EL AFFAIRE MISTERIOSO DE CARLOS HORACIO URÁN

Hay un grupito empeñado en torcer los hechos para disculpar al M-19 y sus comanditarios y desplazar la culpa hacia otros, hacia los ex rehenes víctimas, y hacia los heroicos militares que rescataron el palacio, salvando la vida de más de 250 personas y frustrando el golpe de Estado contra Belisario Betancur

El affaire misterioso de Carlos Horacio Urán

 

Eduardo Mackenzie

Por Eduardo Mackenzie

14 de octubre de 2011

El arte de resucitar los muertos tiene un secreto: sólo se puede hacer en el mundo de lo sagrado, de la imaginación y de la escritura. La ex fiscal Ángela María Buitrago, creyendo que podía imitar a San Lucas, quien resucitó a Lázaro en el conocido episodio de Betania, trató de resucitar a Carlos Horacio Urán, un magistrado auxiliar del Consejo de Estado que murió durante la matanza organizada por el M-19 en el Palacio de Justicia el 6 de noviembre de 1985.

Antes de abandonar el cargo que tenía, del cual fue destituida por haber cometido graves faltas profesionales, la ex fiscal decidió que el doctor Urán había salido vivo del Palacio y que alguien (un militar, según ella) lo había asesinado después. Todo ello para poder llamar a indagatoria a los generales Jesús Armando Arias Cabrales, Carlos Alberto Fracica y Rafael Hernández López. Después, para colmo del absurdo, la Comisión de la Verdad, de origen judicial, se apresuró a comprometerse con la hipótesis de la ex fiscal pero presentando esa alegación como un hecho comprobado.

El problema es que cuatro personas que estaban cerca del doctor Urán durante la tragedia del Palacio de Justicia, lo vieron caer acribillado, al lado de ellos, por las balas que disparaban, dentro del edificio, en el fragor del combate, los terroristas y las fuerzas del orden. Cayó acribillado, con otros rehenes, pues Almarales, uno de los jefes del asalto terrorista, se opuso a que salieran de allí cuando los soldados estaban dispuestos a acogerlos, como habían acogido al consejero de Estado Reinaldo Arciniegas.

Otros dos consejeros de Estado, Aydée Anzola Linares y Samuel Buitrago Hurtado, declararon ante el juez 27 de instrucción criminal, el 5 de diciembre de 1985, que Urán había muerto en el Palacio de Justicia. Samuel Buitrago ha sostenido eso siempre ante los jueces, la radio y la prensa colombiana. Samuel Buitrago afirma que vio con sus propios ojos que Carlos Horacio Urán, así como el magistrado Manuel Gaona Cruz y Luz Stella Bernal, cayeron tras los impactos de bala que recibieron “y quedaron ahí tirados en el piso”.

Otra persona que hacía parte, como Buitrago y Anzola, del grupo de rehenes que estaban confinados en el baño del segundo-tercer piso del palacio con Urán, Luz del Carmen Lozano, auxiliar del Consejo de Estado, dijo exactamente lo mismo al juez 30 de instrucción criminal el 27 de noviembre de 1985. El magistrado Hernando Tapias Rocha también fue testigo de la muerte de Urán. Un quinto testigo presencial, Francisco Camargo, ratificó lo dicho por la señora Lozano, ante el juez 30. Otra auxiliar del Consejo de Estado que estaba con ese grupo, María Humbertina Hernández de Díaz, dijo: “…Yo vi cuando le dispararon a la doctora Luz Stella [Bernal], le disparó un guerrillero con metralleta…». La autopsia dice que Luz Stella Bernal murió “como consecuencia de una ráfaga (cuatro heridas) y no por estallido o explosión”.

Carlos Horacio Urán y su compañera, Ana María Bidegain

¿Por qué la palabra de los únicos testigos de esos crueles instantes son descartados? ¿Todos ellos mentían? ¿Si mentían por qué lo hicieron? ¿Se habían concertado para ello? La justicia no parece estar en condiciones de cuestionar esos testimonios. Pues ningún reproche ni acusación en ese sentido ha sido formulado contra esas víctimas-testigos. Sin embargo, la justicia de 2011 se empeña en descartar esos testimonios haciendo gala del poco respeto que le merecen las personas que sobrevivieron al sangriento ataque de los terroristas.

Alguien trata de desacreditar los testimonios del doctor Buitrago pues él, junto con los magistrados Nemesio Camacho y Hernando Tapias Rocha y con la funcionaria Alba Inés Rodríguez, así como María Humbertina Hernández de Díaz y el conductor José William Ortiz y el abogado Gabriel Salom, acusan a los guerrilleros de haber disparado contra ellos, rehenes, dentro del baño, ocasionando la muerte de Manuel Gaona Cruz y de Horacio Montoya Gil y, probablemente, del mismo Carlos Horacio Urán, si no la de otros. Ver al respecto el excelente informe del Tribunal Especial de Instrucción en: ftp://ftp.camara.gov.co/camara/basedoc/decreto/1986/decreto_1917_1986.html

La ex fiscal Buitrago, quien se atrevió a utilizar métodos atroces en su “investigación” contra el Coronel Alfonso Plazas Vega, comandante de la unidad blindada que entró al palacio, insiste en negar esos testimonios para poder construir la hipótesis de que Urán, cual Lázaro moderno, se levantó del lugar donde había sido abatido violentamente casi por la misma ráfaga que mató al magistrado Manuel Gaona, y salió poco después a la calle, saltando en un pié, acompañado por un soldado. ¿Puede una persona que ha recibido un tiro en la cabeza a menos de un metro de distancia, como dijo la autopsia, salir sobre sus dos pies horas más tarde?

Los autores de la leyenda sobre la resurrección de Urán pretenden eclipsar el testimonio directo de los  testigos citados mediante un video borroso de la televisión colombiana de 1985 en donde la ex fiscal Buitrago creyó ver al doctor Urán saliendo del palacio. La historia de esa “prueba” es conocida. Nueve días después de la tragedia, la señora Ana María Bidegaín, viuda de Urán, declaró ante el juez segundo especializado: “… conseguí copia del video y lo vimos con mi hija mayor y estábamos convencidas que era él hasta ese momento, por la estatura, el físico, el movimiento, salía tenido por los soldados, la ropa era muy borrosa. Después vimos otra de los americanos de la CBS. La imagen era un poco más nítida, pero a la vez esa imagen no corresponde a la de 24 Horas. Sobre esa imagen [la de CBS] no puedo asegurar que era él, era muy parecido, es decir no tengo certeza de que sea él”. Es decir, tras examinar el video más nítido, la viuda del doctor Urán llegó la certidumbre de que no podía afirmar que él había salido vivo del Palacio. Un día después, el 16 de noviembre de 1985, ella ratificó eso mismo ante El Mundo, de Medellín: la persona vista en esos videos no era su esposo. Sin embargo, más de veinte años después, la señora Bidegaín, cambió de parecer y ahora proclama que su marido salió vivo del palacio.

El magistrado Samuel Buitrago Hurtado vio esos mismos videos y concluyó, pese a la sospechosa presión que sufría de parte de gente de la Fiscalía, que quien se veía salir del palacio no era su amigo Carlos Horacio Urán.

Medicina Legal trató, en enero de 2010, de resucitar otro muerto: el magistrado Manuel Gaona Cruz. Mediante un “estudio”, hecho 25 años después de la catástrofe, se permitió afirmar que también Gaona había salido vivo del Palacio y “ajusticiado” después no se sabe por quién. Contra ese curioso dictamen  se pronunciaron varios testigos irreprochables como Alba Inés Rodríguez y el magistrado Samuel Buitrago, entre otros. Ver: http://www.vanguardia.com/historico/50995-el-magistrado-gaona-no-salio-vivo-del-palacio-testigo

Ahora esa misma entidad saca otro “estudio” para resucitar (por unas horas) a Carlos Horacio Urán. El Tiempo publicó, en efecto, el 11 de octubre de 2011, un artículo sin firma en el que asegura que una “nueva necropsia” hecha por Medicina Legal dice haber descubierto una “segunda herida de bala” en la cabeza del cadáver, que no había sido vista en la primera autopsia de 1985. Dice que el nuevo examen descubrió que Urán había sufrido “dos tiros de gracia”. Más exactamente: “uno en la frente y otro en la nuca”. El artículo saca entonces la conclusión: “el jurista fue ejecutado y no murió en medio de los combates”.

De ser cierto lo de los dos tiros “de gracia”, la nueva necropsia debería esbozar, al menos, una explicación de por qué la primera autopsia no vio, ni habló, ni registró ese segundo impacto mortal de bala. Si el examen fue manipulado, el autor o los autores del mismo deben ser llamados a juicio por falsedad y ocultación de pruebas. ¿Por qué la Fiscalía no dice nada al respecto?

El informe de Medicina Legal entregado, según El Tiempo, al fiscal del caso, parece querer desentenderse por completo del punto tan importante de saber qué pasó en la primera autopsia. El Tiempo dice esto: “’No hay ninguna explicación para dichas discrepancias, salvo que se acepte que en la necropsia inicial no se hizo una exploración completa (…) lo que indicaría que se pasaron por alto algunos conjuntos de lesiones’ que quedaron marcadas en los restos óseos”.

El argumento de que “no hay ninguna explicación” al silencio (supuesto) de la primera necropsia, es inadmisible. Una de dos: en los restos de Urán examinados en 1985 no había el segundo impacto en la cabeza y éste fue fabricado después para dar la impresión de que el funcionario había sido ultimado mediante “dos tiros de gracia”, o el médico o médicos que hicieron la primera necropsia vieron esos impactos y ocultaron ese hecho capital en su informe. ¿Por qué lo hicieron? El país debe saber quien o quienes hicieron esa primera necropsia y por qué no vieron, o por qué callaron, el punto de los dos “tiros de gracia” que invoca ahora Medicina Legal.

Molesta saber que el artículo de El Tiempo es anónimo. Un artículo de ese alcance, que hace afirmaciones tan graves, debe ser firmado por alguien y no por la vaga apelación “redacción justicia”. ¿Quién saca la conclusión de que “jurista fue ejecutado y no murió en medio de los combates”? ¿El autor del artículo o Medicina Legal? ¿Toda la “redacción justicia” comparte esa hipótesis? ¿El autor del artículo investigó cómo fue hecha la segunda necropsia, y, sobre todo, que pasó con la primera? El Tiempo tendrá que responder a eso. ¿Los abogados de los generales tienen derecho a pedir que se practique una tercera necropsia por una entidad independiente?

Otra anomalía: el artículo parece indicar que la reciente necropsia es provisional pues unos puntos siguen sin aclarar. Dice que los legistas observaron que en los restos de Urán “también hay rastros de lesiones en brazos, manos y piernas, que no necesariamente serían producto de las esquirlas” y que (los legistas) “intentan determinar si fueron el resultado de torturas”. Conclusión: la tal necropsia no ha terminado, o el informe dado a la fiscalía es incompleto. ¿Si eso es así por qué lanzar a través de la prensa la idea de que Urán salió vivo?

Quienes estudian el caso Urán saben que éste no recibió “esquirlas” pues en el baño donde él y otros magistrados estaban no estalló granada alguna. Quienes murieron o fueron heridos allí lo fueron por disparos de armas de fuego. ¿Alguien construye otra historia para seguir confundiendo a la opinión y a la justicia? ¿Esperan pasar a otra fase cuando todo el mundo haya tragado la culebra de que Urán salió vivo?

Cada día que pasa, la investigación sobre los hechos del Palacio de Justicia muestra un cariz cada vez más esotérico, absurdo y forzado. Ello es así pues hay un grupito empeñado en torcer los hechos para disculpar al M-19 y sus comanditarios y desplazar la culpa hacia otros, hacia los ex rehenes víctimas, y hacia los heroicos militares que rescataron el palacio, salvando la vida de más de 250 personas y frustrando el golpe de Estado contra Belisario Betancur.

Ante las migajas de información sesgada que están lanzando los resucitadores de muertos lo mejor es conservar el espíritu crítico y examinar todo eso con lupa y ofrecer otros análisis a la opinión.

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