único. El que cinco países hayan salido el mismo día a protestar contra los bandidos marxistas, es una señal de que el cambio debe ser buscado con más ahínco que nunca.

El mundo entero tiene que saber que Juan Manuel Santos y sus amigos de las FARC no son más que delincuentes internacionales, propagadores del narcotráfico y enemigos de las democracias.

 

@ricardopuentesm
ricardopuentes@periodismosinfronteras.com

 

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