PACHITO

La muerte de Pachito, a manos de un sicario adolescente de escasos 15 años de edad nos debe llevar a reflexionar sobre lo que ocurre en Colombia

PACHITO

Por Roger Nick*

¿Dónde están los mafiosos asesinos del pastor? ¿Quiénes son los que le ponen un millón de pesos de precio a la vida sagrada? ¿Creerán que se podrán ganar el cielo a punta de indulgencias? ¿Creerán que sobornando sacerdotes o dándoles el diezmo a pastores podrán ganarse la buena vida en el mas allá que también se han ganado acá? ¿Creerán que alguna vez la sociedad los aceptara de buena gana? ¿Pensaran que así como han corrompido con su sucio dinero las conciencias de políticos, jueces, empresarios y señoritas, podrán corromper también a la gente de bien que se resiste a su patanería… su falta de clase… su ordinariez?

Conocí a Francisco Valencia, hace más o menos unos 15 años, en el ejercicio del Ministerio en la Iglesia carismática. Era uno de esos hombres con los que da gusto construir una amistad, de los que se entrega sin esperar nada a cambio, de los honestos, de los íntegros.

Como compañero de equipo siempre fue para mí un aliado, siempre me defendió, siempre apoyó mis iniciativas, siempre tuve en él un escudero y una persona que respaldó sin vacilaciones todos nuestros proyectos, al tiempo que me hizo a mi participe de los suyos. Vivimos juntos muchas anécdotas, hicimos parte de muchos grupos y peleamos juntos muchas batallas.

¿Por qué...?

Pacho era un ejemplo de la decencia, del decoro. Siempre tenía esa sonrisa afable en su rostro, siempre tenía una palabra amable para dar. Nunca le escuché un reproche, nunca le vi salido de casillas. Era todo un gentleman, un caballero en todo el sentido de la palabra.

Siempre lo acompañó la prudencia, cuando en sus manos estuvieron los asuntos más delicados, siempre primo en él la consideración, el mayor respeto a la persona, el proteger la dignidad del ser humano ante todo.

Un cristiano de la oración, de la palabra, de enseñanzas sencillas pero profundas, nítidamente vividas y respaldadas por la convicción y la experiencia personal.

La intolerancia, la violencia, la desgracia nos han privado hoy de un amigo, de un hermano. Quienes lo hemos conocido nos preguntamos un gran “porqué”. No hay respuestas posibles, solo la plena confianza en que a Dios nada lo toma por sorpresa y él tiene cada cosa bajo su control. Solo la profunda esperanza de que en un día no muy lejano, cuando todo esto quede atrás, habrá un nuevo cielo y una nueva tierra… y en ellos nos podremos encontrar y nuevamente compartir en presencia de nuestro Dios. Sé que ya no falta mucho… puedo ver señales en la tierra y el sol.

Me embarga un desolador sentimiento de pérdida irreparable, que solo el cariño de nuestro buen Jesús nos puede mitigar. Confío en que este sacrificio no será en vano y servirá de inspiración para que muchos podamos imitar el ejemplo de una vida integra como la llevó este fiel siervo de Dios.

La muerte de Pachito, a manos de un sicario adolescente de escasos 15 años de edad nos debe llevar a reflexionar sobre lo que ocurre en Colombia. Esta caótica situación de la familia en Colombia que hace que más del 90 % de los asesinatos sean causados por menores de edad, nos tiene que llevar a reflexionar sobre la familia como núcleo de la sociedad y el papel del Estado para proteger ese núcleo. Nuestra iniciativa de hacer realidad el Ministerio de Familia en Colombia para priorizar el tema es más valida que nunca. También nos tiene que hacer reflexionar en los ministerios cristianos sobre el papel de los jóvenes. Las iglesias no pueden seguir considerando los grupos de jóvenes como una entretención, sin dedicarles presupuesto, sin dedicarles pastores especializados, sin considerar que su mayor contribución a la sociedad está en el remedio que puedan brindarle al tejido social a través de ellos a pesar de que no diezmen u ofrenden, o den mas lidia que cualquier otro grupo. Pacho así lo entendía, y por ello los jóvenes eran una de sus mayores pasiones. Por ello siempre los respaldó.

Mi solidaridad a su familia, a su señora madre, por quien pido mucho a Dios por su bálsamo sanador y consolador. A Janet, a Alex y Derly, a quienes quiero profundamente y envío mis abrazos más fuertes.

De igual manera a sus consiervos y discípulos, así como a toda la Comunidad Carismática, principalmente a sus pastores Jorge y María Consuelo, para quienes pido a Dios un especial consuelo, sabiduría y fortaleza para guiar a su congregación en este momento tan difícil.

En la oscuridad de la noche solo vemos la penumbra, pero siempre sabemos la esperanza de un nuevo amanecer que sin duda llega.

Julio 15 de 2010

*Roger fue pastor evangélico de la iglesia Misión carismática al Mundo, de Cali. Es asesor político y promotor del Ministerio de Familia

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