REVOLUCIÓN ANTICOMUNISTA EN BUCAREST (1989)

En Bucarest no hay parques con olor a marihuana (está penalizado el consumo de drogas) ni se ven parejas homosexuales (despenalizado hace algunos años, pero no existe el matrimonio igualitario), ni los clásicos vigoréxicos de nuestras plazas, ni feministas

Revolución Anticomunista en Bucarest (1989)

En Bucarest no hay parques con olor a marihuana (está penalizado el consumo de drogas) ni se ven parejas homosexuales (despenalizado hace algunos años, pero no existe el matrimonio igualitario), ni los clásicos vigoréxicos de nuestras plazas, ni feministas

Viviana Padelin
Viviana Padelin

Por Viviana Padelin
Frater America
Septiembre 11 de 2016

Todo en Bucarest recuerda a la Revolución, a sus héroes y víctimas. Si alguien pregunta sobre la “Revolución” a un rumano, entenderá que es la de 1989, la anticomunista, a la que no llaman “revuelta”, “golpe”, “interrupción del orden institucional”, “atentado a las instituciones democráticas”. Tampoco denominan “Revolución” al período de la República Socialista, simplemente lo llaman: “comunismo”. Es que este es un país al que el marxismo cultural está llegando, pero a cuentagotas y con resistencia. Conocen al comunismo, lo han vivido, y pueden interpretarlo cuando se acerca bajo otras fachadas.

Esta es una ciudad con más parques que shoppings. Enormes espacios verdes donde hay casi exclusivamente rumanos, parejas jóvenes heterosexuales, sacerdotes ortodoxos, adolescentes en skate o bicicleta y novios en su día de bodas tomándose fotos junto a sus damas y caballeros de honor y cortejo. No hay aquí en semejantes parques olor a marihuana (está penalizado el consumo de drogas) ni se ven parejas homosexuales (despenalizado hace algunos años, pero no existe el matrimonio igualitario), ni los clásicos vigoréxicos de nuestras plazas, ni feministas. Aquí nadie toma simplemente agua, ni son vegetarianos, veganos ni ortoréxicos ni cultores del animalismo. A juzgar por las sirenas de las ambulancias, tampoco conocen la “contaminación auditiva” , parecen no enterarse de lo nocivo del tabaco (pese a la nueva prohibición de fumar en espacios cerrados que muy pocos cumplen) y aún no se les ha implantado el celular como apéndice de la mano. Más aun no ignorándola, hacen caso omiso a la ideología de género . Como otros países del este de Europa, éste resiste las imposiciones globalistas de la ONU-UE: la Iglesia Ortodoxa hace su trabajo.

Placa recordatoria de las víctimas de 1989
Placa recordatoria de las víctimas, 1989

El 20 de diciembre de hace casi 17 años Bucarest se hizo eco de Revolución en Timisoara (autoproclamada “Ciudad Libre de Comunismo”). Al día siguiente, Ceausescu convocó a una manifestación pública para sostener al régimen enumerando los logros de la “multilateralmente desarrollada sociedad socialista” en el Comité Central del Partido Comunista. No se escucharon aplausos pero sí una reacción frente a un grupo de la Resistencia de Timisoara que llegaba a la plaza: “Abajo el comunismo!”, “Muerte al asesino!” Nosotros, el pueblo, ¡abajo con el dictador! “,” ¡Abajo Ceausescu! “.

Monumento Víctimas del Comunismo. 1989
Monumento Víctimas del Comunismo. 1989

En ese momento, la televisión rumana interrumpió la transmisión en vivo, mientras Ceausescu, desesperado, prometía un aumento salarial. Los anticomunistas no abandonaron las calles reagrupándose en la Universidad y armando barricadas en el Hotel Intercontinental. Lejos de desconcentrarse, más personas tomaron las calles en todo Bucarest con banderas rumanas cortadas en su centro, quitándole el emblema comunista; y cantando “Despierta Rumania” (prohibida durante el comunismo).

Pocas horas después, Ceausescu movilizó a todas las fuerzas ordenando la represión total: soldados, tanques, vehículos blindados y agentes de seguridad vestidos de civil. Dispararon contra la multitud, algunos murieron aplastados por vehículos del ejército, otros detenidos: 49 muertos, 500 heridos y 1000 detenidos.

Al día siguiente trabajadores de las zonas industriales de Bucarest fueron enviados para impedir que los anticomunistas tomaran las plazas, pero en pocas horas las calles se llenaron nuevamente de manifestantes y las fuerzas armadas ya no obedecían al mando: se decretó el estado de excepción. Ceausescu salió al balcón del Comité Central mientras los anticomunistas lograban entrar al edificio y subir al balcón. El dictador y su esposa Elena huyeron por la terraza,y desde allí al helicóptero. En pocas horas la Resistencia ocupó el Comité y la sede de la televisión pública en la que anunciaron al país que el dictador estaba huyendo.

La noche del 22 de diciembre se constituyó el Frente de Salvación Nacional, el nuevo órgano de poder. Esa misma noche, militares, fuerzas de seguridad y simpatizantes comunistas borrachos de alcohol y fracaso, atacaron a la Resistencia en las calles en medio del vacío de poder, la confusión, el pánico, el caos y los rumores sobre el regreso de Ceausescu.

Finalmente, el matrimonio comunista es atrapado en Targoviste a unos km. de Budapest , ambos ejecutados bajo juicio sumario.

En sus días finales, el comunismo dejó en Bucarest 709 fallecidos y más de 2000 heridos.

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