PANAMÁ SÍ ENTENDIÓ

Las afinidades entre quienes controlan la Corte en Colombia, y el régimen de Chávez asombran. El pedido de asilo de Hurtado es prueba irrefutable de la politización de nuestra justicia

PANAMÁ SÍ ENTENDIÓ

José Obdulio Gaviria

Por José Obdulio Gaviria

 

Venezuela, que ya no es Estado de derecho, persigue con saña al emblemático teniente Colina, incansable luchador contra Chávez.

La justicia de la dictadura acusó al Teniente de mil delitos, y sin pruebas (cual más prefabricada y falsa), lo ha pedido en extradición.

¿Dónde vive ese valiente y esforzado luchador? Asilado en Miami. ¡¿Cómo?! ¿Por qué USA da cobijo a un delincuente?, preguntarán Arrubla (presidente de facto de la Corte Suprema, a la que convierte, cada que habla, en ríspido directorio político de oposición, con lo que nos niega seguir siendo Estado de derecho) y sus amigos.

Qué curiosa coincidencia hay entre las palabras de los escandalizados en Colombia, y las de Jorge Valero, embajador venezolano en la ONU. Valero acusó al gobierno americano de “dar cobijo a terroristas” y exigió la extradición del Teniente. En ambos países, ciertos sectores demostraron igual fastidio por la institución del asilo. En Colombia se insinuaron protestas y expresaron agravios contra el presidente Martinelli, quien afirmó ser víctima de la rama judicial (Jaime Arrubla), no del Ejecutivo.

La politización del sistema judicial venezolano es hecho notorio. Por eso, las autoridades norteamericanas acogieron al Teniente como perseguido. ¿Huyó, como diría cualquier Vargas? ¡No! Optó por la trinchera del exilio, tan respetable como el combate frentero (camino escogido por Alejandro Peña Esclusa, hoy prisionero político, quien predica la doctrina democrática desde las húmedas mazmorras de la tambaleante dictadura).

Ricardo Martinelli, presidente de Panamá y amigo de Colombia

Las afinidades entre quienes controlan la Corte en Colombia, y el régimen de Chávez asombran. El pedido de asilo de Hurtado es prueba irrefutable de la politización de nuestra justicia. Panamá, Estado con larga tradición en la cultura del asilo, entendió que ella no será juzgada por magistrados probos sino castigada por enemigos. Los hechos denunciados (bajo juramento) lo demuestran (ver www.pensamientocolombia.org): “Tengo, dijo, fundados temores de ser perseguida por razón de mi pertenencia al gobierno del Presidente Uribe”. ¡Claro! Se la persigue porque sus responsabilidades estuvieron en la aplicación de la Seguridad Democrática. “La persecución política de que soy víctima está individualizada y personalizada en autoridades adscritas a la Corte Suprema de Justicia de mi país.” Hurtado recuerda que la Corte protege a los aforados que son cómplices del terrorismo de las Farc y, en cambio, persigue a quienes adelantaron actividades de inteligencia contra ellos.

“La Corte (…) encargada de juzgarme (…) se ha autoproclamado (…) víctima del DAS, de supuestas actividades de desprestigio y de violación de derechos fundamentales de magistrados.” Arrubla, en uno de sus exabruptos, definió al gobierno enemigo como “empresa criminal”.

Por ese camino (concierto para delinquir) y con el “expediente alcantarilla”, al estilo de las dictaduras, vinculan judicialmente a todos sus opositores. Hurtado citó estas palabras de Arrubla como “grave ejemplo de parcialidad y de prejuzgamiento”: “Ni siquiera a un mentecato se le ocurre que pueda filtrar la Corte y salir impune”.

¿Justicia? No. ¡Política! De eso estamos hablando. Los enemigos de Uribe (incluidos magistrados y ministros) se rasgan las vestiduras con el asilo de una víctima de sus maniobras procesales, pero guardan silencio, o hasta aplauden, el asilo de Granda, el financista del terrorismo. ¿Hubo, acaso, manifestaciones al frente de la legación de Nicaragua? ¡No! Quienes insultan a Panamá por dejar “fugar” a Hurtado de la acción de una “justicia imparcial” son los mismos que se declaran indignados ante la “clasista justicia paramilitar” que juzga a sus amigos de las Farc.

 

Noviembre 24 de 2010

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