CHIPRE ANTE LA PRESIDENCIA DE LA UNIÓN EUROPEA

El denominado conflicto chipriota hunde sus raíces en los nunca ocultados planes por parte de algunos líderes turcochipriotas por lograr la “taksim” (división) y después unirse a la “madre patria”, Turquía

Chipre ante la presidencia de la Unión Europea

 

Ricardo Angoso

Por Ricardo Angoso

Para mayor disgusto de la diplomacia turca, que ya ha anunciado que “congelará” y suspenderá todas sus relaciones con la UE durante la presidencia de Chipre, el próximo uno de junio este pequeño país de apenas 9250 kilómetros cuadrados y algo más de 700.000 habitantes tomará el relevo a Dinamarca, que la ejercía hasta ahora. Ankara, que no reconoce a la República Chipre como Estado independiente, considera que quien ostenta la titularidad internacional de esta isla situada estratégicamente en el Mediterráneo Oriental es la entidad que sus Fuerzas Armadas auspiciaron tras la ocupación militar de la isla, en 1974: la “República Turca del Norte de Chipre”. Ningún otro Estado en el mundo reconoce a esta entidad “fantoche”.

Turquía se niega a reconocer a la República de Chipre como heredera del país que se independizara tras los acuerdos de Londres y Zurich, firmados en 1960, que tuvo una azarosa y breve vida (1960-1974) tras numerosos conflictos étnicos entre las comunidades grecochipriota y turcochipriota. Esta situación de guerra no declarada forzó a la comunidad internacional, a través de las Naciones Unidas, a intervenir en la isla y  enviar un fuerza de paz e interposición entre ambos contendientes, la UNFICYP (Fuerza de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz en Chipre), que al día de hoy sigue presente controlando la “frontera” que separa al Chipre reconocido internacionalmente de la zona ocupada por el ejército turco.

Los turcos ocupan el 37% de la isla, mientras que el resto del territorio posee dos importantes bases militares británicas

Chipre y Turquía

-Acrotiri y Dhekelia, casi el 3% de la base territorial- y constituye lo que es la República de Chipre reconocida internacionalmente. La entrada de Chipre en la UE, en el año 2004, constituyó un paso importantísimo en pro del reconocimiento internacional de este país y un duro golpe a las ilegítimas aspiraciones turcas por que se reconociera a su entidad ilegal, fruto tan solo de la acción militar llevada a cabo hace 38 años.

Años de fracasos políticos y diplomáticos. El denominado conflicto chipriota, que hunde sus raíces en los nunca ocultados planes por parte de algunos líderes turcochipriotas por lograr la “taksim” (división) y después unirse a la “madre patria”, Turquía, ha visto en los últimos años como, una tras otra, todas las iniciativas y tentativas por solucionarlo mediante medios políticos y diplomáticos han fracasado estrepitosamente, no habiendo al día de hoy resultados concretos más allá de la libertad de circulación entre las dos partes tras el derribo del “muro” de Nicosia, en el año 2007.

El proyecto más serio acordado entre las dos comunidades para poner fin al conflicto fue el denominado “Plan Annan”, que fue logrado bajo los auspicios de las Naciones Unidas y que parecía satisfacer los anhelos y deseos de las dos partes, incluyendo aquí a la diplomacia de Ankara. Sin embargo, el acuerdo fue rechazado mayoritariamente por los grecochipriotas y tan solo aceptado por los turcochipriotas, lo que imposibilitó su puesta en práctica y generó un ambiente de escepticismo y desconfianza entre los dos pueblos que dura hasta el día de hoy.

Luego, con la llegada del comunista Dimitris Kristofias a la presidencia de Chipre, se anunciaron nuevos diálogos y encuentros entre los líderes de las dos partes para tratar de encontrar una solución al embrollo, pero no hubo resultados prácticos sobre el terreno y la isla siguió dividida a la espera de una solución final que no llega.

Kristofias, además, arrastra una erosión notable en su popularidad y su capacidad de liderazgo es decreciente, sobre todo debido a su mala gestión en lo relativo a la crisis económica pero también a su poca destreza diplomática a la hora de resolver el problema más importante de Chipre: la división de la isla en dos entidades políticas. Fruto de ese fracaso y la caída en los sondeos, Kristofias ya ha anunciado que no se presentará a la reelección para las próximas elecciones previstas para el 2013. También Chipre se encuentra en la lista de los posibles países “rescatables”, pues no olvidemos que su economía es muy dependiente de la de Grecia y que tiene una estructura económica muy condicionada de los ingresos procedentes del turismo.

Dimitris Christofias, presidente chipriota

Ahora, sin embargo, la presidencia de la UE vuelve a poner a Chipre en los mapas y sitúa a su conflicto en el epicentro de la actualidad, pese a su larga historia y una dilatada (y fracasada) carrera de encuentros, cumbres, reuniones bilaterales e iniciativas por poner fin a este anacronismo del siglo XXI. Turquía, muy a pesar de aquellos que defienden con vehemencia su supuesta europeidad, sigue demostrando al mundo, pero más concretamente a la UE, que sigue presa de ideas seculares más proclives al uso de la fuerza que al diálogo, al nacionalismo ramplón que sirve para justificar la ocupación de Chipre que a la búsqueda de un marco de convivencia con sus vecinos.

Mayor aislamiento de Turquía. Aparte de todas estas consideraciones en clave interna turca, la crisis europea ha hecho el resto y ha provocado que por primera vez en muchos años Turquía se encuentre aún más lejos de la diplomacia europea. La UE, por ahora, tiene en su horizonte más próximo a los Balcanes. Croacia se apresta en unos meses a ser el próximo miembro en adherirse al club europeo y a las puertas de Bruselas están llamando insistentemente, pese a la grave crisis que padecen las instituciones comunitarias, Albania, Serbia, Macedonia y Montenegro.

Como es obvio, los tiempos que corren para la UE, inmersa en una crisis económica de impredecibles consecuencias y los consabidos “rescates” que no parecen tener fin (¿será Chipre el próximo rescatado), no son los mejores para hacer nuevas ampliaciones y abordar seguros gastos; los Balcanes necesitan ingentes esfuerzos en infraestructuras, desarrollo de sus maltrechas industrias y puesta al día de sus sistemas sociales. Es decir, no es el momento de abordar nuevas ampliaciones y es más que seguro que los Balcanes tendrán que esperar unos cuantos años para que se cumplan sus aspiraciones.

En este contexto, las aspiraciones turcas de pertenecer algún día a la UE, cada vez más abandonadas por un ejecutivo que parece tener más la vista puesta hacia Oriente Medio y a una opinión pública cada vez más escéptica ante tal escenario, suenan cada vez más lejanas. Al los ya expresados rechazos de algunos de los miembros más notorios de la UE, pero especialmente de Alemania, Austria y Francia, que preferirían otra fórmula distinta de adhesión de Turquía que no fuera la plena integración, sino alguna imprecisa forma de asociación, ahora se le viene a unir esta presidencia de Chipre que augura un nuevo enfriamiento en las relaciones. El divorcio turcoeuropeo está servido, nada nuevo bajo el sol.

rangoso@iniciativaradical.org

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