Gustavo Petro: un hijo de Putín se vuelve uribista

Petro, el gran hijo de Putín, jamás cambiará… seguirá siendo un sinvergüenza, un guerrillero que jamás pagó sus crímenes ni le pidió perdón al país

Petro en campaña política abierta con el M19, junto a otros bandidos

GUSTAVO PETRO

¿Un hijo de Putín se vuelve uribista?

Por Ricardo Puentes Melo 

Revisando mis papeles viejos, encontré un sentido homenaje que le hice al Dr. Gustavo Petro, gran ganador de la consulta del Polo y egregio hijo de Putín en vías de convertirse en fan de Álvaro Uribe. Para no dejar perder este sincero homenaje al Dr. Petro, le arreglé un par de líneas y lo republico para el deleite de sus seguidores.

Aquí va.

Gustavo Petro y Lucho Garzón
Gustavo Petro y Lucho Garzón

Lo saben todos los tahúres del mundo. Una baraja con cinco ases, es una baraja adulterada. De la misma manera, una casa con cinco pilares, debió ser construida con dinero de los contribuyentes por el quinto pilar innecesario.

Y esto sucede con el Polo Democrático al que, entre otras cosas, han bautizado y le han cambiado el nombre tantas veces que ya ni me acuerdo cómo se llamaba originalmente. Sólo sé que, según uno de sus fanáticos, le dicen la “esperanza imperfecta” o, según Navarro, “este es el caminoooooo..”

Les decía que el Polo Democrático tiene cinco pilares y esto lo hace bastante sospechoso desde el punto de vista de la arquitectura y el juego limpio. Pero dejemos que sea la Contraloría la que siga investigando y destapando. Yo sólo me concreto a ser el biógrafo no autorizado -y sí aborrecido- de estos magnos prohombres, libertarios, pulcros y honestos, adalides de nuestra libertad y egregios políticos que, aunque sean fanáticos del Islam y su brazo armado, el hezbolláh, eso no significa nada más que lo que significa.

Vamos adelante, pues, con estas biografías no autorizadas de estos héroes nacionales. El turno le toca ahora a un brillante e inteligentísimo hombrecillo a quien, según un anónimo que me enviaron, yo no le llego ni a los tobillos. Lo reconozco y no pretendo llegarle ni a los tobillos, ni a las rodillas ni más arribita a ese corroncho-zipaquireño verraco que cuenta entre muchos otros logros el haber lanzado a la candidatura para la alcaldía mayor de Bogotá, a Antanas Mockus. Sin pensarlo, Petro me ayudó de carambola porque yo trabajé en la alcaldía de Mockus y pude pagar los arriendos atrasados y las cuentas de servicios que me habían cortado. ¡Loor a Petro….! ¡Hombre de Colombia por derecho propio, así se la pase más en Venezuela, qué caray..!

Vamos, pues con esta biografía no calificada e inexacta, que pretende, no obstante, destacar las enormes cualidades de este gran hombre colombo-iraní-venezolano, que hoy se erige como líder espiritual y político de la nueva religión que nace de la fusión del islam, el catolicismo, el ateísmo y el maoismo.

M-19, guerrilla al servicio de Pablo Escobar, a la que perteneció Petro
M-19, guerrilla al servicio de Pablo Escobar, a la que perteneció Petro

Gustavo Petro Urrego

Nació en Córdoba pero se crió en Zipaquirá (o al revés) y pertenece al signo Aries, lo que lo hace dar topes a tondra y tolondra y embestir a quien ose colocársele delante; un día es antiuribista y al siguiente adora al presidente. Color: amarillo Polo; Piedra: Mucha.. cuando se la sacan hay que tener cuidado; número de la suerte: depende de cuántas balas tenga el proveedor y cuántos enemigos haya al frente.

Dicen los uribistas que cuando Petro aún no había sido bautizado, su padrino –que no me dijeron quién era o es, por lo cual deduzco que es mentira- le colocó de nombre Gustav Adolf Petro Urrego en honor al loquito antisemita Hitler, vaticinando acertadamente que se haría amigo de Chávez y del presidente Iraní y que apoyaría al Hezbolláh, “el partido de Dios”, movimiento religioso-político que, bajo la guía del Corán y de sus líderes peligrosísimos y belicosos, tienen como objetivo principal desaparecer a los no islamitas de la faz de la tierra, empezando por el medio oriente.

Sin embargo, siguen asegurando las fuentes uribistas, que el curita que lo bautizó, tranzó con el padrino y ambos llegaron a un acuerdo. Se llamaría Gustavo haciéndole caso al padrino, y Francisco cediéndole al curita algo y haciéndolo honor a Francisco de Asís, fundador de los franciscanos y predicador a favor de una hermandad mundial. Y miren los resultados. Petro ha buscado esa hermandad mundial tan lejos como Irán al mismo tiempo que aborrece a los israelitas…!. “Proféticos los nombres, coño…!” Dijo el comandante Castro cuando Hugo Chávez los presentó en el lujoso hotel de Cuba donde sólo pueden entrar los oligarcas de la isla y los turistas con billete.

Dicen también las malintencionadas lenguas que la vocación de Petro salió a la luz cuando un compañerito suyo y él discutieron sobre la existencia del Niño Dios. El compañerito decía que sí existía y Petro juraba que no y añadía que eso eran inventos gringos  e israelitas para aculturizar a los zipaquireños. Como el compañerito no cedió, el chino Petro, que apenas llegaba al metro de estatura, lo agarró a golpes por pendejo y le retuvo contra su voluntad un superman de plástico que le habían regalado en la navidad pasada al chino proyanqui. El compañerito hubo de pagar el rescate de su muñeco que le costó cuatro colombinas, un sanduche de queso y tres helados de guanábana, escasísimos en esa época en Zipaquirá. Encima de esto, y como el chino Petro era desde chiquito un teso para echar discursos, el compañerito fue acusado desde una tarima que Petro cuadró a la entrada de las salinas, de albergar sentimientos antizipaquireños y la víctima del secuestro y su familia no tuvieron más remedio que venirse a vivir a Bogotá y olvidarse de ese rinconcito salado y precioso que es Zipaquirá. Pero yo creo que estas cosas se la inventan uribistas recalcitrantes y difamadores para enlodar el gran nombre y el pequeño cuerpo de Gustavo Francisco Petro Urrego.

Esta experiencia, de ser cierta, le daría a Petro el conocimiento necesario para, años después, hacer cosas parecidas con otros compatriotas (no de zipaquirá sino de toda Colombia).

Petro, armado, al lado de Bateman

Consciente de su enorme poder de convicción, del verbo prodigioso que salía de su boca cada vez que la abría para cualquier cosa, supo por revelación de Alá, que su carrera era la Economía, donde los números pueden significar lo que sea.

Contra todas las expectativas, no entró a la Nacional (¿sería que no pasó..?) pero sí a la elitista Universidad Externado de Colombia, donde –debo decirlo- estudió un tío mío en la facultad de Derecho con el profesor Reyes Echandía.  Parece que en esta universidad le fregaron la paciencia y Petro, al igual que Lucho lo hizo en el Campín, juró desde las escaleras que hay frente a su facultad, que algún día acabaría con los vergajos que estaban oponiéndose a sus ideas y, acto seguido, se inclinó siete veces en posición del oriente según lo había leído en un manual que se llamaba “como ser un buen islámico y no morir inmolado en el intento”. Y muchos años después pudo cumplir esa promesa, al menos tangencialmente y no por mano propia, con la toma del Palacio de Justicia y el asesinato de los magistrados de la Corte Suprema, muchos de los cuales eran de la Externado, a manos de su movimiento guerrillero, el M19. Y, obvio, el inmolado no fue el mismo Petro sino cientos de colombianos valiosos. Y es que Petro puede ser hincha del Islam pero no es tan pendejo como para sacrificarse en búsqueda de un paraíso que nadie ha visto ni nadie ha venido a mostrar fotos que prueben su existencia.  “Moñona..!” debió gritar Petro cuando no quedó nada en el Palacio de justicia, sino sólo un montón de escombros y un país aterrado que, sin embargo, también es desmemoriado y eligió a los bárbaros que cranearon la cosa como congresistas mientras que los militares que defendieron las instituciones hoy están presos. El único que salió perdiendo fue el que financió la vaina, Pablo Escobar Gaviria, el capo paisa que balearon en un techo de Medellín y cuya tumba es más visitada que la mezquita que acaban de levantar en Caracas. “para que chupen”, dijo monseñor Rubiano con su sonrisa maliciosa.

En fin. Dejemos esas cosas feas y tristes atrás y sigamos adelante.

En su afán de conocimiento, Petro se fue a estudiar a la ESAP, universidad estatal, y luego a Lovaina para ver qué era lo que había aprendido Camilo Torres por allá. Nunca lo supo. Luego, hizo un doctorado en la universidad de Salamanca, en “Nuevas tendencias en administración de empresas”, y eso le sirvió mucho para que la guerrilla se definiera como una empresa y, como tal, los secuestros, el boleteo, los asesinatos selectivos o no, y el narcotráfico fueran vistos como lo que son vistos ahora: Asunto de negocios. Cuando un secuestrado amigo mío le mandó una carta preguntándole qué tenían que ver los secuestros con la libertad revolucionaria,  Petro ya estaba preparado con la respuesta en fluido inglés: “Bussines are bussines, Im sorry, gran pendejo proimperialista, esclavo del régimen..” Mi amigo, que sabe algo de inglés, quedó calladito ante el peso de tremenda enseñanza.

Petro, “esquineando” en sus años mozos. ¿Estaría planeando asaltar el banco? (Foto archivo personal)

Nadie sabe cómo hizo Petro para, en 1981, ser nombrado como personero de Zipaquirá. Pero lo fue y allí ganó sus primeros pesitos a costa del erario público. Y bien ganados, no hay duda. Dicen que denunció desde ese importante puesto de control, que los enemigos proyanquis estaban robándose el patrimonio del municipio cuando descubrió que un despistado gringo que fue a visitar las salinas tuvo la osadía de lamer el sagrado recinto para comprobar si era cierto que las paredes eran de sal. También descubrió que una vecina suya, para evitarse el gasto, se robaba piedritas de sal para hacer la sopa y el arroz del almuerzo. Cuando le salió bocio a la señora, Petro, orgulloso, le enrostro que eso era castigo de Alá, su futuro Dios y también de sus amigos Chávez y el presi iraní. La señora gastó mucha plata en médicos y Petro salió victorioso y como “brofeta de Alá” ganándose el respeto y el miedo de sus paisanos.

Petro, admirador del M19, se vinculó a este grupo guerrillero pensando, como yo pensaba, que eran unos manes bacanos e idealistas, y fue quien escondió en Zipaquirá las armas robadas del cantón Norte en Bogotá por ese grupo. Sólo tenía 18 añitos cuando hizo eso y era más bajito de lo que es ahora, pero tuvo las agallas para declararse abiertamente del M19 durante el proceso de paz con Belisario Betancur y salir elegido concejal de su pueblo. Cuando se rompió el proceso de paz, Petro fue encarcelado y allí, alimentado con pan, lentejas y algunas piedras de la salina, juró vengarse del viejito Belisario. La sal que le dieron en el calabozo, como no estaba yodada, también le produjo problema de tiroides que ocasionó que sus ojos se vieran extrañamente saltones, como los vemos hoy, parecidos a los ojos de un gremlin cuando le echan agua y se vuelve malo.

El pensamiento político del camarada Petro es muy extraño. Nadie más que él, Gaviria Díaz, Sammy Moreno Rojas y Lucho Pacheco Garzón lo entienden a cabalidad. Por algo tienen esas mentes tan brillantes y esa capacidad derviche para los negocios y los bailes. Dice Petro que rechaza la lucha armada pero eso no es lo que demuestra su hoja de vida. Afirma, junto a Gaviria, que el ELN, ese tenebroso grupo guerrillero de tendencia maoísta – stalinista, quieren la paz y buscan una sociedad más amable. Me disculpan los camaradas stalinistas del ELN pero sus acciones dicen todo lo contrario. Así el “bizcochito”, como llama Piedad Córdoba a Francisco galán, cabecilla de ese grupo, tuerza los ojitos como Papá Noel mientras se acaricia la barbita blanca y venerable y sonríe ante las cámaras de televisión anunciando cada año el regalo de la paz a todos los hombres de buena voluntad, y los que, de “buena voluntad”, voten por sus ideas que no son otras que las mismas que esgrimen sus defensores. Cómo hay de “papás noel” en Colombia..!

El camarada Petro descubrió –porque es inteligentísimo- junto a otros egregios camaradas, un cuento chino para echarle a los despistados votantes colombianos: Que ellos –los del Polo- son liberales, y que entre el socialismo y el liberalismo no hay ninguna diferencia.  Eso es cierto. De chiquito, no se perdía ni un capítulo de El llanero solitario, y se dio cuenta de que los enmascarados tienen cierto atractivo para las muchachas bonitas y los despistados votantes, por eso se volvió guerrillero encapuchado. Otro cabezazo de Petro, para ganar la consulta del Polo (con una pírrica votación que le dio una deshonrosa victoria)  fue empezar a lanzar un discurso prouribista. Sí, como lo oyen… el más férreo opositor de Uribe otrora, no pudo con la arrolladora evidencia de que el pueblo es menos estúpido y ya no le cree a su discursillo con tufo a mamertismo trasnochado; así que, siendo un radical proislamista, le rogó a Alá para que cambiara su corazón y, aunque el milagro no se hizo, sí se le agregó un toque dramatúrgico para descrestar más mamertos. Para algo sirvió la platica que le invirtieron en la Externado, Lovaina y Salamanca.. ¡Ostias.. me cago en la madre..! como diría Zapatero. Y se cagaron de paso en Uribe Uribe, Olaya Herrera, Echandía y Luis Carlos Galán.

Cuando le dije a mi taita que el socialismo era un liberalismo “avanzado”, según decían Gaviria Díaz, Petro y la negra Piedad, mi viejo me pegó una bofetada por grosero e irrespetuoso. Le demostré que los dirigentes del liberalismo se habían asociado a la Internacional Socialista y, sin pedirme perdón, dio media vuelta y se fue para cerca del fogón. Lo encontré lagrimeando mientras soplaba la candela y, al decirle que no llorara, que a pesar de que esos viejos sinvergüenzas dijeran lo que decían, los verdaderos liberales seguirían siendo liberales, mi viejo sonrió y se secó las lágrimas. “No estoy llorando, mijo.. es que me entró humo en los ojos..”, dijo. Pero cuando me alejé, pude escuchar claramente sus aullidos de dolor, salidos desde el alma, atravesando la región de Vélez donde muchos dieron la vida por la libertad.

El Palacio de Justicia en llamas, obra de la guerrilla de Petro
El Palacio de Justicia en llamas, obra de la guerrilla de Petro

Y es que Petro le hizo creer eso a Colombia. Que era una especie de liberal-socialista, decente y honesto, que hizo su platica no secuestrando sino vendiendo palomitas de maíz a los turistas en Zipaquirá.

Porque Petro, para echar discursos, ¡es un tremendo…! Dicen que en el Concejo de Zipaquirá tienen grabadas todas sus intervenciones y las venden a dos mil pesitos cada copia en cassette. Petro va de vez en cuando a recoger la cuota que el secretario del alcalde (porque éste le tiene miedo) le entrega en billetes de a 200 no numerados. En el Congreso también le tienen miedo y nadie se mete con él porque, como le dijo el entonces ministro Santos: “Usted, con sus palabras, está haciendo lo mismo que hizo con los fusiles contra el ejército..” Quién dijo miedo..! Petro se echó un discurso bien dramatizado y nos puso a llorar a todos viéndolo y oyéndolo por Señal Colombia. Dijo Petro que eso era una infamia y que con esa acusación, Santos lo estaba exponiendo a que lo mataran. Nunca se supo si a Santos o a Petro.

Petro es una rutilante estrella de la oratoria. Habla pausado, tranquilo y con esa voz de locutor corroncho-zipaquireño hace que los que saben de oratoria lo comparen con Tirofijo y Albertico Santofimio juntos, ambos liberales, ambos directos –aunque diferentes- oradores y ambos estandartes de la decencia.

Pablo Escobar, narcotraficante mecenas del M-19, la guerrilla de Petro
Pablo Escobar, narcotraficante mecenas del M-19, la guerrilla de Petro

No sé dónde se conocieron los del M19 con Pablo Escobar. Otro uribista malintencionado dijo que no era casualidad que Felipe González, del PSOE español hubiera invitado a Escobar a su nombramiento y que, al mismo tiempo, fuera íntimo de los dirigentes del M19 quienes, al parecer, también estuvieron allí. Es que estos uribistas inventan cada cosa…!

Como algunos calumniadores también se inventaron que Petro y el presidente Hugo Chávez eran amigos de toda la vida. ¡Eso es una calumnia que amerita, según el código penal colombiano, de cuatro a seis años de cárcel..! ¿Cómo pudieron ser amigos de toda la vida si Chávez ni siquiera conoce Zipaquirá..?! Si acaso llevan diez años de ser amigos, pero no toda la vida, como calumnian los calumniadores al servicio del imperio, falaces desmadrados que ni siquiera estudiaron economía en la Externado.

Petro y Chavez, son amigos, sí, pero no de toda la vida. Y esa amistad hizo que, durante el caso Granda, cuando el coronel Chávez (quien es la reencarnación de Cristo y de Bolívar, según dicen sus teólogos y él mismo) amenazó a Colombia que no seguiría la construcción del oleoducto en la frontera de los dos países (entre otras, el oleoducto lo construye la Texaco, empresa gringa, y a Chávez parece que esto no le molesta. Tan raro). El asunto es que ante el impase entre Uribe y Chávez, éste último le pidió a Petro que mediara entre los dos gobiernos para no seguir peleando. Y todos contentos, especialmente los empresarios gringos.

Petro y otros camaradas con su amigo Hugo Chávez, financiador de las FARC
Petro y otros camaradas con su amigo Hugo Chávez, financiador de las FARC

¿Qué significó este acto de enorme contenido religioso..? Pues, según el Islam, era algo parecido a lo que Jesús hizo con Pedro, al pedirle que apacentara sus ovejas. Dice la profecía del Corán para estos tiempos que: “Se levantará un coronel camarada, un brofeta a quien Alá escogerá para gobernar las naciones latinoamericanas. Y éste varón escogerá un segundón para esparcir su doctrina en tierra donde el café huele bien y el Congreso mal. Y el coronel le dirá al segundón: Petro, me amas…? Y Petro le contestará: Tú sabes que sí, mi coronel, mi Cristo y mi maestro..”

Aseguran los expertos en el Corán que este Petro no es ningún nombre para una especie de Pedro árabe, sino que se debe entender textualmente la profecía. Petro, dicen, no es otro que Gustavo Petro Urrego, el pequeño hombre de ultraizquierda colombiano. Tremendo honor nos hizo Alá si esto llegara a ser cierto..!

Lo que sí es cierto, es la profecía de que la nueva Meca sería Caracas. Los nuevos seguidores de Alá tienen su lugar sagrado allí, y no es casualidad que Granda haya obtenido cédula venezolana. La guerrilla colombiana, según la visión del “brofeta” de Alá (ustedes ya saben quién es) ha entrado a formar parte desde hace tiempo de la izquierda internacional y el sitio de encuentro de la izquierda latinoamericana y mundial –no lo digo yo sino la publicación radical de izquierda, Rebelión- (donde escribe un buen amigo mío) es Caracas.

“Alfonso Cano”, veterano militante de las FARC, sobreviviente de cientos de procesos de paz, también fue profetizado como el nuevo comandante de la guerrilla de las FARC. A él y a Jaime Dussan, cuando fue presidente del Polo Democrático en el pasado, les correspondió hacerle frente a los deseos reeleccionistas de Uribe Vélez.  En ese entonces Jaime Dussán convocó a un frente unido al que acudieron el ala “izquierdista” del Partido Liberal y el bloque Alternativa Democrática que reunía muchos partidos de oposición. De esa convocatoria salió muy fortalecido el Polo convirtiéndose en un poderoso partido político, uno de cuyos dirigentes es nada más y nada menos que Gustavo Petro.

Tendremos Petro para rato. Yo, al igual que a Lucho, tenía a Petro en la cúspide de mi admiración creyéndolo heredero directo de las virtudes de Camilo Torres (pariente lejano de mi abuela) y el honor y la puntería del enmascarado de plata, el llanero solitario. Sus ojos saltones los relacionaba yo con la sabiduría del Buho y su pequeña estatura con la grandeza de Napoleón, el Chapulín Colorado y con uno de los siete enanitos de Blancanieves. Y es que todo es chiquito en Petro, menos sus enormes ojos saltones.

La única vez que lo vi en persona, fue en la puerta de la alcaldía del recién posesionado alcalde Lucho. Petro, bajito, todavía con gafas, desaliñado y oliendo a sudor, a sal y a chigüiro, no se inmutó cuando el celador le dijo: “De parte de quién necesita al Doctor Lucho..?” Petro sonrió sabiendo que Lucho no es doctor como sí lo es él, con título de la universidad de Salamanca, pero no dijo nada, le pasó una tarjeta del Congreso y, entonces, el celador, reconociéndolo, le hizo un saludo nazi, y lo colocó delante de mí en la fila, a pesar de que yo había llegado primero a lamberle al flamante alcalde.  Petro, el grande, entró de una mientras que yo, junto a otros cinco lagartos, me quedé afuera cuatro horas. Ni siquiera nos dieron un tinto. El celador no quiso creerme que yo era del combo de Lucho y me echó a empujones de allí por atreverme a decirle “Lucho” al doctor.

Pero conocí en persona a Petro, lo vi de frente, ¡qué caray…! Y ese gusto sólo se lo han dado algunos secuestrados del M19, algunos soldados que hoy están bajo 3 metros de tierrita y la señora de los tintos en el Congreso.

Zipaquirá pasará a la historia como la Córcega de Napoleón lo hizo. Su honor de ver nacer a Petro (honor que comparte con Córdoba), con su rabito pelado todo cagadito y berriando cuando un médico judío proyanqui le pegó, es indiscutible. Desde ahora, voto para que se haga una estatua en el parque central, cerca de Bolívar. Si no hay plata para el bronce, propongo que se haga de sal y en tamaño natural, a su estatura. Así les saldrá más barata a los zipaquireños.

Entre las anécdotas que se cuentan y celebran Petro y los exguerrilleros que hay en el Polo, está la de un conocido mío al que secuestraron y al que le pegaron un tiro en la cabeza cuando se les voló por tercera vez. Cuentan con sonoras carcajadas cómo jugaban a la gallina ciega con mi amigo, vendándole los ojos y descargándole culatazos para que adivinara quién había sido. Mi pobre amigo nunca adivinó. Ni siquiera supo quién le disparó a quemarropa por volarse. Los exguerrilleros del M19, conocedores de economía y administración de empresas, gracias a las clases que el camarada Petro les impartió, sabían que si la familia se enteraba del asesinato, no les iban a pagar el rescate, así que no les dijeron nada. La familia pagó y ellos -tan lindos-  le devolvieron el cadáver ya lleno de gusanos. Esto hace reír a Petro, Navarro y demás pero la familia de mi amigo no ha podido hallar cuál es el chiste. Yo tampoco. Pobre sentido del humor tenemos algunos.

Abel Rodríguez, el hombre de los robos a la educación Distrital, apoya a Petro
Abel Rodríguez, el hombre de los robos a la educación Distrital, apoya a Petro

Otro que no le encuentra gracia a Petro, es Mauricio Gaona, hijo del gran Manuel Gaona, asesinado en el Palacio de justicia.

Mauricio dijo que Petro era arrogante y mentiroso porque este émulo de Napoleón había negado que el M19 había asesinado al magistrado Manuel Gaona, y también había dicho que eran puras mentiras que los hechos sucedidos, propiciados y efectuados por el M19 en el Palacio fueran actos criminales de lesa humanidad, sino que el holocausto caníbal del Palacio, dijo Petro el grande, no fue más que un hecho político. Eso dijo Petro en Caracol.

Mauricio Gaona dijo también que Petro, igual que lo hacía en Zipaquirá en el billar del pueblo, hizo carambola, lo mismo que hizo toda la cúpula del M19. Resulta que precisamente Manuel Gaona estaba preparando una exposición sobre la conveniencia de la extradición y que Pablo Escobar lo amenazó por ello. Gaona no se dejó acobardar y lo pagó con su vida. El peritazgo forense, más testimonios recogidos, sostiene que a Manuel Gaona lo ejecutaron de un tiro en la sien a pesar de que este magistrado le suplicó a Andrés Almarales que le perdonara la vida por causa de su pequeña hija de diez años. Pero Almarales tenía que cumplirle a su mecenas, Pablo Escobar, y le importó un pepino dejar una pequeña huérfana en el mundo.

Al respecto, Navarro Wolf, en declaraciones públicas dijo que eso era falso y que si Pablo Escobar hubiera querido matar a Manuel Gaona, no hubiera tenido la necesidad de pagar los dos millones de dólares (gringos) que le dio al M19 sino una cifra mucho menor.

Gustavo Petro y otro amigote: Venus Albeiro Silva, el cacique corrupto de Bosa
Gustavo Petro y otro amigote: Venus Albeiro Silva, el cacique corrupto de Bosa

Navarro y Petro siguen asegurando que todos estos testimonios son inventos de los paramilitares y sus amigos cercanos afirman que ellos dicen tener pruebas de que una parte de la plata para la masacre del Palacio de justicia se la regalaron unos amigos de Zipaquirá y Pasto, y otra la recogieron rifando una bicicleta y 19 tamales.

No lo sé. Pero lo que sí es cierto es que nosotros mismos hemos premiado a estos hombres con nuestros votos. Yo lo he hecho y le pido perdón al país. No sabía por quién estaba votando.

Petro, el gran hijo de Putín, jamás cambiará… seguirá siendo un sinvergüenza, un guerrillero que jamás pagó sus crímenes ni le pidió perdón al país.

Y lo peor: no faltarán los imbéciles que sigan votando por él y por sus compinches del Polo y del Partido Liberal.

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