LOS CRÍMENES DEL COMUNISMO

El comunismo ha provocado tantos dramas humanos en todos los sitios en que ha estado en el poder que bien merece que se examinen de cerca sus aspectos mortíferos e incluso criminales que le acompañan, y así pues que se reconozca la gravedad de su carácter nocivo

Juan Pablo II y Fidel Castro

Los crímenes del comunismo

Esta disertación importantísima de Pierre Rigoulot en el marco del conversatorio organizado por Fundagan y la Universidad Sergio Arboleda, el 7 de noviembre de 2013, es un documento de vital trascendencia que debería ser tema de estudio de academias y centros de pensamiento interesadas en el tema

Pierre Rigoulot
Pierre Rigoulot

Por Pierre Rigoulot

23 de enero de 2014

La criminalidad del comunismo ¿es evidente? Evocar los crímenes del comunismo ante una asamblea como  esta, significa claramente correr el riesgo de  rizar el rizo. Estoy seguro de que aquí todos estamos convencidos del carácter criminal del comunismo:

Todos conocemos los campos de concentración de Stalin y los fusilamientos en los sótanos de la Lubianka, la sede de la policía política soviética.

Todos conocemos los Vopos, la policía de Alemania del Este que tiraban a bocajarro sobre los desafortunados que intentaban franquear el muro de Berlín.

¿Y es realmente necesario evocar a los candidatos cubanos a la libertad devorados por los tiburones en el estrecho de la Florida?

De que todo esto ha existido, todos ustedes están convencidos.  Y no es difícil concluir afirmando el carácter criminógeno del comunismo.

Una obra intentó hacer un primer balance de algunos de estos crímenes, (los que producían la muerte), dio la vuelta al mundo hace unos quince años porque contaba la historia del comunismo poniéndose del lado de las víctimas y librándose al recuento del número de muertos provocados por el comunismo: El libro negro del comunismo. Fue publicado en Francia en 1997 y traducido después a otros muchos  idiomas. Su jefe de obra o coordinador, Stéphane Courtois, evaluó  en  casi 100 millones el número de víctimas de este sistema político.

No vamos a discutir esta evaluación en detalle, ni tampoco otras menos conocidas que le ha precedido.

Este recuento exacto es imposible. Las víctimas del hambre, los ciudadanos detenidos y fusilados en el fondo de un sótano, la población civil fallecida en una guerra provocada por los comunistas como fueron la guerra soviético-polaca de 1920 o la guerra de Corea en 1950, es difícil sumarlas como realidades idénticas. Pero son todas víctimas y cuando se trata de millones de seres humanos, el orden de magnitud es suficiente para acusar y denunciar: sí, sin duda alguna, en su historia casi centenaria (Lenin tomó el poder hace 96 años exactamente), el comunismo ha tenido tiempo de manifestar su carácter criminal.

El zarismo y sus miles de deportados a Siberia en la segunda mitad del siglo XIX  no llega a la suela del zapato del comunismo e incluso la terrible Inquisición que mató a 5000 personas en 300 años parece una empresa dirigida por niños  al lado del balance comunista.

El comunismo, ¿criminal como otros sistemas políticos? Sin embargo hay que reconocer que el comunismo no es la única ideología, la única estructura  de estado criminógena.  No estamos oponiendo el paraíso y el infierno. Cuando decimos no al comunismo, a la miseria que engendra, a la asfixia de las libertades y a los crímenes que acarrea, no pretendemos proponer el modelo simétrico sino un mundo imperfecto y consciente de serlo ; el espíritu crítico – que es nuestro más preciado tesoro porque se llama libertad – no ha podido ni puede considerar las democracias en las que vivimos, a ambos lados del Atlántico, como triunfos perfectos.

Por eso hemos podido ver aparecer con serenidad tras El libro negro del comunismo, un libro negro del capitalismo, un libro negro del colonialismo, etc . Sabemos bien que por naturaleza, todos los totalitarismos (el nazismo, el islamismo radical – y no solamente el totalitarismo comunista) generan políticas criminales. Lo hacen también todas las dictaduras e incluso a veces las democracias  en ciertas    coyunturas.

Pero el comunismo ha provocado tantos dramas humanos en todos los sitios en que ha estado en el poder que bien merece que se  examinen de cerca sus aspectos mortíferos e incluso criminales que le acompañan, y así pues que se reconozca la gravedad de su carácter nocivo. No se trata de ennegrecerlo para « blanquear » los otros sistemas políticos.

Fosa común en el bosque de Katyn, territorio perteneciente entonces a la Unión Soviética, se convierte en el escenario de la cruenta masacre decidida por Stalin: unos 22.000 miembros de la élite polaca, incluidos políticos, oficiales del ejército, e incluso artistas e intelectuales, son fusilados metódicamente, uno a uno, con un tiro en la nuca
Fosa común en el bosque de Katyn, territorio perteneciente entonces a la Unión Soviética, se convierte en el escenario de la cruenta masacre decidida por Stalin: unos 22.000 miembros de la élite polaca, incluidos políticos, oficiales del ejército, e incluso artistas e intelectuales, son fusilados metódicamente, uno a uno, con un tiro en la nuca

¿Una buena ideología mal aplicada ? La elección de hacer un examen profundo del comunismo desde el punto de vista de las víctimas es tanto más justificada cuanto que el comunismo es muy a menudo considerado desde el punto de vista de su ideología. Se subraya la nobleza de los objetivos de esta ideología, universalista y prometedora de fraternidad, y se constata también la atracción, incluso la fascinación que ha ejercido sobre numerosos intelectuales deseosos de verdad y numerosos oprimidos deseosos de justicia.

Sin embargo, se reconoce – por lo menos actualmente, es decir muchos años después de los dramas de Katin (1940), Berlín-este (1953), Budapest (1956), Phnom Penh (1975) y Tien An Men (1989)- que los resultados no, han sido los esperados. Pero se evocan entonces los « errores »,  « las infracciones », « los desvíos » que han hecho de esta teoría tan buena una pesadilla en la práctica. Se afirma que el « fondo era bueno ».

Y ya que el fondo es bueno ¿por qué no tratar de empezar de nuevo?

En Europa, algunos partidos comunistas siguen existiendo, prometiéndonos por fin un comunismo auténtico. No obstante, si consideran ahora que la URSS no era comunista  !se puede preguntar cómo han podido confundir el comunismo y su negación durante 70 años !

Tanto en Europa como en América Latina, diversos grupos o partidos de extrema izquierda han abandonado la etiqueta del comunismo pero no lo han hecho con sus antiguas certezas. Y repiten todos, como los vencidos de una carrera ciclista : !perdí ayer, pero lo haré mejor la próxima vez !

Efectivamente, ¿por qué prohibirse una nueva experiencia  con el  insignificante pretexto de que nunca ha funcionado bien…? La verdad es que los néo-comunistas no siquiera tienen en cuenta el que sus maestros y padres fundadores, Marx y Engels, repitieron todo el tiempo: el éxito en la práctica es el criterio para validar una teoría.

…o desembocando en una práctica conforme a su naturaleza? Lo que yo quiero añadir ahora, es que estos

Joseph Stalin
Joseph Stalin

acontecimientos sangrientos que se pueden comprobar fácilmente en cualquier manual de historia, no son contradictorios con la teoría que inspiró las luchas comunistas.

De la negación de los derechos humanos de Marx  y de su deseo de establecer  la dictadura del proletariado hasta los millones de víctimas de Stalin, hay una filiación: Stalin es, en efecto, el hijo de Lenin y el nieto de Marx. El joven Marx, al parecer filósofo y humanista, explicaba claramente que no deseaba el reconocimiento de los derechos individuales, ya que estos afirmaban « la existencia burguesa », ensimismada, preocupada únicamente por sus propios intereses. Según Marx, joven o viejo, la emancipación humana no consiste en el respeto de los derechos fundamentales sino en una fusión del individuo con la colectividad. No es el derecho a la propiedad lo que Marx preconiza sino la abolición de toda propiedad. No es el derecho a practicar la religión lo que  quiere sino la abolición de toda religión ; no es el derecho a proyectos personales lo que preconiza sino la abolición de toda perspectiva personal, bautizada por él, egoísta.

Esta supresión  del individuo en nombre de la colectividad  supone además, según Marx, para poderse realizar, un periodo represivo llamado a durar un tiempo más o menos largo. Eso es la famosa « dictadura del proletariado », un proletariado elevado al rango de sujeto salvador de la humanidad. Al no tener nada que perder , al no poseer nada, representa la esperanza de toda la humanidad – una mitología  que tiene sobre todo un voto piadoso, nunca mejor dicho, puesto que se encuentra ahí , de manera  un tanto sorprendente, el esquema escatológico de una religión-  de la que Marx había dicho , por otra parte, que era « el opio del pueblo »

La ideología comunista, desde su origen, justifica entonces la represión contra los que se resistieran a esta marcha hacia la felicidad colectiva. Su certeza, (debería más bien decir  su fe), en el carácter ineluctable de la marcha de la historia conducía además a Marx a eliminar toda referencia moral. No es porque el comunismo vale más que los otros tipos de sociedades por lo que había que luchar por él. Se impone por él mismo como la única solución los males de las sociedades divididas en clases.  El sentido de la Historia, la marcha de la historia, la rueda de la historia. !Cuántas expresiones se han utilizado para dar cuenta de la necesidad realmente científica del advenimiento del comunismo y de  la legítima eliminación de sus adversarios !  Por eso el marxismo no reconoce cualquiera valor moral : el Bien – las satisfacciones de algunos medios sociales, los placeres que se pueden disfrutar, la protección social de la que se benefician los trabajadores-  en cierto sentido todo eso es el Mal, lo que nos ata a una sociedad obsoleta, a todo eso que tiene que eliminarse. El Mal, al contrario- la miseria, la injusticia, es el Bien porque en él fermentan las luchas para el futuro comunista.

Como pueden ver, no estamos en el marco de un discurso   angelical traicionado por partidarios brutales o torpes  sino en la puesta en marcha de una ideología intrínsecamente mortífera.

Lenin y Stalin
Lenin y Stalin

Así, hay un perfecto acoplamiento entre la ideología de base de la revolución soviética y sus resultados. Hay  que citar a Lenin que, a pesar de todo, sigue durmiendo, embalsamado, al pie del Kremlin. El primer dirigente de nuestro partido comunista francés, Louis-Oscar Frossard, fue a llevarle inmediatamente su apoyo. Da cuenta en una entrevista con el numero 1 soviético en su Diario del viaje a Rusia, de 1921, muy significativo. » Lenin nos dice sonriendo, dice Frossard: « la dictadura del proletariado no se ejerce solo sobre la burguesía sino también sobre la parte de los obreros  y de sus aliados reformistas que sigue todavía siendo inconsciente y reticente . A los reformistas se les fusila. Lenin pronuncia « fusila » y acompaña esta palabra con un gesto seco, sin dejar de sonreír »…

No hay nada extraño. Lenin hablando de los adversarios subjetivos u « objetivos » de la revolución llamaba a sus compañeros desde hacía mucho tiempo a « barrer la tierra rusa » de los « insectos », escorpiones y otros piojos que le estorbaban. .

La muerte de un insecto o es la de un semejante. No se mata a nadie: nos deshacemos de algo.

Una historia abrumadora. De esta manera nos sorprende menos descubrir, estudiando la historia del comunismo, que este haya podido provocar la muerte de millones de personas y ser culpable de muchos otros crímenes.

La revolución soviética provocó:

-entre 1918 y 1922 el fusilamiento de miles de rehenes y de prisioneros;

– en la misma época, el masacre de miles de obreros y campesinos;

-una hambruna que golpeo a unos 5 millones de personas  entre 1921 Y 1922,

-el asesinato de miles de personas en los campos de concentración desde 1918;

-la destrucción por el hambre, provocado y no socorrido, de 6 millones de ucranianos entre 1932 y 1933,

– el asesinato de más de 700 000 personas en la Gran Purga de 1937-38.

– A lo que hay que añadir  el aumento de la mortalidad (en relación a la mortalidad normal en el territorio soviético) en los campos de concentración. Más o menos é millones de personas.

– la deportación masiva de los «kulaks », los campesinos dichos « ricos » y sus consecuencias mortales al final de los años 20 y al inicio de los años 30.

– las de los bálticos y de los polacos  entre 1939 y 1940, más tarde entre 1944 y 1945,

-Desde los años 30 hasta la muerte de Stalin, se cuentan miles de personas muertas en deportaciones.

Total: al menos 15 millones….

Pero no solamente se trata de la URSS. La China comunista, desde su nacimiento, a conocido también el aumento de la mortalidad en sus campos. Balance: varios millones de muertos. Y fuera de los campos de concentración, las hambrunas ocasionadas por el « Gran Salto adelante » de 1966  y  las violencias de la revolución cultural, unos años después, acarrearon millones de muertos.

Las ejecuciones por razones políticas o no fueron  y siguen siendo muy numerosas.

Se alcanzarían en total unos cuarenta millones de muertos.

No les quiero aburrir con demasiadas estadísticas. Pero si no lo hago no comprenderían que no recordara los crímenes de los Jemeres rojos (alrededor de 2,5 millones de personas), los de los pequeños gulags de la Europa del este, sobre todo albaneses, alemanes del este y rumanos, siendo estos tres los más duros.

No comprenderían tampoco que olvidara mencionar las masacres de la población etíope provocadas por los soldados castristas o la policía del jefe comunista Menghistu en 1975.

No hablemos de los jóvenes de América latina manipulados y comprometidos en aventuras de guerrillas sin esperanza.

Fidel y Raúl Castro, junto a Ernesto "el Che" Guevara, preparando a un desafortunado para fusilarlo
Fidel y Raúl Castro, junto a Ernesto “el Che” Guevara, preparando a un desafortunado para fusilarlo

Los crímenes no letales. Los crímenes del comunismo no son todos letales.

La miseria económica de las poblaciones que el comunismo tiene bajo su férula es un crimen.

La miseria cultural en la que se las mantenía también era un crimen. Estoy haciendo una distinción entre una simple dictadura personal y la represión cultural de un régimen comunista que tiene como objetivo la industrialización del país, su desarrollo económico y técnico. Hay universidades en Corea del Norte como las había en la URSS de Stalin y como las hay en Cuba. Pero hay que tener en cuenta la propaganda continua, desde la más tierna infancia, el control ideológico, el aislamiento más o menos marcado del mundo exterior, la incapacidad de trabajar fuera de lo que espera el Estado/Partido, etc.

La miseria política puede ser también criminal. La ausencia de democracia multipartidista, la ausencia de respeto de los derechos humanos, en particular las libertades de circulación, de expresión y de opinión, y la represión supuestos contrarios a este orden, adoptan formas criminales: ejecuciones, encarcelamientos, trabajos forzados, internamientos en campos de concentración. Los testimonios que se tienen sobre el laogai chino, el gulag soviético, los kwan li so norcoreano) nos provocan legítimas reacciones de horror sin que tengamos ni siquiera que hablar de muertes.

Los sistemas de los campos de concentración son muy útiles para nuestra reflexión: nos obligan a reconocer la criminalidad de los regímenes comunistas, permitiéndonos al mismo tiempo comprender que otras conductas venidas de otros regímenes son también condenables sin por lo tanto igualar la gravedad específica de los crímenes del totalitarismo comunista.

Hay que distinguir, en efecto:

-los campos de internamiento de las democracias (campos de los refugiados españoles en Francia en 1939, campos de residentes japoneses en Estados Unidos en 1940), buscando una separación temporal de ciertos grupos juzgados  potencialmente peligrosos,

-los campos de concentración con funciones de aislar o castigar, como se ha visto en la España de Franco y en el Portugal de Salazar

-los campos de los regímenes totalitarios qué, además de esas  dos funciones, quieren «  fabricar » un hombre nuevo y eliminar al « viejo hombre » ( como se ve en la Alemania nazi, en la Unión Soviética y en otros Estados comunistas)

y por fin, los centros de exterminación nazis, como Auschwitz-Birkenau, Treblinka, Sobibor, donde solo se trataba de hacer morir a los detenidos que iban llegando.

Encuentro entre Hugo Chávez y Juan Manuel Santos
Encuentro entre Hugo Chávez y Juan Manuel Santos

¿El comunismo o los comunismos? Ahora  quisiera contestar a algunas objeciones propuestas por los que niegan el carácter intrínsecamente criminal del comunismo. Dicen que solo se trata de una abstracción. Cada vez que los comunistas han subido al poder cada victoria correspondía a una encarnación específica de la idea comunista en condiciones particulares, en una época particular, dirigida por líderes particulares. Son ellos los que eventualmente serían condenables y no el comunismo en general.

Hay que admitir que los Jemeres rojos o Sendero luminoso no pueden superponerse completamente al comunismo checo o húngaro, y en el pasado la URSS de Stalin no era idéntica  a la URSS de Brezhnev. Por eso, para tratar de disculpar el comunismo, sus defensores o sus analistas cándidos siempre están dispuestos a señalar las condiciones específicas de su instalación en un país determinado y sobre todo los efectos negativos de la hostilidad de los capitalistas, de los « reaccionarios » y a veces incluso de la hostilidad de la naturaleza misma. Así pues, el endurecimiento del régimen castrista en los primeros tiempos  se  explicaría por la hostilidad que profesaba el capitalismo norteamericano y se explicaría el radicalismo y el dogmatismo de la dirección comunista de Camboya por la violencia de los bombardeos americanos sobre ellos al principio de los años 70. Hay algo extraño en este argumento. !Los enemigos del comunismo son acusados de esta manera y juzgados responsables de los crímenes posteriores del comunismo por haber intentado oponerse a su desarrollo !

A veces, como en el caso de los Jemeres rojos, o en el caso de los norcoreanos, el radicalismo y el dogmatismo, para no llamarlo fanatismo son de tal envergadura que se nos explica que !estos estados son brutales y criminales pero … que no son comunistas ! ! La furia anti-intelectual de los Jemeres rojos que mataban a cualquiera que llevara gafas – signo de una naturaleza burguesa- o la exaltación de la etnia jemere, no podían ser hechos comunistas sino de nacionalistas exacerbados, casi fascistas ! Y el culto a los líderes norcoreanos, al parecer espíritus superiores, generales invencibles, estrellas polares de la humanidad, etc., no podía explicarse como  referencia  a una práctica comunista sino como una mentalidad arcaica, feudal,  que sigue en vigor.

¿El comunismo, como Dios, sería inocente en esencia? Pero todos los comunismos son comunismo  y sus efectos criminógenos análogos  pueden encontrarse en todos los casos. No hay ningún estado comunista que no haya levantado campos de concentración desde los primeros tiempos de su existencia. No hay ningún estado comunista que no haya liquidado físicamente a sus « traidores » y que no haya organizado procesos preparados de antemano. Nacidos de una ideología común y dotados de estructuras políticas muy cercanas las unas de las otras (un Partido/ Estado único, una ideología única y obligatoria, un poder concentrado en un individuo situado en la cumbre de una jerarquía de tipo militar), todos los Estados comunistas, desde los más sanguinarios a los más « moderados », presentan las mismas características de base. Las condiciones de la subida al poder  y el ejercicio del poder, la cultura, la historia y la hostilidad del medio, no generan nada más que variantes a partir de realidades idénticas.

Juan Manuel Santos y el tirano Fidel Castro, amigos desde siempre
Juan Manuel Santos y el tirano Fidel Castro, amigos desde siempre

Comunismo y  comunistas. Otra manera de responder al carácter criminal del comunismo consiste en evocar la rectitud de cierto número de militantes comunistas, y su valiente compromiso contra las dictaduras, la de Pinochet en Chile después de la de Franco en España o la del Mariscal Pétain, partidario de una colaboración con la Alemania nazi, etc.

En Francia, los militantes comunistas lucharon con valencia contra el fascismo, pero la línea de su partido no fue verdaderamente respetable. Les recordaré, que entre 1939 y 1941, nuestro partido comunista no echaba la culpa al nazismo sino únicamente al mariscal Pétain y !denunciaba en la persona de De Gaulle un agente de las Finanzas británicas !  Stalin ye Hitler eran amigos en estos tiempos…

Después de la invasión de la URSS por los nazis, los comunistas franceses trataron de ponerse a la cabeza de la lucha de liberación nacional. Pero lo hicieron con el fin de conseguir el triunfo del socialismo en las mejores condiciones posibles, después de la victoria y la eliminación de sus antiguos aliados.

Eso se llama la táctica del frente unido o frente nacional. Es leninismo puro y su aplicación  tuvo lugar de forma idéntica en China (Frente unido anti-japonés), e y en Vietnam (Frente nacional de liberación de Vietnam del sur) donde fue un éxito para los comunistas. – y en Francia, donde fue un fracaso.

Sea lo que sea, es conveniente distinguir los militantes valientes y deseosos de justicia, que soñaban con un mundo mejor, el cual pensaban alcanzar luchando en el seno de su partido, y el sistema  con el que contaban para realizar sus sueños, sistema del cual no conocían todos los efectos   liberticidas   y criminógenos .

Conclusión ¿Cómo se puede entender que se quiera cerrar los ojos ante esta criminalidad? Después de todo, el comunismo siempre ha fracasado en dar la libertad a los pueblos y en construir la felicidad de los individuos.

Hay que creer que si ni siquiera las críticas que se le hacen ni la constatación de las dramáticas etapas que han marcado su historia, logran convencer a todos de su carácter criminal, es porque presenta un profundo poder de atracción, incluso de fascinación. La aspiración a la unidad de una comunidad donde se fundan los individuos – la famosa « internacional », pero podríamos remontarnos a la Utopía de Thomas More, incluso a la República de Platón para ilustrar la fuerza de este sueño- parece una faceta de la naturaleza humana.

No es una razón para tirar la toalla sino al contrario una razón para estar más atento frente a estos nuevos « retoños » del totalitarismo, considerado en el amplio sentido de la palabra. En Europa, en África y en Oriente-Próximo es el islamismo radical el que nos preocupa más por sus amenazas contra la democracia y los derechos humanos y los crímenes que comete en nombre de una religión.

¿Existen en América Latina otros retoños del totalitarismo y especialmente del comunismo?

No he venido a Bogotá únicamente para hacerles partícipes  de mis temores hacia ciertas formas de peligro totalitario en Europa, África, etc, sino también para aprender de ustedes lo que, en su continente, puede amenazar el ejercicio de la democracia.

Muchas gracias.

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