LIBERALISMO CLÁSICO Y LIBERALISMO TEOLÓGICO

Electoralmente hablando, el voto por la izquierda, hoy en día al menos, es mayoritariamente cristiano en su composición, tanto católico-romano como evangélico

Raúl Castro y el Papa Francisco

Liberalismo clásico y liberalismo teológico

Electoralmente hablando, el voto por la izquierda, hoy en día al menos, es mayoritariamente cristiano en su composición, tanto católico-romano como evangélico

Alberto Mansueti
Alberto Mansueti

Por Alberto Mansueti

Abril 10 de 2016

“Liberalismo” es una palabra polisémica: tiene varios significados o acepciones. En Europa y América del Norte “liberalism” (en inglés) equivale a izquierdas, a socialismo. Designa a los promotores de los Gobiernos intervencionistas y limitantes, de los mercados intervenidos, es decir limitados, y de la propiedad colectiva o estatal.

En nuestra América latina en cambio, “liberalismo” puede significar todo lo contrario, sobre todo si va seguida del adjetivo “clásico”: nos designa a los partidarios de los Gobiernos limitados a unas pocas funciones propias muy específicas, de los mercados libres, y de la propiedad privada.

En los países anglosajones hubo hace tiempo una saludable resistencia al socialismo; y por eso los socialistas evitaban la palabra, y se decían a sí mismos “progresistas” (progressives), desde el siglo XIX. Pero ya en el siglo XX fueron descubiertos, y se cambiaron a “liberales” (liberals). Y como las izquierdas se habían adueñado del concepto de “liberalismo”, desde los años ’50 Hayek recomendó a los verdaderos liberales el uso de la expresión compuesta “liberalismo clásico” (classical liberalism).

Sin embargo, en inglés el término para significar lo opuesto a socialista (liberal) es más simple y llanamente “conservador” (conservative). Pero no le gustaba a Hayek, porque por entonces vivía en Inglaterra, donde el Partido Conservador había abandonado las banderas del liberalismo clásico, y se había plegado a las ideas estatistas del Laborismo.

¿Cuáles banderas distintivas? Principalmente cuatro: libertad, justicia, igualdad y progreso. Pero entendidas así: (1) libertad negativa, en el sentido de Isaiah Berlin: una garantía de autonomía de los individuos en todas las esferas privadas, a salvo de las interferencias y abusivas intromisiones de las leyes malas y los Gobiernos; (2) justicia como “dar a cada uno lo suyo”: reconocer como propiedad privada, en tales esferas, lo que corresponde a cada quien por derecho natural; (3) igualdad ante la ley, sin privilegios para nadie, sin “monopolios” en el sentido de favores especiales decretados legalmente; (4) progreso como avance en la consagración de estos principios.

Reagan y Friedrich Hayek en 1981
Reagan y Friedrich Hayek en 1981

Las izquierdas fueron inteligentes para combatirlas. “Ved que los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz”, leemos en Lucas 16:8. Los socialistas no rechazaron los términos libertad, justicia, igualdad y progreso, como signos o “significantes”, pero les cambiaron por completo sus significados respectivos, hasta “significar” exactamente lo opuesto.

Para los socialistas, las cuatro palabras son significadas de esta otra forma: (1) libertad “positiva”, en el sentido de Isaiah Berlin: garantía legal para una extensa lista de “derechos humanos” como empleo, vivienda, educación, servicios médicos, jubilaciones y pensiones, etc., que “el Estado” está obligado a proporcionar gratuitamente a todos, a cualquier costo, incluyendo libertades y propiedades ajenas, de otras personas, que han de confiscarse para este fin; (2) justicia como “igualitarismo”, o sea “nivelar el campo de juego” (así dicen en EE.UU. los del Partido Demócrata), mediante la concreción de todos esos “derechos”, para que “quedemos todos parejos”; (3) por supuesto “igualdad” entendida como de resultados, o al menos de “oportunidades”; y (4) “progreso” como avance en la sanción legal de estos otros principios, que son precisamente los contrarios a los del liberalismo clásico.

Pero paso previo a darnos Constituciones y leyes falsas, tenían que darnos conocimientos falsos. Aprovechando el poder del Estado en la educación, les pusieron en lugar de los verdaderos, en cada rama del saber.

(1) En Ciencias santificaron a Darwin, para usar la idea de “evolución” en cada aspecto de la vida social y cada paso de la

Charles Darwin, caricatura de 1879
Charles Darwin, caricatura de 1879

historia. (2) En Filosofía quitaron todo vestigio de realismo, e impusieron todos los escepticismos, los relativismos y subjetivismos (ahora el Posmodernismo), negadores de toda verdad objetiva, y de cualquier capacidad de la razón para descubrirla. (3) En Psicología quitaron la moral, y abrieron paso al pavlovismo, al conductismo y ahora al “humanismo”. (4) En Economía descalificaron el libre mercado, y machacaron el marxismo, el keynesianismo, el “desarrollismo” y toda la gran familia de pensamiento estatista; incluso el monetarismo, con lo cual nos dan un dinero que también es falso.

(5) En ciencias políticas y jurídicas impusieron el estructuralismo y el funcionalismo, descendientes ideológicos del pragmatismo estadounidense, y el positivismo legal a rajatabla, borrando todo rastro de derecho divino revelado, e incluso de derecho natural, su “reflejo inperfecto” según los clásicos.

(6) ¿Podían dejar libre a la Teología, ciencia subversiva, cuna de la idea bíblica de Gobierno limitado tanto en funciones como en poderes y recursos, en las Escuelas de Traductores de Toledo y las clases de los teólogos católicos de Salamanca, y con el protestante (calvinista) John Locke? No, desde luego; cuando las izquierdas religiosas se apoderaron de las Iglesias, de la mano del Romanticismo llegó el liberalismo teológico a los Seminarios para la educación de ministros ordenados.

La Teología “liberal” no solamente descalificó a la Biblia sino también a la razón como fuente de conocimiento humano. “Juzgad con justo juicio” recomendó Jesús (Juan 7:24), pero Kant desacreditó la capacidad de juzgar. Y siguiendo a Kant antes que a Cristo, Sleiermacher fundamentó la religión en los sentimientos y emociones; y ese es el “cristianismo” falsificado que tenemos en las Iglesias, junto con el “Social Gospel” de izquierdas y su hermana latina, la Teología marxista “de la Liberación”.

Electoralmente hablando, el voto por la izquierda, hoy en día al menos, es mayoritariamente cristiano en su composición, tanto católico-romano como evangélico. Si le clarificamos a la gente muchas de sus ideas y de sus palabras, le podemos a quitar al socialismo el voto cristiano; y todo su inmenso poder se caerá de bruces al suelo, como ídolo con pies de barro.

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