¿CAMINO DESPEJADO PARA LA REELECCIÓN DE SANTOS?

El uribismo ha demostrado a lo largo de su historia ser un proyecto caudillista exento de una organización y una mínima estructura política. La misma convención fue un desastre organizativo y logístico, hasta el punto que el mismo Uribe tuvo que implicarse para llamar la atención de los organizadores y asistentes que abarrotaban el salón

Acuerdo en Colombia: ¿camino despejado para la reelección de Santos?

 La firma de un acuerdo entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el ejecutivo de Bogotá, aparte de tener un significado histórico, deja al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, en las mejores condiciones para ser reelegido.

Ricardo Angoso
Ricardo Angoso

Por Ricardo Angoso

Noviembre 13 de 2013

Si la política es el manejo de los tiempos, está claro que en este asunto el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, es el rey y sabe jugar mejor que sus adversarios más feroces. Siempre se ha dicho del máximo mandatario colombiano que era un avezado jugador de póquer y lo está demostrando en los últimos tiempos.

Cuando apenas quedan unos días para que se anuncie oficialmente su candidatura a la presidencia de la República y en uno de los momentos más bajos en su popularidad, el anuncio del acuerdo de participación política de la organización terrorista FARC llega en el mejor momento y opaca temporalmente la mediocridad de una gestión caracterizada por la  falta de concreción estratégica. Santos anunciará su candidatura, previsiblemente, el 24 de noviembre.

Todavía quedan muchos aspectos que negociar entre el gobierno de Colombia y la delegación de las FARC, incluido el espinoso asunto del narcotráfico -hace ya tiempo que esta organización se constituyó como una narcoguerrilla-, pero no cabe duda que el impacto mediático en la opinión pública colombina será favorable al acuerdo y que Santos comenzará a remontar en unas encuestas que lo situaban en caída libre. Tres años de desatinos, pobres resultados en todos los órdenes y demagogia barata, junto otras cosas, le habían desacreditado totalmente ante su país.

Los que tenían dudas acerca de que el presidente Santos no se presentaría a la reelección podrían haberse equivocado estrepitosamente y el máximo mandatario colombiano vuelve a situarse en el epicentro de la escena política. Los tiempos le benefician, pero también por eliminación parece el mejor candidato situado para ganar las elecciones previstas para la primera mitad del año 2014 y que le permitirían seguir en el poder otros cuatro años.

Escasos candidatos presidenciales con posibilidades. La reciente convención uribista, además, mostró a las claras las divisiones

Convención uribista (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Convención uribista (Foto Periodismo Sin Fronteras)

internas y las contradicciones en las que se mueve esta orientación política. El mismo nombre del partido uribista, Uribe Centro Democrático, muestra a las claras que se trata de un proyecto caudillista y personalista.  No hay ni una sede siquiera, ni cuadros políticos, ni una estructura partidista propiamente dicha. Es un proyecto personal ceñido a imagen y semejanza de su máximo líder: Álvaro Uribe. Todo se mueve en torno a él, fuera de ese espacio no hay vida política posible.

Y la convención, en la que casi todos los delegados fueron elegidos a dedo o simplemente designados por Uribe,  demostró a las claras estas deficiencias políticas. El candidato preferido por el ex presidente fue el elegido para representar a esta formación en las próximas elecciones y competir por la máxima autoridad del Estado con el presidente Santos y otros candidatos. Se trataba, ni más ni menos, de Oscar Iván Zuluaga, un hombre inteligente, bien intencionado e incluso impoluto, pero sin ningún carisma ni brillantez.

Zuluaga, a diferencia del defenestrado Pacho Santos, que fuera vicepresidente durante los ocho años del ex presidente, tiene todos los atributos que deseaba Uribe: carece de la autonomía para desafiarle, es disciplinado y obediente y, lo más importante, acepta la autoridad de su mentor político e intelectual sin rechistar. Todo lo contrario que Santos, cuya cercanía familiar con el actual presidente le hizo ganar la desconfianza de Uribe.

Hasta los resultados del mitin uribista no fueron ofrecidos de una forma limpia y cristalina, sino que hubo que aceptar que una suerte de “comité de garantías” nominara a Zuluaga con un sospechoso 56%, mientras que del resto de los candidatos tardamos días en conocer los porcentajes que habían obtenido. Pacho Santos, con una cara circunspecta, entre malhumorado y contrariado, aceptó los resultados, abandonó el conclave con cara huraña y se fue de vacaciones. Prefirió no protestar, para no dividir a su opción política, y nada dijo ante su jefe. Al parecer, está de reposo en España y no romperá su silencio hasta dentro de un mes. Habrá que esperar para ver qué dice.

Clara López Obregón (Foto Periodismo Sin Fronteras)
Clara López Obregón (Foto Periodismo Sin Fronteras)

La izquierda, muy dividida. Si en el campo de la derecha las cosas parecen claras -ya hay dos candidatos nominados: Santos y Zuloaga, mientras se espera que los conservadores acaben apoyando a Santos o nombrando un candidato propio-, la izquierda aparece más dividida que nunca. La candidata de la principal fuerza de izquierda, el Polo Democrático Alternativo (PDA), es la ex alcaldesa y conocida dirigente política Clara López, que por cierto cada vez se sitúa mejor en las encuestas.

Sin embargo, López no está sola en esta batalla, sino que seguramente tendrá otros contendientes en liza, entre los que destacan el ex jefe guerrillero del M-19 y ex gobernador de Nariño Antonio Navarro Wolff. Navarro goza de un gran predicamento en la izquierda, es un hombre hábil e inteligente y, además, nunca se ha visto inmerso en un escándalo de corrupción, lo que no es poco en la política colombiana, donde hay decenas de cargos públicos procesados y detenidos por verse implicados en numerosos asuntos turbios. Navarro, si supera un proceso de primarias previsto, podría ser el candidato de una alianza entre los verdes y los progresistas que lidera el alcalde de Bogotá, el cuestionado y también ex guerrillero Gustavo Petro.

Luego está por ver lo qué hacen las otras fuerzas de izquierda, como el Partido Comunista de Colombia (PCC) -que está fuera del PDA por ahora-, la denominada Marcha Patriótica, la recientemente legalizada Unión Patriótica (UP) e incluso si, llegado el caso, las FARC participan como un partido político en los próximos comicios. Este escenario, caracterizado por la fragmentación y la atomización, beneficiaría claramente a los candidatos de la derecha y restaría votos a la candidata López, del PDA, la mejor situada a la izquierda en todos los sondeos publicados.

¿Las Farc subirán al poder en las próximas elecciones? (Foto Periodismo Sin Fronteras)
¿Las Farc subirán al poder en las próximas elecciones? (Foto Periodismo Sin Fronteras)

Una campaña electoral larga y compleja. La campaña electoral colombiana se puede decir que ya ha comenzado. Primero serán las elecciones legislativas, previstas para marzo del próximo año, en donde serán renovadas por completo las dos cámaras del legislativo colombiano. Los grandes partidos, como los conservadores o Uribe Centro Democrático, ya están definiendo sus candidatos y se aprestan para la batalla, que se prevé larga y compleja.

El uribismo puede arrebatar muchos votos al antiguo partido de Uribe, el gubernamental partido de la U, y al Partido Conservador. Los “nichos de negocio” de la nueva formación del presidente Uribe se encuentran en esos partidos, ya que el ex presidente es ampliamente rechazado por los votantes de izquierda y los liberales. La lucha por ganar las elecciones, como suele suceder en todas las contiendas en los países democráticos, se dará en el centro, en el votante moderado conservador y de derechas.

Los conservadores cuentan, a diferencia del Uribe Centro Democrático, con una buena estructura regional y local y un aparato, algo que les facilitará mucho las cosas y que les ayudará al desarrollo de una campaña electoral más ágil y moderna que la de los uribistas. El uribismo ha demostrado a lo largo de su historia ser un proyecto caudillista exento de una organización y una mínima estructura política. La misma convención fue un desastre organizativo y logístico, hasta el punto que el mismo Uribe tuvo que implicarse para llamar la atención de los organizadores y asistentes que abarrotaban el salón.

Así las cosas, las espadas ya están en alto, y de aquí hasta el 8 de agosto del año 2014 el país se verá enfrascado en una de las más largas y arduas campañas electorales de su historia. Tres grandes bloques se perfilan para acaparar la mayor parte de los escaños de las cámaras -liberales, conservadores y uribistas-, mientras que para la presidencia por ahora hay dos candidatos con bastantes posibilidades (Zuloaga y Santos) y una por la izquierda, López, asomando la cabeza en las encuestas y amenazando con colocarse en una buena posición para la segunda vuelta.

Paradójicamente, el mejor escenario para el presidente Santos sería enfrentarse en una segunda vuelta con un candidato de izquierda y así asegurarse el voto del miedo. Y es que como la política hace extraños compañeros de cama, es más que seguro que los uribistas tendrían que taparse la nariz y votar en masa -para evitar la “hecatombe” de ver a la izquierda en el poder- por su mayor enemigo: el actual presidente. Veremos qué pasa, todavía quedan muchos meses.

rangoso@iniciativaradical.org

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