UN ESCRITOR EN CRISIS DE NERVIOS

Eso está de moda entre los fracasados izquierdistas latinoamericanos. Ya no citan a Lenin, ni al joven Marx, solo citan a Goebbels. Les parece más actual e impactante

Un escritor en crisis de nervios

Eso está de moda entre los fracasados izquierdistas latinoamericanos. Ya no citan a Lenin, ni al joven Marx, solo citan a Goebbels. Les parece más actual e impactante

Eduardo Mackenzie
Eduardo Mackenzie

Por Eduardo Mackenzie

2 de abril de 2016

Muy bravo amaneció Santiago Gamboa ayer. O antier, o cuando redactó una nota frenética, para El Espectador, contra las manifestaciones populares de Colombia del 2 de abril. El hombre está indignadísimo, le brota espuma por la boca, porque el país sale a manifestar en las calles y plazas para decir que está harto de Santos, de su desgobierno, de su gestión degenerada enteramente pro Farc, de su corrupción y de su indolencia ante la miseria social que ha sembrado.

Para Gamboa, esas manifestaciones son injustas, no tienen sentido. El las califica de “día de odio”, copiando la frase cursi de su admirada Piedad Córdoba. Para Gamboa el régimen de Santos es lo mejor que le ha podido ocurrir a Colombia. El “proceso de paz” de Farc-Santos es un éxito que todos debemos admirar y aplaudir. Gamboa estima que “la propaganda” hizo salir a la gente por millones, pues el gobierno de Santos es lo mejor que él conoce. Todo va bien en el mejor de los mundos.

Gamboa eructa sobre todo su tozudo anti uribismo irracional. Cuando evoca al ex presidente y senador Álvaro Uribe sus frases adquieren un cariz violento. El califica a Uribe  de “dios de la guerra”. A un parlamentario del Centro Democrático lo califica de “Rasputín”, a otro de “Donald Trump en baja resolución”. Dos senadoras son comparadas con “Medea” y con “Yocasta”. ¿Falsa exhibición de cultura griega, o auténtico discurso misógino? Utilizar esos personajes literarios no es gratuito. La una asesinó a sus hijos y la otra fue incestuosa. ¿Qué quiso decir Gamboa con ese símil? ¿Deberíamos reír? Él se imagina al senador Uribe en el desfile del sábado “en medio de señoras ricas”. Uribe, el Uribe real, no cabe en la cabeza del señor Gamboa. Él se acomoda, entonces, con una caricatura, que nadie comparte. De pronto, durante la redacción de su comentario, en un acceso aún mayor de furia, el novelista se montó sobre el periodista, y lo obligó a inventar un pésimo discurso  en donde un imaginario presidente Uribe perora y concluye: “lo nuestro es la guerra”.

Santiago Gamboa y Héctor Abad Faciolince
Santiago Gamboa y Héctor Abad Faciolince

Da pena ver el espectáculo psicológico y moral en que se ha convertido Santiago Gamboa. Aflige ver a un periodista y escritor perder los estribos de esa manera. Desuela ver que él no logra salir de la cárcel mental que el mamertismo fabricó para los espíritus débiles. Gamboa repite una vez más la lección: “Uribe no quiere la paz sino la guerra, es un guerrerista y nosotros somos sus víctimas”. Da pena ver esa decrepitud intelectual, esa voluntad de complacerse en el error y de vomitarlo en una columna de opinión que no respeta a sus lectores. Los seis años de desastre santista no le han generado a Gamboa ni una sola duda.

La ira es tan grande que lleva al autor de Perder es cuestión de método a expresarse mal. En la tirada del falso Uribe olvida el sentido de las palabras. En un momento lanza la fórmula, impropia, de “estimados congéneres”, que es como decir estimados iguales.

La idea que se hace Gamboa de su país es atroz: “aquí el folclor solo se hace con metralletas”, dice. Según él, Colombia es “plomo y más plomo”, pues ese es “el único sentido de la justicia respetable”. Y ese plomo viene, según él, de la fuerza pública pues las Farc no asoman ni la nariz en su texto. Ellas no desataron jamás la agresión armada contra Colombia. Ese hecho es impensable para él.

Al final, no podía faltar la alusión habitual a Goebbels, ni la frasecita pertinente. Eso está de moda entre los fracasados izquierdistas latinoamericanos. Ya no citan a Lenin, ni al joven Marx, solo citan a Goebbels. Les parece más actual e impactante. Acuden a esa abyecta literatura para insultar a sus adversarios, a quienes creen fascistas. En el fondo hay en esa izquierda una reapropiación disimulada no de frases sino de una doctrina. En eso está la izquierda colombiana: en el campo turbio de los pardo-rojos, donde el comunismo y el fascismo se apoyan contra el resto del mundo, contra los infames “capitalistas”, contra los perversos liberales-conservadores.

No tengo problema personal alguno con Santiago Gamboa. Siempre tuvimos relaciones cordiales. O eso yo creía. Admiro incluso algunas de sus novelas y de sus ensayosSin embargo, tomo su caso pues es un ejemplo de lo que le sucede a una generación de intelectuales que sigue hipnotizada por los Evos y los Chávez y por el progresismo sulfuroso de Michael Moore. Tienen ellos derecho a creer lo que quieran. Pero no a imponerse por la fuerza y la mentira como hacen los amables matones de Timochenko. Ellos creen estar en el campo del bien y de la paz. Por eso Gamboa no logra descifrar el significado de las marchas del 2 de abril. Lamentable.

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