“SECRETOS SUCIOS” DE LA IZQUIERDA

A las izquierdas, sus “teorías” les importan un rábano; son nada más que un pretexto, una coartada elegante para engañar tontos y justificar lo que realmente les interesa: el poder absoluto

Iván Duque y Angelino Garzón, ex candidato del partido de las FARC

“Secretos sucios” de la izquierda

A las izquierdas, sus “teorías” les importan un rábano; son nada más que un pretexto, una coartada elegante para engañar tontos y justificar lo que realmente les interesa: el poder absoluto

Alberto Mansueti

Por Alberto Mansueti
Septiembre 16 de 2018
@MansuetiAlberto

¿China es capitalista? ¿Y Europa? ¿Hay una “tercera vía” mejor que el capitalismo y el socialismo? ¿Qué es el “mercantilismo”?

Son sólo algunas de las preguntas más comunes que nos envían desde muchos países a los del Movimiento por las Cinco Reformas. Algunas son reveladoras de muchas confusiones. Pero se aclaran si contamos los “secretos sucios” de las izquierdas. Por ejemplo: que la “sociedad socialista”, tal como la pintan, no existe, ni puede existir jamás. Ludwig von Mises (1881-1973), demostró que el dirigismo y el control estatista, y la propiedad estatal, llevan al caos. Y que toda forma de “economía mixta” es inestable, ya que la ineficiencia genera escasez; pero como casi todos los partidos son de izquierda, a los males del socialismo les ponen “remedios” más socialistas. En la realidad histórica se ha verificado más de una vez, como Hayek mostró en su libro “Camino a la Servidumbre”, de 1944. Pero hay más.

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Las “teorías” económicas socialistas, todas falsas, no abonan la “construcción” de una hipotética sociedad socialista; son más que nada críticas anti-capitalistas, como la tesis de la “explotación” mediante la “plusvalía”, refutada por Eugen Böhm-Bawerk (1850-1914). Y las políticas socialistas, como los 10 puntos de 1848, no llevan a la “construcción” del socialismo, sino a la destrucción del capitalismo. Hasta aquí el marxismo clásico; pero igual es el marxismo cultural: el feminismo, el “ecorojismo”, el “multiculturalismo” y el Posmodernismo, llevan respectivamente a la destrucción del matrimonio y la familia, de la civilización industrial, de la cultura occidental, y de la lógica y la razón.

Por cierto, el ataque al matrimonio y la familia ya estaba en las obras juveniles de Marx, y en el libro “Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”, de Engels. No es una ruptura con el marxismo clásico sino una continuación: el primero golpeó a los hogares en su economía, y el segundo les asesta el mazazo frontal, directo a los valores. Es la estrategia de Liddell Hart, “el capitán que enseñaba a los generales”: debilitar primero al enemigo, antes del golpe directo.

No vivimos en países capitalistas, sino bajo modelos de Gobierno, economía, educación y relaciones sociales diseñados según las 10 pautas del “Manifiesto Comunista” de 1848, al final del capítulo 2. Si no cree, por favor lea y revise uno a uno la lista de 10 puntos en ese documento, en Internet. Todos fueron aplicados desde hace unos 100 años, por leyes, en casi todo el mundo, y están hoy vigentes, algunos con creces. Son las instituciones y políticas en curso, comunes y corrientes.

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Pero las izquierdas han esparcido la mentira de que vivimos bajo el “capitalismo”, para que se le culpe por todos los males que padecemos, desde la pobreza hasta la ignorancia, pasando por la inflación, las crisis económicas, desempleo, corrupción y crimen desbordados, en vez de apuntar a la identificación de los verdaderos responsables: Marx, Engels y sus seguidores. Pero hay más, mucho más.

A las izquierdas, sus “teorías” les importan un rábano; son nada más que un pretexto, una coartada elegante para engañar tontos y justificar lo que realmente les interesa: el poder absoluto. Toneladas de refutaciones en contra se dicen y repiten, pero a los socialistas eso no les hace ni cosquilla: tienen las Universidades y la prensa para seguir con sus mentiras, y tienen partidos y votos para controlar gobiernos y parlamentos. Eso es harto suficiente. Más que teorías, lo que siguen, y al pie de la letra, son estrategias, tácticas y “recetarios” prácticos, como el de 1848, y todas las consignas y gritos de guerra del marxismo cultural.

Otro secreto: las tiranías de izquierdas casi nunca llegan al extremo, hasta el final de la vía, porque son parasitarias, y como tales, enfrontan el “dilema del parásito”. Que es este: si el colectivismo es completo, los productores dejan de producir, todo se hunde en la hambruna, y los parásitos perecen también. Pero son astutos, y más allá de su retórica subversiva y destructiva, le dejan abiertas dos puertas al capitalismo. (1) Una es el “capitalismo de amigotes”, mercantilista, a cargo de empresas multinacionales o de viejas firmas comerciales, supeditadas al poder, o de los nuevos “empresarios rojos”, salidos de sus propias filas; y (2) la otra es la “economía informal”, o sea el capitalismo “en negro”, de emprendedores y capitalistas pobres. Así sobrevive la inmensa mayoría, a duras penas, y los parásitos viven como lo que son: reyes.

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O sea: practican y toleran una y otra de esas dos formas de capitalismo, pero sin decirlo. Resultado funesto de esta combinación es el “Apartheid criollo”, verdadero rostro del “modelo mixto”, cruel e injusta “Tercera Vía”. Separa a “los de arriba” de “los de abajo”, y la línea divisoria pasa por tener o no tener las conexiones políticas apropiadas.

El socialismo ha dispuesto escuelas del Estado para los pobres, y asimismo hospitales estatales, y “Seguro Social”; todo planificado, promovido, impulsado, decretado y financiado por el Estado. Todo es escaso, insuficiente y de mala calidad; pero a “los de arriba” no les importa, porque ellos tienen “su” capitalismo: educación privada, e igual sus clínicas, AFJPs etc. Tienen “sus” empresas: las del sector formal. Y como en Sudáfrica, para la población segregada promueven las “PYMEs”, las “micro-empresas”: que se arreglen como puedan, pero que sigan pequeñas, no sea que tengan la impertinencia de crecer, y así amenazar la supremacía de “los de arriba”. Para que eso no suceda, sancionan leyes malas para los negocios, todas prohibitivas, limitantes y restrictivas.

Entre “los de arriba” hay algunos ricos más o menos éticos; hicieron fortuna sirviendo al público, en algún sector privado, aunque en un marco legal injusto y perverso. Hay otros, “enriquecidos”, gracias a corruptas carreras políticas, y/o a privilegios y favores del Estado. Pero también están los “pobres de arriba”, en conexión con algún jefecito político, que a cambio de sus votos les consigue por ejemplo los cupos o becas en escuelas fiscales, y las citas o camas en los hospitales estatales. De “los de abajo”, la gran mayoría son pobres sin nexos políticos; pero también están los ricos de la economía informal, que, a pesar de no tenerlos, acumularon su capital a base de esfuerzo, trabajo y honesta diligencia.

Queremos suprimir ese perverso sistema dualista. Y sí, somos de derecha, siendo que aspiramos al capitalismo para todos, mediante cinco series de privatizaciones, desregulaciones, liberaciones y aperturas, que rotulamos “Las 5 Reformas”. Y lo decimos de frente, “con la verdad por delante”: sin ocultarlo o disimularlo, lo que muchos nos aconsejan. Si siguiéramos tal recomendación, la verdad se notaría enseguida, tan pronto comenzamos a describir las tales reformas, y de nada nos serviría.

Hasta aquí, por los momentos. ¡Saludos cordiales a los buenos!

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