NUEVO SÍNDROME DE ESTOCOLMO

La violencia no se erradica con una cátedra sino recuperando los valores sociales perdidos. Mientras insistamos en desvirtuar absolutos como la figura de Dios, y se relativicen conceptos como “legalidad-ilegalidad”, “varón-mujer”, “salud-adicción”, ningún mecanismo de control social será efectivo

Nuevo síndrome de Estocolmo

La violencia no se erradica con una cátedra sino recuperando los valores sociales perdidos. Mientras insistamos en desvirtuar absolutos como la figura de Dios, y se relativicen conceptos como “legalidad-ilegalidad”, “varón-mujer”, “salud-adicción”, ningún mecanismo de control social será efectivo

Enrique Saavedra Valdiri
Enrique Saavedra Valdiri

Por Enrique Saavedra Valdiri

Agosto 25 de 2014

En las próximas semanas se dará sanción presidencial a la ley que establecerá la ‘Cátedra de la Paz’ en las instituciones de educación básica, media y superior del país. Su objetivo es crear y fortalecer una cultura de paz en Colombia mediante el aprendizaje, la reflexión y el diálogo. Esto nos invita a preguntarnos, ¿qué se entiende por una ‘cultura de la paz’?

En la exposición de motivos del proyecto, se define como aquellos valores y conductas que promueven una convivencia basada en la libertad, la justicia, la democracia, la tolerancia y la solidaridad; que rechazan la violencia y previenen los conflictos atacando sus causas mediante el diálogo y la negociación. La expresión “prevenir los conflictos atacando sus causas”, es errática, pues los conflictos no se previenen sino más bien la tendencia a aplicar la auto-justicia, cuando éstos aparecen, que es aquello que genera la violencia.

La tendencia de atribuir la generación de violencia a la mera conflictividad social (por demás inevitable), nos conduce a pedir la erradicación de “las causas objetivas del conflicto”, ó a considerar que “la paz es la victoria”, desdibujando así las responsabilidades particulares ahora atribuidas a un intangible llamado CONFLICTO.

El culpable de los millones de asesinatos, secuestros, desplazamientos y reclutamientos ilegales en Colombia ya no son las FARC, ni el ELN, ni las AUC sino el CONFLICTO ARMADO. Tampoco es legítimo el Estado de Derecho sino un nuevo ente llamado PAZ. La paz no llega como resultado de la prevalencia de las instituciones del Estado ni por la victoria de la Democracia, sino mediante la NEGOCIACIÓN con criminales atroces, que han pasado de victimarios a nuevas víctimas de aquel maldito CONFLICTO.

Gustavo Petro y un extraño amigo
Gustavo Petro y un extraño amigo

La ‘Cátedra de la Paz’ plantea la conveniencia de introducir tantas reformas curriculares al sistema educativo en solo 20 años. Apenas en las dos recientes legislaturas se promovió la creación de 16 cátedras. Algunas prosperaron, como “Constitución Política e Instrucción Cívica”, “Aprovechamiento del Tiempo Libre”, y “Educación Sexual”. Otras sucumbieron como la “Salsa”, “lnterculturalidad”, y “Cuidado de los Animales”.

Si lo que se quiere enseñar es convivencia, ¿Por qué se eliminó la cátedra de Ética y Valores? La Cátedra de la Paz en medio de un proceso de diálogos con el terrorismo, todavía no refrendado en las urnas, podría convertirse en simple propaganda del proceso de La Habana. De hecho, la ‘Cátedra Bolivariana’ venezolana es fiel ejemplo de ‘adoctrinamiento’ revolucionario.

Con el argumento de que la educación no debe ‘adoctrinar’ sino promover la libertad de conciencia, se descalificó la enseñanza de la Biblia. ¿Por qué debemos creer que la Cátedra de la Paz no tendrá dogmas políticos?

A partir de la década de los años 80, se desmontó del pensum escolar asignaturas como ‘Historia’, ‘Geografía’ (fusionadas en ‘Ciencias Sociales’), ‘Ética y Valores’, ‘Urbanidad’ y ‘Religión’, dificultando la conformación de imaginarios de identidad, y la concepción de una libertad basada en las normas de conducta. Con el tiempo se volvió frecuente el ‘matoneo’ escolar, y las amenazas de maestros por sus propios estudiantes.

La violencia no se erradica con una cátedra sino recuperando los valores sociales perdidos. Mientras insistamos en desvirtuar absolutos como la figura de Dios, y se relativicen conceptos como “legalidad-ilegalidad”, “varón-mujer”, “salud-adicción”, ningún mecanismo de control social será efectivo. Vivir en paz no se enseña ni tampoco es una cultura. Es un fenómeno que aparece cuando se garantiza la vigencia del orden público y social, y el respeto al derecho ajeno. Lo contrario, legitimar la criminalidad igualándola con la legalidad, es pura y simple apología aunque se le llame paz y se enseñe en aulas escolares.

Comentarios

Loading Disqus Comments ...
Loading Facebook Comments ...

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *