TRONO MORAL III – Los tratos de la justicia y los medios con las FARC

TRONO MORAL (III)

Por José Obdulio Gaviria

Las FARC y ETA, con nexos innegables, pero allá sí son juzgados sus apologistas

Pongo sobre el tapete en esta tercera y última columna relativa al dominio del Trono moral, el trato laxo, casi amistoso, de nuestra justicia y de algunos medios de comunicación con los terroristas, versus la enérgica intransigencia de españoles y alemanes con la plaga, y, ¡ojo!, con cualquier señal, por mínima que sea, de contubernio con ella.

Mencioné al respecto el caso Alfonso Sastre, dramaturgo vasco procesado por ser apologista de Eta. Colombia debería dar el salto jurídico y perseguir, sin complejos, cualquier expresión ‘comprensiva’ con la guerrilla, y, ¿por qué no?, neutralizar esa campaña sistemática de desmoralización de la Fuerza Pública. ¿Puede permanecer impávido un Estado en la disputa por el territorio moral? ¿Puede renunciar a combatir al crimen?

Nadie -excepción hecha de los publicistas del terror- dirá que España no es una democracia porque persigue judicialmente las declaraciones pro terroristas de Alfonso Sastre. ¿Por qué, entonces, Colombia no puede castigar a los apologistas de las Farc? ¿Por qué no puede perseguir a quienes legitiman la ‘lucha armada’ (según ellos, ‘conflicto social y político armado’), o la propaganda a favor del secuestro (o ‘retención de prisioneros de guerra’)? ¿Por qué dejar impune el discurso sobre la invencibilidad de la banda terrorista y la consecuente exigencia de rendición del Estado (o ‘salida política negociada’)? Jorge Enrique Botero, periodista, recorre el mundo haciendo apología de las Farc. Pero nuestra justicia y varios medios de comunicación le reconocen una extraña inmunidad que le garantiza impunidad. ¡Bueno…! No ‘extraña’. Digamos, mejor, poderosa.

Parte del equipo de "Colombianos por la Paz", apologistas de las FARC

¡Ay de quien se atreva a preguntar por qué en España, a Sastre, sí; y en Colombia, a Botero, no! De inmediato le saltará a la yugular la bigornia, las ‘ceciliasorozco’ de El Espectador, o el director de noticias de una cadena radial de amplia audiencia, que es, a su vez, miembro de Colombianos y Colombianas por la Paz; o arremeterá en su contra un telenoticiero hebdomadario que es Uno y Trino cuando se trata de estigmatizar como fascista a quien denuncie a las bandas terroristas; o lo acriminarán desde un semanario, muy principal, que jura y perjura que los gobernadores colombianos se autodegüellan para hacer quedar mal a los ‘beligerantes altruistas’.

Daniel Samper y Piedad Córdoba, apologistas de las FARC

En Caracas, Jorge Enrique Botero fue la vedette del Congreso del Movimiento Continental Bolivariano. Juzguen si las perlas que dijo (www.abpnoticias.com) son, o no, apología del delito de terrorismo: 1) Las Farc son invencibles. 2) (él) se mete en los lugares más recónditos para (…) dar a conocer objetiva y verazmente lo que sucede en los escenarios en los cuales se lleva adelante la lucha por conquistar la Nueva Colombia. 3) (expone) con claridad las mentiras que se vierten contra las Farc-ep a través de una muy efectiva campaña propagandística del imperialismo. 4) (asegura que) las Farc son una organización político-militar alzada en armas contra el Estado colombiano (…) ejército rebelde (…) inspirado por ideales y convicciones políticas e ideológicas, extendido por todo el territorio y que tiene una decidida vocación de poder (…) es un factor de poder en el país. 5) No es de ninguna manera una organización terrorista. 6) Yo puedo dar fe (declara con cinismo cómplice), porque he estado allí, de la condición de prisioneros de guerra que tienen los miembros de la Fuerza Pública actualmente en poder de la insurgencia. Personas que cayeron en poder de su adversario (…) mal se pueden llamar secuestrados. Son prisioneros de guerra.

El periodista Jorge Enrique Botero, apologista de las FARC

Créanme, todo eso dice, y más: que las bondadosas Farc aceptan niños para que no estén por ahí solitos; que qué felicidad la de las mujeres por estar en filas y que qué espíritu monacal el de los respetuosos cabecillas, que ni las tocan con el pétalo de una rosa… ¿Hasta cuándo..?

Tomado de www.eltiempo.com

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